La historia de Juan Barcia Trelles y la experimental que dio origen a la fruticultura en el Valle
La Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCo realiza hoy un acto conmemorativo por el Centenario del Edificio Barcia Trelles. En este contexto, recordamos al ingeniero español con el que empezó la fruticultura en el Valle.
En 1910, el ministro de Obras Públicas del gobierno nacional, Ezequiel Ramos Mexía firmó un contrato con la empresa Ferrocarril del Sud para que ejecutara las obras de irrigación en los valles de Río Negro y Neuquén, en el territorio comprendido entre el lago Pellegrini y la estación Chichinales.
Viendo las potencialidades de la nueva zona de regadío, la empresa ferroviaria formó la compañía Tierras del Sud, con el objetivo de constituir una colonia agrícola a la cual denominaron “La Picasa”, dentro del área irrigada por el nuevo canal, en 3.000 hectáreas ubicadas en el área de la actual ciudad de Cinco Saltos. Luego de ser parcelada en fracciones de entre 2 y 50 hectáreas, la tierra de esta nueva colonia se comenzó a comercializar buscando radicar familias agricultoras.
Para estudiar el comportamiento de los diferentes cultivos, la sección de fomento rural del Ferrocarril Sud proyectó la creación de una chacra experimental dentro de la colonia, en una superficie de 24 hectáreas. Inaugurada en 1918, se contrató a Juan Barcia Trelles como director de la Experimental por un período de cinco años.
El comienzo
Juan Barcia Trelles nació en España en el año 1877 y recibió su título de ingeniero agrícola en 1902, en la Facultad de Agronomía de Gembloux (Bélgica). Residió en Uruguay durante tres años, desempeñándose como docente en la Facultad de Agronomía. Arribó a “La Picasa” en 1915, donde dos de sus hermanos, Primitivo y Emilio, se encontraban trabajando en la ejecución de las tareas de fraccionamiento y emparejamiento de los lotes.
Durante la dirección de Barcia Trelles, en el campo de la Experimental se desmontó la vegetación nativa y construyeron la acequias para el riego, comenzando a realizarse ensayos de cultivo de hortalizas, forrajeras, vid, remolacha azucarera y algunas plantas frutales.
Los nuevos propietarios de las parcelas las dedicaron en mayor proporción a la producción de alfalfa, la que se enviaba por el ferrocarril con destino a la provincia de Buenos Aires. Este cultivo contaba con demanda y se acomodaba a la situación del productor que llego al Valle buscando mejores oportunidades, dado que no contaba con capital suficiente para mayores inversiones que la producción de pasturas, buscando un rápido retorno que le permitiera subsistir a la familia y pagar las cuotas de la deuda por la compra de la propiedad.
La fruticultura, según Barcia Trelles
En los inicios, Barcia Trelles opinaba que la fruticultura no sería el cultivo que mejor se adaptaría a estas tierras de vientos huracanados y heladas tardías, pero la evidencia y los ensayos fueron modificando su opinión.
Avizoró que si el objetivo era potenciar la capacidad productiva del Valle “ha llegado el momento de evolucionar, con la prudencia que todo cambio radical exige, hacia métodos más intensivos, de mayores rendimientos netos y que no ofrezcan los graves inconvenientes que en el orden de los riesgos naturales y comerciales presenta el monocultivo” de los alfalfales.
Al momento de plantear nuevos rumbos para el productor, diagnosticó que la producción de pera y manzana cuenta con “un porvenir inmenso”.
En 1922, las mejores manzanas que se habían exhibido en la Exposición Nacional procedían de “La Picasa”. Sin embargo, recomendaba que las variedades que se seleccionaran para aumentar su producción, debieran atender a las exigencias del mercado, dado que las preferencias de los consumidores se basan más en apariencias que en realidades. Concluía que “el porvenir frutícola de nuestros valles está en el cultivo de las pomáceas”.
Entre 1921 y 1923 se empezaron a importar y cultivar variedades seleccionadas de manzanos y perales en la Chacra Experimental, para su venta a los fruticultores. A partir de ese momento, las nuevas chacras fueron casi en su totalidad dedicadas a la producción de frutales, lo que exigía una mayor inversión por parte del propietario, que se financiaba en parte con la entrega de plantas a crédito por la compañía. Las necesidades de fertilización y conservación de la sanidad condujeron a que en la Experimental se coordinase la venta a los productores de los abonos e insecticidas, y de las máquinas para su aplicación. Además, se difundían nuevas técnicas en las prácticas de poda, conducción y otras tareas de la fruticultura intensiva.
Finalizado su período como director, a partir de 1924 Barcia Trelles se incorporó al Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación, como agrónomo regional. Posteriormente, fue designado a cargo de la Inspección de Agronomías Regionales de la Patagonia.
Cambio de ciclo
En 1923, Enrique Amos fue designado como director de la Experimental, ejerciendo esta función hasta 1929. Durante su gestión se construyeron los edificios históricos que hoy se ubican dentro del predio de la facultad de Agronomía de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo).
En esta época, la Estación Experimental adquiere el perfil de investigación y extensión en cultivos frutícolas, ya que las producciones de pastura y hortalizas no rendían un volumen importante de carga ferroviaria ni de rentabilidad para el productor. Se importan en mayor cantidad variedades de plantas frutales para estudiar su comportamiento y potencial comercial, siendo multiplicadas en un vivero para su venta a los entonces agricultores, originando así la implantación de frutales de pepita y uva para vinificar, lo que impulsó el crecimiento de la producción regional tal como lo había avizorado Barcia Trelles.
En 1930 Jaime McDonald se hace cargo de la dirección, siendo su objetivo mejorar la calidad y sanidad de los frutales para incrementar los volúmenes de producción. Se comenzó con la publicación del boletín “Sugestiones Oportunas” y se formó un equipo de recorredores para el asesoramiento a los productores. En el año 1947, en paralelo a la nacionalización del ferrocarril, la estación experimental pasó al dominio del estado nacional.
Actualmente, el predio alberga la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional del Comahue. La “casona” de la experimental fue declarada de interés histórico y designada con el nombre de Juan Barcia Trelles. Atendiendo a su historia, debería ser valorizada y conservada como uno de los hitos fundacionales de la región frutícola.
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