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¿Por qué se expande la protesta de agricultores en UE?

Los agricultores de la UE se lanzaron a las rutas. Se suman países a las protestas y bloqueos. ¿Qué hay detrás de los reclamos?

Hace unos días les mostrábamos una postal diferente de la Puerta de Brandeburgo, en Berlín: decenas de tractores recorrían las calles alemanas y bloqueaban rutas y autopistas a paso lento. Esta imagen comenzó a expandirse por otras capitales y ciudades de Europa, replicándose en Polonia, Rumania, Bélgica, Países Bajos y Francia. En los próximos días se sumarán los agricultores de España e Italia.

Todo el campo de la Unión Europea (UE) unifica su grito de protesta, en una año electoral donde la política mira con cierto recelo esta nueva edición de la rebelión en la granja.

Pero, ¿Qué es lo que pasó para que, de un día para otro, el campo organizado se levante en el Viejo Continente?, ¿Qué es lo que reclaman?

Lo primero que hay que mencionar que la lucha que vienen sosteniendo los agricultores europeos lleva ya más de dos décadas y es producto de las progresivas regulaciones que le impone Bruselas para lograr producir en forma más amigable con el medio ambiente. Proyecto noble, pero que genera una suba de costos para el agricultor comunitario que no es compensada con los subsidios que reciben de Bruselas. Con la puesta en marcha de la Política Agrícola Común (PAC), el escenario empeoró. El 2 de diciembre de 2021 se adoptó oficialmente el acuerdo sobre la reforma de la PAC. Esto marcó el comienzo de la implementación de los 28 Planes Estratégicos de la PAC aprobados en 27 países de la UE (los miembros de la UE tienen un Plan Estratégico cada uno, excepto Bélgica, que tiene uno para Flandes y otro para Valonia). La nueva legislación, que entró en vigor el 1 de enero de 2023, comenzó a acelerar los ajuste que ya venía haciendo cada país miembro en forma poco organizada.

El objetivo de la PAC -a parte de la sustentabilidad de la producción agropecuaria- es buscar converger en una sola la política agropecuaria para los todos los países de la UE. Unificar, en el tiempo, criterios de producción, almacenamiento y comercialización de la producción en el Viejo Continente. Tarea titánica si las hay teniendo en cuenta la diversidad existente en todos los planos -político, económico y social- entre los distintos países que componen el bloque comercial.

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Bloqueos de los agricultores en torno a París en espera de medidas de ayuda del Gobierno.

Bloqueos de los agricultores en torno a París en espera de medidas de ayuda del Gobierno.

Si bien existen diferencias entre las demandas de los agricultores, los reclamos del campo europeo se los puede resumir en los siguiente puntos.

- Cambiar la situación de competencia que, según los agricultores, sufren respecto a productos importados. Aquí encontramos dos contextos para el análisis. El primero de ellos se define en el comercio intra comunitario. No son los mismos los costos de producción de cualquier alimento en un país de Europa oriental que otro de Europa occidental. Sin ir más lejos, la mano de obra de un galpón de empaque frutícola en Polonia está en los 4,5 euros la hora contra casi 12 euros en Alemania. Si a este componente se le suma que el poder adquisitivo del bloque occidental más que duplica al de los países del este europeo, esta claro que la oferta de alimentos tenderá a ser colocada en la primera de las zonas mencionadas con claras ventajas competitivas de esta segunda. El segundo contexto, es toda aquella importación extra comunitaria. Europa, principalmente occidental, recibe todo tipo de alimentos provenientes del resto de los continentes. Muchos de ellos no cumplen con las reglas de producción -fundamentalmente medioambientales- que se les exige a los agricultores europeos, generando esto diferencias en los costos de producción a favor de los alimentos importados.

- Cumplimiento de la garantía que permite que los ingresos que percibe los agricultores sean superiores a sus costos de producción. La mayor parte de los países comunitarios tiene esta concesión. En Francia, se la denomina la ley 'Egalim' que impone reglas en las negociaciones comerciales entre agricultores, industriales y distribuidores. Pero hay voces, como algunos sindicatos agrícolas, que se quejan de que los grupos de distribución recurren a las centrales de compras en el extranjero para adquirir productos a precios más bajos exonerándose de estas reglas. El grupo francés Leclerc constituyó en 2016 la central de compras Euirelec Trading en Países Bajos con su socio alemán Rewe. La cooperativa gala Système U también tiene una central de compras en Países Bajos con otras empresas del sector neerlandesas y alemanas. Por su lado, la compañía francesa Carrefour, ha agrupado por su parte desde 2023 sus filiales en Francia, España, Italia, Bélgica, Rumanía y Polonia en la central de compras Eureca, con sede en España. Todo ello para, presumiblemente, eludir la Ley "Egalim". Algo similar ocurre en España, Italia y países del norte de Europa, con sedes de distribución en el este de Europa.

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- A partir de la aplicación de la PAC crecieron sensiblemente las transferencias de Bruselas para mantener los gastos burocráticos, fondos que anteriormente llegaban en forma directa a los productores. El año pasado se gastaron en estas partidas cerca de 450 millones de euros, proyectando llegar al 2025 a cerca de 1.000 millones euros por todos los entes de control que hay que conformar para hacer un seguimiento eficiente sobre los objetivos impulsados por la PAC.

- Modificación de la política europea para poner fin al barbecho obligatorio. Había quedado establecido -por una cuestión de resarcimiento medioambiental- que los agricultores deberían dejar el 4% de sus tierras libres de cultivos agrícola; en barbecho, pasturas naturales o árboles. Ayer jueves la Comisión Europea (CE) propuso derogar durante todo el año 2024 la norma y que los productores sigan recibiendo los pagos directos de la PAC. En vez de mantener la tierra en barbecho o sin producir en el 4 % del terreno cultivable, los agricultores podrán plantar cultivos fijadores de nitrógeno (lentejas, guisantes o habas) o cultivos intermedios en el 7 % de sus tierras cultivables. En ese caso, se considerará que cumplen con la norma y podrán recibir el apoyo de la PAC.

- Limitación a productos de Ucrania, que gozan de ventajas arancelarias. Este tema también fue tratado ayer en Bruselas, donde se propuso prorrogar el libre comercio con Ucrania hasta junio de 2025, pero con un nuevo ajuste para permitir algunas restricciones. En la práctica este cambio significa que si uno o varios Estados miembros se enfrentan a un exceso de productos agrícolas ucranianos, Bruselas podría dar luz verde a limitar la venta y el almacenamiento de estos productos dentro del país afectado. Además, la Comisión ha puesto en marcha una nueva salvaguardia para mantener bajo control los "productos más sensibles" procedentes de Ucrania, como las aves de corral, los huevos y el azúcar. Si estos volúmenes de importación aumentan por encima de los niveles registrados en 2022 y 2023, se activará automáticamente un freno de emergencia y se reintroducirán los aranceles anteriores a la guerra.

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Las protestas lleva a una mayor proteccionismo del mercado internacional.

Las protestas lleva a una mayor proteccionismo del mercado internacional.

- Poner fin a los acuerdos de libre comercio con otros bloques económicos, en referencia al Mercosur. En relación con este último punto, el presidente francés, Emmanuel Macron, tiene planeado proponer a la Comisión Europa la ruptura de las negociaciones con el Mercosur, pendientes desde 2019.

¿Proceso de desglobalización?

Los problemas para mantener unido al bloque comunitario emergen con fuerza. La inflación, la guerra con Ucrania, la masiva inmigración, la falta de crecimiento; todos factores que terminan por erosionar los cimientos filosóficos sobre los que se construyó el ideario de la Unión Europea. En todos estos años mucha fue la energía que se destino para mantener la unidad del bloque.

Hoy Europa se encuentra en un punto crítico. El descontento de los agricultores europeos suele estar alimentado por la ira contra las políticas de Bruselas. El sector agrícola ve con recelo las medidas introducidas para renovar el nuevo paquete de la PAC de 59.750 millones millones de euros. Más del 70% de ese dinero se gasta en pagos directos a los agricultores, que sirven de red de seguridad para los cambios ambientales que exige Bruselas. Casi esa misma cifra destina anualmente la UE como ayuda a Ucrania para sostener la guerra en el territorio. Los agricultores europeos solicitan que se revisen esos fondos.

En Rumania, el campo ha estado protestando contra el alto precio del diésel, de los seguros y las medidas de la UE, así como contra la competencia de Ucrania. El medio de comunicación Kronika dijo este mes que el hecho de que la UE permitiera la entrada de productos ucranianos baratos era "como si una persona que no sabe nadar intenta salvar a una persona que se está ahogando. Ambos se ahogan".

En Polonia, los agricultores iniciaron una protesta a nivel nacional el 24 de enero contra las importaciones agrícolas ucranianas. "El grano ucraniano debería ir adonde pertenece: a los mercados asiáticos o africanos, no a Europa", les dijo a los medios polacos Adrian Wawrzyniak, portavoz del sindicato de agricultores polacos en medio del bloqueo de 160 rutas. Y opiniones similares se escucharon en Eslovaquia y Hungría.

En definitiva, la compasión por un país que se defendía de la invasión rusa pasó a un segundo plano.

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Las protestas movilizaron a las familias que trabajan en los campos de Europa.

Las protestas movilizaron a las familias que trabajan en los campos de Europa.

Los hombres y mujeres del campo europeo se sienten marginados del esfuerzo que hacen día tras día para producir alimentos. Sienten que Bruselas no los protege frente a los cambios que exige y todo esto presiona para que el proteccionismo comience a emerger como alternativa a la crisis, propuesta que muchos partidos de derecha y ultraderecha europeos están promoviendo en sus discursos. Jordan Bardella, de la Agrupación Nacional de Francia (el partido de Marine Le Pen), participó de las manifestaciones. Por su parte, el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) también salió a respaldar la causa de los agricultores alemanes.

Los resultados de las próximas elecciones en Europa mucho tendrá que ver con las respuestas que de Bruselas al sector agropecuario en los días venideros. Históricamente la conformación social del hombre de campo europeo ha sido conservadora, algo que los partidos de ultraderecha tienen en claro.

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