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Incendios en El Bolsón: temperaturas llegaron a los 900°C dejando los suelos productivos diezmados

Técnicos del INTA determinaron que el incendio en El Bolsón afectó uno de los principales activos para la producción: el suelo.

Fue personal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) el que realizó el primer relevamiento para mensurar el daño causado por los incendios que se desataron en la zona de EL Bolsón, con epicentro en el paraje Mallín Ahogado. Con los resultados de este trabajo se pudo avanzar en la declaración de “zona de emergencia y desastre”, que dictó el gobierno nacional, y la declaración de “emergencia social, económica, habitacional y productiva”, emitida por el gobierno provincial. Una de las conclusiones es que “hay afectación de suelo”, lo cual implica años de demora en la recuperación de la fertilidad que poseían antes de las llamas. Otra definición categórica fue que, sobre el área bajo estudio (unas 3.800 hectáreas aledañas a Mallín Ahogado) el origen de los siniestros “obedecen a causas antrópicas”. Esto es, sin abrir juicios de valor sobre si fueron accidentales o intencionales, que se originaron en “acciones humanas”.

Entre las ruinas de lo que fue su hogar, algunos pobladores hasta le ponen nombre y apellido a los incendiarios. Gente de trabajo que perdió todo lo construido en 30 años. Están llenos de hollín, pero enteros de ánimo. En el establecimiento Jorge Fusswinkel, quien con su esposa llevan 30 años en Mallín Ahogado, hay al costado de lo que fue su casa, un tambor tiznado. Sobre la tapa, se ven restos metálicos. Hay un pequeño cigüeñal y unas grandes gotas de aluminio aplastadas contra la tapa de metal del tambor. Esos restos son de una motosierra. El metal del motor se derritió. Los pobladores hablan de temperaturas de 900°C cuando el fuego avanzó sobre sus establecimientos. Mauro Sarasola, ingeniero forestal y Director de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA lo explica así: “Al haber tanta biomasa, en el caso de plantaciones y de bosque nativo, levantó grandes temperaturas. Y eso, en los lugares que ha sido muy intenso, te afecta la estructura del suelo. O sea, no solo quema la vegetación, sino que afecta la estructura del suelo”.

Fusswinkel es efusivo y amable. Instaló una carpa y una casilla. Sobre unos tablones hay comida y agua. Despejan el lugar de escombros. A su lado su esposa Liliana Stephan, una mujer alta y de mirada firme, que dice: “A nosotros nos enseñaron a hacer lo que hay que hacer. Y hoy cuando nos levantamos, lo que hay que hacer es sacar cenizas y limpiar”. Es psicóloga. Liliana estuvo sentada unos minutos entre los restos de lo que era su taller. Luego, con rastrillo intentó rescatar de entre las cenizas alguna cabeza de martillo, llaves, bulones, de esos que se guardan en los frascos; frascos reventaron por el calor. A un costado su puede observar un tétrico cuadro con unas filas de manzanas. “Hace pocos años que comenzaron a dar como deben dar”, comentó. Las manzanas están asadas y colgando de escuálidos pedúnculos. Es muy lectora y recomienda libros. Para ella, detrás de los incendios hay gente que usa estas tétricas estrategias para cuestionar gobiernos y al modelo capitalista. Gente que piensa que, cuanto peor van las cosas, es mejor para lograr sus oscuros intereses. En la zona, es algo que no solo Liliana lo piensa.

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Liliana, con rasgos que reflejan cansancio, asegura: “A nosotros nos enseñaron a hacer lo que hay que hacer. Y hoy cuando nos levantamos, lo que hay que hacer es sacar cenizas y limpiar”. (Foto: Gentileza Fabricio González)

Liliana, con rasgos que reflejan cansancio, asegura: “A nosotros nos enseñaron a hacer lo que hay que hacer. Y hoy cuando nos levantamos, lo que hay que hacer es sacar cenizas y limpiar”. (Foto: Gentileza Fabricio González)

En la puerta de la Municipalidad de El Bolsón, +P logró entrevistar a Mauro Sarasola. Por ser una zona de cultivos bajo cubierta o huertas agroecológicas, se perdieron miles de metros de los caños plásticos que se usan para los sistemas de riego. Si bien fueron unas 150 familias afectadas, el fuego destruyó “300 instalaciones”, entre viviendas, galpones, invernáculos y demás construcciones. Eso causó pérdidas en cultivos, herramientas, alimento almacenado para los animales, y elementos de labranza. En cuanto a la infraestructura de servicios, cayeron las líneas eléctricas y en los campos no hay energía para regar. También, según detalló el Gobernador Alberto Weretilneck en la reciente Expo Ganadera de Maquinchao, el fuego destruyó 51.000 metros lineales de alambrados.

Pero tal vez hay un aspecto difícil de cuantificar, y es la pérdida de materia orgánica y la fertilidad de la tierra. Sarasola explicó que “es un desafío reconstituir el sistema productivo, porque ahí también se quemaban los suelos y la base de la producción siempre son los suelos. Entonces, en los lugares donde el fuego es muy intenso, se quema y se cambia la propiedad del suelo. Así que ahí también, indudablemente, van a tener que trabajar especialistas en ese tema”.

La otra lucha, tras el incendio

En director del INTA Bariloche advirtió que “ahora se viene el invierno, se va a venir la lluvia, las nevadas, entonces eso puede producir erosión, lavado de suelos, ya sea por viento o por lluvia”, y por eso consideró que “se van a tener que implementar medidas de restauración en términos generales, y en algunos casos, medidas de fijación de suelo”. Entre las acciones para recuperar la fertilidad afectada, “se suele hacer siembra con algunas gramíneas, con algunas especies herbáceas anuales, para ir fijando el suelo y para empezar a recuperarlo. La meta es que comience a haber materia orgánica y que empiece a haber sostén,”.

Con esas labores, “se comienza a generar todo un ecosistema entre raíces y microorganismos. Porque los suelos tienen una biodiversidad específica, uno a veces conoce lo más tradicional, como son las lombrices, que es algo macros, pero hay muchas otras bacterias, hongos y otros organismos que hay que recuperar”. Y agregó: “entiendo que, con materia orgánica, con riego y con siembra se pueden ir recuperando esos suelos”.

Luego de más de una recorrida por la zona afectada, el Director del INTA Bariloche aseguró que “todos coincidimos, provincia, municipio y el INTA con todo lo que se ha visto y el daño es muy grande”. Para hacer más precisa la evaluación “se utilizó una técnica con gente de INTA de Córdoba, con imágenes satelitales, donde se pudo establecer las construcciones afectadas, que son más de 300, entran viviendas y galpones. A su vez se vieron afectados sistemas de riego, tanques de agua, torres de agua. También hubo mucho daño en herramientas y maquinaria”.

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Mauro Sarasola director INTA Bariloche y Jorge Fusswinkel, uno de los productores de Mallín Ahogado. (Foto: Gentileza Fabricio González)

Mauro Sarasola director INTA Bariloche y Jorge Fusswinkel, uno de los productores de Mallín Ahogado. (Foto: Gentileza Fabricio González)

Como conclusión, este ingeniero nacido egresado de la Universidad Nacional de La Plata, aseguró que “el primer pantallazo es un escenario de desastre, porque se afectó no solo la parte productiva, sino que además afectó una zona que es semi-rural, donde hay muchas viviendas, chacras. Y también afectó bosques y áreas nativas. Son unas 2.000 hectáreas de bosque de áreas naturales protegidas como Área Natural Protegida Río Azul Lago Escondido (Anprale) y Loma del Medio”.

Lo cierto es que, si bien el área afectada es menor a los avances del fuego en Chubut o Neuquén, aquí se trata de un incendio “con mucho impacto social por la cantidad de viviendas y por la cantidad de familias que afectó”. Sarasola también se refirió a los incendios en otro punto de Río Negro, como el que aún se mantiene vivo en el valle del río Manzo: “Ese incendio, a diferencia de este, que fue por causas antrópicas, el de esa zona es por causas naturales, por un rayo, y ese está vigente desde diciembre y ya afectó más de 15.000 hectáreas”.

Sobre los daños que sufrió el sistema productivo, el directivo de INTA sostuvo que “la zona de Mallín Ahogado es un lugar de producción diversificada porque hay de todo un poco, Había plantaciones forestales (se quemaron más de 160 hectáreas de plantaciones forestales), había un sistema frutícola, de fruta fina principalmente. Producción de alimentos de todo tipo, como hortícolas, los que se producían en granjas de cultivos agroecológicos. También había animales, algunos más para autoconsumo, pero había gente que tenían ovejas, ganado, y también fueron afectados”.

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