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La huella profunda que deja un hombre "silencioso"

La muerte de Carlos Achetoni si hizo sentir en todo el campo argentino. Sin lugar a dudas, dejó una huella profunda.

La inesperada muerte de Carlos Achetoni, el titular de la Federación Agraria Argentina, causó lógica conmoción en el mundo agropecuario, y no solo por la forma trágica en que se produjo (un accidente en Ameghino, Buenos Aires, camino a su casa en el pequeño pueblo de Bowen, en Mendoza), ni por los apenas 57 años que tenía sino, más vale, por la sincera tristeza que provocó en los que pudieron conocerlo. Es más, se trató de una pena que se fue consolidando con el paso de las horas, y en la misma medida que se agrandaba la imagen de ese hombre callado, discreto que, contrariamente a muchos otros dirigentes, casi parecía querer pasar desapercibido.

“Carlos” se había convertido en titular de los federados hacía 6 años, en 2018 cuando, en forma también sorpresiva para pampeanos y porteños, llegaba al máximo cargo de la entidad nacional centenaria, aquel pequeño productor frutícola, de apenas 7 hectáreas, y mendocino. Sin embargo, ya se lo conocía bien en Cuyo donde venía de una larga lucha por la Ley de Agua (clave para la producción en aquella zona), y había conseguido el seguro multirriesgo en su provincia, algo que la Nación todavía no logra, entre otras cosas. Nieto de inmigrantes italianos, trabajar la tierra, poseerla, y defenderla, estaba lógicamente en su genética. Igual que ese orgullo de gringo “del interior”, de aquella pequeña localidad cuyana cerca de General Alvear, que casi no cambió su forma de ser durante los algo más de 6 años en los que le tocó batallar en la “Capital”, como se le sigue llamando a la ciudad de Buenos Aires desde el campo.

Y con esos antecedentes familiares, iniciado en el cooperativismo por sus mínimos cultivos de vides, y en el comercio por la venta directa a mercado de la producción de ciruelas y duraznos, su vida dirigencial estaba casi obligadamente dirigida a la Federación Agraria, entidad que hizo de la defensa y representación de los productores más chicos, el motivo de su existencia. Y nadie mejor que el, por sus padres y por sus abuelos, para saber lo que habrían sentido sus antecesores en aquel lejano agosto de 1912 cuando las diferencias entre los propietarios y los que arrendaban, en general, para aquella agricultura argentina incipiente que consolidaron esos “los gringos”, derivaron en el hito del Grito de Alcorta que dio lugar a la formación de “su” entidad.

Pero su ser callado no llegaba a ocultar la tenacidad, las convicciones profundas que hasta a veces se confundían con tozudez, ni la misma capacidad de trabajo que ya había desplegado para sostener esa pequeña finca, y con ella hacer crecer también a su familia, y hasta poder ascender el mismo hasta el máximo cargo nacional de su entidad. También fue un logro alcanzar a ser un miembro de la emblemática “Mesa de Enlace”, que surgiera en aquel otro conflicto, mucho más reciente, la famosa Resolución 125 de retenciones móviles en 2008, y que llevó a un enfrentamiento del campo con el gobierno que duró 4 meses (desde el 11 de marzo hasta el 17 de julio), y le costo el cargo al Jefe de Gabinete de entonces (Alberto Fernández); al Ministro de Economía (el actual titular de la UCR, Martín Lusteau), y al titular de Agricultura (otro ex radical, Javier de Urquiza). Se decía, además, que hasta la propia presidente en aquel momento, Cristina Fernández, había estado a punto de dimitir, entre otras cosas, porque su vicepresidente, el también mendocino Julio Cleto Cobos, como titular del Senado, había sido el responsable de “desempatar” la votación por la aprobación del nuevo incremento que se pretendía de las retenciones, con aquel famoso: “mi voto es no positivo” (SIC), que de golpe transformó lo que casi se descontaba como una sentencia para el campo y su dirigencia, en un inesperado triunfo.

Es probable, además, que aquella épica, cuando el ya militaba en el camino de la dirigencia federada, y aunque había tenido la responsabilidad de conducir la actividad de su filial durante el largo conflicto, haya influido también en un joven Achetoni que por entonces estaba estrenando recién sus cuarenta.

Pero ser sucesor de aquel Mario Llambías de CRA; Carlos Garetto de Coninagro, o Eduardo Buzzi de la Federación Agraria, eran para él tanto un honor, como un desafío. Y tal vez por eso, su rol en el nuevo equipo, fue más equiparable al de aquel Luciano Miguens de la Sociedad Rural, el más moderado y conciliador del primer cuarteto. Ahora era “Carlos” el que tenía mayor capacidad de escuchar, el que podía ponerse “en el lugar del otro”, pero sin abandonar sus convicciones. Era, sin duda, el más empático y el que preferían la mayoría de los funcionarios por su moderación sin estridencias y porque no levantaba la voz, aunque su firmeza y persistencia eran difíciles de quebrar cuando tenía un objetivo definido, tal lo reconocen hasta sus colaboradores más cercanos.

Templado en la lucha siempre desigual contra la naturaleza, le resultó más familiar que a otros el ríspido camino de la arena gremial, aunque significara negociar muchas veces en desigualdad de condiciones, y otras tantas en forma más emocional que lógica, especialmente, para una entidad identificada con “los productores pequeños y medianos”…

Pero no claudicó. Ya llevaba 6 años en el cargo y, además de la sorpresa de su ascenso en 2018, también logró luego con relativa facilidad las dos siguientes reelecciones. Sin embargo, su trayectoria seguramente va a ser recordada no por sus propios triunfos gremiales que no fueron pocos, sino por la capacidad de conciliar, primero con sus pares que en más de un momento estuvieron a muy poco de romper la Mesa de Enlace (tanto por cuestiones de fondo, como por temas absolutamente menores, o personalismos); pero más aún, con los distintos gobiernos y funcionarios en los que le tocó actuar: Mauricio Macri (PRO) en 2018; Alberto Fernández (Frente para la Victoria) diciembre de 2019 al 2023, y Javier Milei (La Libertad Avanza -LLA) desde diciembre del año pasado hasta ahora. En todos los casos, su comportamiento, sus formas, su caballerosidad, siguieron siendo las mismas. Su objetivo era mejorarle la vida a los productores a los que representaba. Con él no había sospecha de apetencias personales.

Y es probable que justamente ese sea el mayor y más trascendente legado que deja un hombre, aparentemente silencioso, pero que sin duda hablaba con la coherencia de sus actos.

Era profundamente creyente, y murió el 24 de mayo, día de María Auxiliadora, Patrona del campo…

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