Y ahora, ¿quién podrá ayudarnos?
Siguiendo un reporte de CREA -asociación argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola- les proponemos un repaso por varios indicadores económicos que describen un escenario incierto para el sector productivo.
Las elecciones presidenciales generalmente representan un factor adicional de incertidumbre en la economía local. No solo el resultado es desconocido por la propia naturaleza del proceso democrático, sino que el programa de gobierno a aplicar se conoce sólo vagamente. Más bien, los candidatos difundieron ideas que difícilmente se podrían considerar como un plan.
Tal como repasamos en un informe anterior, los tres candidatos con más chances presentan propuestas tan diversas que, gane uno u otro, el país podría encaminarse a un cambio drástico.
Inmersos en un proceso electoral extendido, muchos consideran a las PASO como una suerte de encuesta con bajo margen de error y también hay quien debe recordar que muchas veces el cambio de mando puede generar un combo muy difícil de gestionar, tal como ocurrió en 2019.
De acuerdo a un informe difundido por CREA, “ la sorpresa del triunfo de Javier Milei impacta sobre una economía con las reservas del BCRA en mínimos de 16 años, pese a la creciente batería de restricciones, con la actividad estancada (-0,5% dic-22 a may-23) y los ingresos retrocediendo (-2,3% dic-22 a jun-23)”.
Este repaso explica, según los analistas de CREA, buena parte de la magra performance del oficialismo, que salió tercero en la peor elección de su historia, pero también es clave para entender las turbulencias que le siguieron.
Devaluación y algo más
Tal como ocurrió en 2019, el lunes post PASO nos encontró viviendo días de furia. Y, en este caso, también fuimos testigo de un gobierno tomando medidas como el salto del tipo de cambio (con la promesa de mantener la cotización fija hasta el 22 de octubre) y la suba de la tasa de interés de referencia del Banco Central. “En ambos casos, se trata de decisiones impopulares que finalmente el gobierno toma en medio del segundo tramo de la campaña electoral, ya sea porque era una parte no divulgada del acuerdo con el FMI o por la propia imposibilidad de defender los valores vigentes al cierre del viernes”, expresa el informe.
“No obstante, sin un plan más general, la devaluación falló en contener la brecha cambiaria y existen evidencias que está ocurriendo un importante traslado a precios”, continúa CREA a lo largo de un análisis que expresa la fragilidad general.
Deja vú
La descripción sería incompleta si no incluyera el aumento de todas las cotizaciones del dólar, que tocaron niveles similares a la crisis post salida de Guzmán. “Si bien el postergado dato de inflación de julio arrojó un nivel relativamente calmo respecto del resto del año (6,3%, 114% i/a), el inconveniente es la repercusión en precios que tendrá la devaluación y la suba de tasas. Es que, en una economía que tiene niveles inflacionarios altos, el pasaje a precios resulta más rápido que en aquella que tiene una inflación moderada”, resalta el informe.
La historia nos enseñó que los saltos más o menos bruscos del tipo de cambio deben ser parte de un paquete de medidas. “Tomando de referencia la devaluación de enero y febrero de 2014, que también se hizo sin el anuncio de un programa más amplio, con cepo cambiario y reservas escasas (USD 29.432 millones), el salto de 24,3%, terminó impactando rápidamente en los precios, que venían de crecer 4,9% en los 2 meses previos y pasaron a hacerlo al 10,5% en los 2 meses próximos”, repasa el informe.
De esta manera, en la actualidad, con una inflación que parte de un nivel mucho más alto (109% anual), el pasaje a precios podría ser aún mayor y es altamente probable que la inflación supere los dos dígitos en agosto y septiembre. De hecho, ya se han actualizado algunos precios importantes como la nafta (15%), los alimentos (Arcor subió un 25% sus productos, la carne creció un 15%) y los automotrices (autos con aumentos desde el 15% y neumáticos hasta un 25%).
En este contexto, CREA afirma que “las medidas pueden quedar obsoletas rápidamente, ya que si se mantiene fijo el dólar mientras avanzan los precios pasa a deteriorarse el tipo de cambio real, quedando atrasado. Además, con una alta inflación la tasa de interés que parecía en términos reales positiva puede quedar disminuida, quitando el atractivo a los instrumentos en moneda local”.
En definitiva, el efecto de esta política monetaria contractiva, que impacta negativamente sobre la economía y sobre los ingresos, puede tener corta duración por la fluidez de la indexación de precios.
Sin novedad en el frente
En el contexto particular del agro, la devaluación dejó obsoleto el último Programa de Incremento Exportador que incorporaba a cultivos como maíz, sorgo, cebada y girasol a un tipo de cambio diferencial de $340 por dólar.
“La equiparación de un tipo de cambio más competitivo, tanto para el resto de las exportaciones, como para las importaciones, va en la dirección adecuada. Sin embargo, dado que no se relajaron las restricciones comerciales en paralelo a la devaluación, no se espera una mejora en el sobreprecio en dólares que hoy tienen los fertilizantes”.
Además, como no se comprimió la brecha cambiaria en el marco de un plan de estabilización más general, los precios medidos a dólar MEP de las principales exportaciones no muestran mejoras.
“En definitiva, el oficialismo no tiene margen para revertir la derrota electoral mediante la clásica expansión del gasto público y el retraso del dólar oficial. Por el contrario, la economía va a sufrir un deterioro en los próximos meses y la devaluación, que por años se buscó evitar, llega finalmente en el tramo final de la campaña”, concluye el reporte.
Ya lo sabemos, las elecciones presidenciales generalmente representan un factor adicional de incertidumbre en la economía local; y todo parece indicar que nos esperan aún más preocupaciones de cara a octubre.