Allen, la gran pionera de la producción de vinos de Norpatagonia
Muchos antes del auge de la fruticultura, el Alto Valle de la provincia de Río Negro, fue testigo de una notable época en la que la vitivinicultura floreció como la primavera. La localidad de Allen, no solo tuvo la primera bodega patagónica, sino que fue una las zonas claves en la producción de vinos de mesa.
Los inicios de la actividad productiva en el Alto Vale se consolidaron en diferentes etapas, se dice que lo primero fue la producción de alfalfa y que luego vino la etapa de la producción vitivinícola. Llama la atención el dato que la primera bodega de la Norpatagonia surgió en los territorios nacionales de lo que hoy conocemos como la localidad de Allen.
Ya a fines del 1800, hay registros del Establecimiento La Valenciana, fundada por el español José Escales, quien se radicó en Allen en 1887. La Valenciana ofrecía su vino de mesa a base de semillón, llamado “Moscato de Lunel”, nombre que hace referencia a una región francesa y su Muscat de Lunel.
Según el ingeniero Federico Witkowsky, un apasionado y estudioso de la historia vitivinícola, la explicación del surgimiento de estos primeros viñedos en la localidad, tiene que ver con la llegada de trabajadores españoles e italianos a estas tierras, quienes en sus lugares de origen habían trabajado en la producción de vinos y trajeron ese expertise a los valles.
Estos inmigrantes, no solo sabían hacer vino, sino que consumían vino, otro de los puntos que jugó a favor de la creación de diferentes bodegas en Río Negro. Lo de Allen es curioso, porque no solo se estableció la primera bodega registrada de la Norpatagonia, sino que llegaron a existir más de 20 bodegas en simultáneo, algunas con gran capacidad de producción, que hoy solo existen en los recuerdos, la arquitectura y en la memoria colectiva.
Las bodegas de los primeros pobladores
La localidad de Allen se fundó el 25 de mayo de 1910, 100 años después de la revolución de mayo. Fecha que quedó por tradición, ya que la aprobación de su mensura fue en septiembre del mismo año. La llegada del ferrocarril en el mes de marzo, no solo permitió el arribo de más pobladores, sino que activó el movimiento económico y el traslado de mercancías.
Patricio Piñeiro Sorondo fue parte fundamental del equipo fundador de la localidad, con buenas amistades e influencias con la elite de Buenos Aires. Cuenta la historia, según los datos recolectados por la página Proyecto Allen, “que en una reunión en el Jockey Club de la capital, conoció allí al Barón de Río Branco, de Brasil. Cuando el poeta Belisario Roldán los presentó, Piñeiro Sorondo se autodenominó, con picardía, como ‘el Barón de Río Negro’, bromeando con el mismo título nobiliario”, cuentan desde el grupo de historia de la localidad. Ese nombre fue el mismo que Patricio utilizó en su propia bodega
Otras de las bodegas de la zona que repasa el ingeniero Witkowsky en sus investigaciones, son la Bodega Alto Valle, fundada por Pablo Mihail, que más tarde fue adquirida por el italiano Amadeo Biló, quien trabajó en ella con su cuñado Chiche. Otras bodegas de la lista son La bodega de los Fernández Carro, Ciudad de Astorga y su vino Dominguito; bodega La Leonesa de Don Basilio García Algaba y bodega La Liga de José Buscazzo.
El 10 de septiembre de 1933 se fundó una de las bodegas más grandes que fue la Cooperativa Frutivinícola Allen Limitada, conocida por la producción de los vinos Millacó y, años más tarde, por su jugo concentrado de manzana. Otro establecimiento importante fue el de Arturo Guarnieri, con una capacidad de producción de 100 mil litros de vino por año. También se destaca la bodega y viñedos San Jacinto de Jacinto San Segundo, con capacidad de un millón de litros.
La lista continúa con el Establecimiento San Marcos de Manuel Marcos Zorilla, uno de los grandes terratenientes en la zona; Parral de Río Negro SRL de Miguel Miranda, con capacidad de producción de hasta 3 millones de litros de vino anual. Otro de los establecimientos relevantes fue el Vitivinícola Campetella, sitio en el que hoy funciona el destilado de Pera, de la Pequeña Destilería Argentina S.A. Otras bodegas fueron las de Viñas Guerrico, El Roble SRL, Lanfré y luego Filipuzzi, establecimiento vitivinícola Laurinesa de Arturo Ferroni, Viñas de Mir de Jorge Rufino Mir y la de Bruno Rossetti, entre algunas otras.
¿Qué pasó con la producción de vinos en Allen?
Gran parte de esta producción se basó en vinos de mesa, no vinos finos, con cepas criollas. El clarete era un blend común por esos tiempos, elaborado en parte basándose en uvas blancas. En sus principios el vino se producía a granel envasado en barricas bordelesa, más tarde con la Ley Vitivinícola se exigió envasar y etiquetar los vinos en origen, hecho que hacía aumentar los costos de producción, además de que en la zona no era tan fácil acceder a esas posibilidades técnicas.
Asombrosamente, todas estas bodegas de Allen no solo desaparecieron en el tiempo, sino que hoy la localidad de Allen prácticamente no cuenta con bodegas grandes en la zona, salvo unas contadas excepciones de pequeños emprendimientos.
Sobre las causas, Witkowsky y otros expertos, mencionan las presiones de la zona de Cuyo, una de las más grandes productoras vitivinícolas del país. Los vaivenes de la economía argentina y sus crisis, la baja del consumo de vino y el cambio de rumbo hacia otras bebidas como la cerveza, también tuvieron influencia.
Lo cierto es que Allen tuvo su época dorada en la producción de vinos en la primera mitad del 1900. Esa memoria, hoy es parte de su historia y de su identidad, y se encuentra presente en algunos libros, en las huellas arquitectónicas que yacen tanto en el centro de la ciudad como en las chacras, y en el imaginario de los antiguos pobladores, para lo cuales esa época de esplendor es un hermoso recuerdo.
Fuentes: Ingeniero Federico Witkowsky, Proyecto Allen, Museo de Allen.
Foto: Afiches de bordelesas de vino de la Patagonia Norte
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