Patagonia

Frutillas del Viento: el innovador proyecto que revoluciona la producción en Patagonia

La propuesta une producción intensiva de frutillas con energías eólica y solar. Desde hace 3 años, con el proyecto “Frutillas del viento”, se cultivan de 15.000 a 17.000 plantines por año.

Desde el corazón de la Patagonia, un proyecto innovador está transformando la forma de producir frutillas mientras integra energía renovable y prácticas agrícolas sostenibles. Las “Frutillas del Viento”, como se las conoce, son mucho más que un cultivo: son el resultado de una apuesta por una transición energética justa y un futuro agrícola inclusivo.

Las “Frutillas del viento” que se producen en Chubut se caracterizan por su sabor, principalmente por la dulzura. Con el fin de impulsar su producción, investigadores y extensionistas del INTA Esquel promueven la integración de energías renovables para cultivar en microtúneles con riego por goteo, utilizando aerogeneradores y energía solar para el bombeo de agua.

“Con el sistema de riego por goteo se logra hacer un uso eficiente y racional del agua, ya que día a día la lámina de riego requerida por el cultivo varía, ya sea por temperatura o por viento”, dijo Eduardo Miserendino, de INTA Esquel.

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Esta tecnología garantiza un rendimiento óptimo en el cultivo y posibilita una alta rentabilidad; además, es una alternativa a las producciones tradicionales. Por esto, el equipo del INTA plantea el cultivo en microtúneles, con riego por goteo, cobertura de suelo con mulch negro y plantación en lomo a doble hilera. En este sistema de producción la fruta es de alta calidad y se produce con fertilización orgánica. Asimismo, se introducen sistemas de bombeo de agua que son impulsados por energías renovables.

El éxito de este trabajo surge de la vinculación del INTA con la Fundación 500RPM –abocada a las energías renovables–. El proyecto permite que llegue la energía a zonas rurales y capacitar de manera práctica en energía eólica a los productores, en este caso participan 23 productores y se implantaron más de 50.000 plantines distribuidos en Alto Río Percy, Cholila, El Hoyo, Paso del Sapo, Costa del Lepá, Paso de Indios, Tecka y Esquel.

“Para llevar adelante la integración de la energía renovable, construyeron molinos eólicos que se realizan con escuelas técnicas de la provincia. Estos convierten la energía del viento en energía eléctrica y se utilizan en las instalaciones productivas, así como paneles fotovoltaicos”, indicó Miserendino.

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La plantación de la frutilla en la Patagonia se realiza entre septiembre y octubre. Foto: INTA

La plantación de la frutilla en la Patagonia se realiza entre septiembre y octubre. Foto: INTA

Esta región posee dos situaciones con respecto a la pluviometría anual, mientras en la zona de Esquel el régimen pluviométrico es de entre 500 y 600 milímetros al año y a 100 kilómetros hacia el este no supera los 200 milímetros al año. En la temporada productiva que va desde septiembre a mayo el clima es variable, en primavera hay fuertes vientos, heladas y días cálidos.

“La variabilidad climática es mitigada con el microtúnel. Que permite, mediante el manejo de apertura y cierre, mantener las temperaturas adecuadas al cultivo y protegerla del viento. No existe mes libre de helada, por lo cual hay que estar alerta para proteger el cultivo”, señaló el especialista del INTA.

En cuanto al manejo del cultivo, el riego por goteo consiste en cintas que tienen emisores (goteros) cada 10 centímetros y que distribuyen 1 litro por hora. Estas cintas cuando se abren las válvulas se llenan de agua y una vez alcanzada la presión adecuada, comienzan a gotear. Por otro lado, el horario de riego se programa cuando hay más intensidad solar, cuando más requerimiento tiene la planta y que además permite que la misma no sufra por excesivo calor.

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Se ajusta la fertilización de acuerdo con las características de sus suelos, agua y tiempos de riego. Foto: INTA

Se ajusta la fertilización de acuerdo con las características de sus suelos, agua y tiempos de riego. Foto: INTA

La plantación de la frutilla en la Patagonia se realiza entre septiembre y octubre, meses muy fríos, pero donde comienzan a alargarse los días, lo que permite que dentro del microtúnel se logre elevar la temperatura, por ende, el cultivo comienza su crecimiento. La cosecha comienza en noviembre y se extiende hasta marzo.

No obstante, Miserendino agregó que “las primeras flores no siempre son adecuadamente polinizadas por ausencia de insectos o por heladas extremas que dañan la flor. Por lo que las primeras frutas, que se utilizan para la elaboración de dulce, salen deformadas”.

Frutillas de la estepa patagónica

La dulzura de estas frutillas se debe a dos condiciones: por un lado, al tener días de verano de un largo superior al de otras zonas de producción (más de 16 horas de luz) y noches con temperaturas frescas (8 a 13 grados), deriva en que la planta pase muchas horas fotosintetizando, es decir, produciendo azúcares.

Asimismo, durante la noche la tasa de respiración –consumo de azúcar– es baja y la acumulación de azúcares es mayor (10 a 14 grados brix), mientras que las frutillas de otras zonas poseen entre 7 a 8 grados brix.

“Este proceso, si no es acompañado por un manejo de fertilización adecuado puede presentar variaciones. Desde el proyecto ‘Frutillas del viento’ el equipo técnico del INTA ajusta la fertilización de cada uno de los productores de acuerdo con las características de sus suelos, agua y tiempos de riego. Por otro lado, propone el uso de fertilizantes orgánicos para fertirriego y realiza pruebas con microorganismos locales como promotores de crecimiento para que los cultivos sean seguros y productivos”, aclaró Miserendino.

Fuente: INTA

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Por otra parte, en el noroeste de Chubut, existe la mayor superficie destinada a la producción de plantines de frutilla. Cerca de 6 viveros especializados producen 65 millones de plantines que se utilizan en la zona núcleo de producción de Argentina (Coronda y Tucumán). Son 250 hectáreas entre El Maitén y Trevelin donde el cultivo se realiza principalmente a campo y el riego es por aspersión. Los viveros proveen de plantas para producción en invierno para las 1300 hectáreas de frutillas del norte del país.

En cuanto a la producción de fruta, estas se concentran en la zona de El Hoyo y en Trevelin con distintos niveles de tecnificación donde en algunos casos se riega por surco y sin mulch, lo que conlleva una calidad inferior de fruta.

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