Autorizan tres insecticidas para el control de la chicharrita
Mientras la plaga hace estragos en el centro del país, el Senasa dio prioridad de evaluación de los trámites para la ampliación de uso de tres productos que ya se encontraban registrados.
La Secretaría de Bioeconomía informó que el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) agilizó los tiempos de autorización de tres insecticidas para el control de la chicharrita que es el insecto vector del Spiroplasma, agente causal del llamado "achaparramiento del maíz".
Los productos autorizados son Expedition, Fortenza semillero y Verdavis. El Senasa dio prioridad de evaluación de los trámites presentados para la ampliación de uso de estos productos que ya se encontraban registrados en su Dirección de Agroquímicos y Biológicos.
Esto posibilita a los productores disponer de alternativas para el control de la plaga y constituye una herramienta más para el manejo integral.
La chicharrita
¿De qué hablamos cuando hablamos del achaparramiento del maíz? Para empezar, el Instituto de Patología Vegetal (IPAVE), hace más de 30 años trabaja en la identificación y epidemiología de la enfermedad, generando reactivos para identificar los patógenos que la causan y los efectos sobre el rendimiento.
El achaparramiento del maíz es una enfermedad endémica en el norte de Argentina y hasta el momento se han identificado cuatro patógenos que la causan, que son transmitidos por la chicharrita Dalbulus maidis como insecto vector. Los patógenos involucrados son dos mollicutes, Spiroplasma kunkelii y Maize bushy stunt phytoplasma y dos virus Maize rayado fino virus y Maize striate mosaic virus, que pueden encontrarse en infecciones simples o mixtas.
Esta enfermedad tiene una amplia distribución que va desde el sur de Estados Unidos hasta la Patagonia.
Síntomas y consecuencias
En nuestro país, la enfermedad es causada principalmente por el mollicute S. kunkelii, denominado comúnmente Corn stunt spiroplasma, un patógeno sistémico que infecta todas las partes de la planta, translocándose a través del floema.
Las plantas infectadas manifiestan distintos síntomas, el más típico es una clorosis foliar que comienza a desarrollarse desde la base de la hoja, aunque es muy poco frecuente observarla a campo en Argentina. En algunos casos las hojas presentan enrojecimiento y bordes recortados, acortamiento de entrenudos y plantas multiespigas. Estos síntomas pueden manifestarse tanto en etapas vegetativas como en reproductivas. En las condiciones que se presentan en Argentina, generalmente se manifiestan en el periodo de posfloración, especialmente R4 en adelante.
El reconocimiento de los síntomas en el campo resulta dificultoso debido a que la expresión de los síntomas depende de múltiples factores, como las condiciones ambientales (principalmente temperaturas), el híbrido, la presencia conjunta con otros patógenos, la presión del inóculo y el estado fenológico del cultivo al momento de la infección. Las plantas enfermas terminan su ciclo anticipadamente y se interrumpe el llenado de sus granos.
Una vez cosechada, se observan espigas blandas con granos de menor tamaño y peso. Por tales motivos, la confirmación de la presencia de CSS debe realizarse mediante diagnóstico de laboratorio.
Además, otros patógenos suelen aparecer junto al espiroplasma, lo que dificulta el diagnóstico a campo, que es ya de por sí complejo. Uno de tales patógenos es un procarionte (bacteria), similar al espiroplasma, mientras que otros son virus. Algunos son transmitidos por la misma Dalbulus maidis, mientras que en otros casos actúan las chicharritas del “Mal de Río Cuarto”, pulgones, ácaros, coleópteros y trips. Algunos afectan solo al maíz y otros se multiplican en cualquier gramínea, cultivada o silvestre, que se encuentra en el ambiente, ya sean estivales o invernales.
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