Los incendios desnudaron disputas de los productores de El Manso con Parques Nacionales
En su mayoría, tienen una economía diversificada y la falta de turismo afectó sus ingresos. La lucha contra los incendios, los consolidó “como comunidad”.
Los incendios forestales en el valle del río Manso, un callejón que se abre desde la ruta 40 hasta el límite con Chile, a mitad de camino entre Bariloche y El Bolsón, dejaron al descubierto como los productores primarios deben lidiar contra los aparatos burocráticos y como las adversidades refuerzan los grupos humanos. Por otro lado, en el lugar se habla del daño que causó el “lucro cesante”, por los 20 días durante los cuales estuvo prohibida toda actividad turística. “La mitad de la temporada, que acá es de 40 días”, dijo uno de los afectados al pie de un cerro, donde construyó en un faldeo algunos espacios para dormir a los que se llega solo en cuatriciclo.
Ocurre que este río divide jurisdicciones: al sur del río, es territorio de la provincia de Río Negro, comuna de El Bolsón. Hacia el norte se encuentra el Parque Nacional Nahuel Huapi. Lisando Lanfe, es el presidente de la Asociación Agropecuaria de El Manso y El Foyel y admite que, en estos incendios, los productores se sumaron a colaborar “un poco por su misma presión”, para controlar el fuego al sur del río. Tuvieron como experiencia el incendio del año 2022, en la zona del Lago Steffen. En ese momento, “no se permitió entrar a pobladores, o se limitaron los casos, y no se permitió intervenir al Splif (Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales). Por suerte este año se metió presión y se articuló para que ocurra”.
Este límite administrativo tiene efectos adversos cotidianos según la óptica de los productores locales. Lanfe explica que “el Parque Nacional tiene sus propias leyes, sus propias restricciones que distan mucho de la reglamentación provincial. Nosotros estamos dentro del territorio provincial y nos rigen las leyes de Río Negro, y el Parque Nacional, al ser un territorio federal, tiene totalmente distinto accionar y distintas reglamentaciones para la producción”.
Detalló que “el Parque Nacional fiscaliza la cantidad de animales, las poblaciones, las mejoras que se pueden hacer. El productor no tiene libertad plena de acción. Está todo regulado y todo fiscalizado. Entonces, si bien somos vecinos del mismo valle, y utilizamos los servicios los públicos de la provincia de Río Negro, como educación, seguridad, salud, al momento de las explotaciones agropecuarias, tienen una realidad totalmente distinta”.
A su lado, en una improvisada asamblea de productores sobre un prado verde, un padre y su hijo asienten. Dicen que recién vienen bajando de la zona de los incendios del lado del Parque Nacional. Fueron los productores los que se organizaron para colocar motobombas sobre los cursos de agua para enfriar la biomasa que se desarrolla debajo del bosque.
“Con los incendios nos consolidamos como comunidad”, fue una de las frases repetidas en una ronda que conformaron unas 30 personas que llegaron a uno de los establecimientos que se dedican al turismo, en este caso Tierraventura, que está ubicado a 12 kilómetros del límite con Chile.
Lisandro explica durante una entrevista con +P, que la comuna del Manso tiene 90.000 hectáreas. Limita hacia el norte con el Parque Nacional Nahuel Huapi, hacia el sur con el ejido de El Bolsón, y hacia el oeste con el ejido de Ñorquinco, y hacia el oeste con el límite con Chile. Dentro de esas 90.000 hectáreas, hay 1.500 habitantes y la asociación que preside tiene unos 115 socios activos, con distintas actividades productivas.
La mayoría “son pequeños productores, multidiversos, que hacen un poquito de todo. Capaz que tienen superficie con frambuesas, otra con ovejas, un poco de turismo y algo de aserradero”. Luego de 20 años inactiva, hace tres la asociación volvió a cobrar vida. Una vez más una adversidad les dio pie para consolidar sus vínculos. “Logramos que, con un dinero que hubo por una emergencia de incendio que ocurrió en el año 2022, se compre un tractor, y que ese tractor quede en comodato con la asociación. Ahora tenemos un equipito de labranza y siembra para los socios y vecinos del Valle del Manso, con un costo mínimo del gasoil, tractorista, y mantenimiento”.
Con un pasado de neto corte ganadero y forestal, “hace más o menos 20 años El Manso empezó a ser un destino de turismo de aventura, básicamente por el rafting, y a partir de eso, se hizo conocido el Valle del Manso como un lugar muy lindo, muy pintoresco, y de a poco la gente ha ido tratando de armar un camping o una cabaña, un lugar para esparcimiento diario, y eso hace que -hoy por hoy-, tenga una oferta de un turismo para fin de semana”.
En el caso de Lisando, administra un establecimiento que surgió en 1944, cuando su abuelo llegó a este valle. En esos años, llegar a Bariloche (95 kilómetros), demoraba un día de travesía en verano y dos días en invierno. “Nosotros tenemos un lote de vacas Hereford de 100 vientres, otro de ovejas Texel de 100 ovejas, que son más que nada para consumo. Y trabajamos también la parte de forestación. Tenemos un aserradero portátil, con en el cual aprovechamos la madera que nos va dejando el bosque, bajo las normas del servicio forestal andino. Eso junto con la actividad turística, porque tenemos en pedazo de costa de río, donde brindamos un servicio de merienda a la gente que hace excursiones”.
Los productores consultados, resaltaron las virtudes del Hereford para adaptase al ambiente boscoso. “Arriba, entre las lengas, tengo algunas vacas”, dice Lisandro, cuando se le consulta como es la cría en esta zona. En invierno, los animales bajan y se los encierra, donde se suplementa la dieta para su terminación. En fin, todas historias de productores que reflejan el esfuerzo que es mantener sus explotaciones a flote.
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