Con el aval de Milei, Mauricio Macri centraliza la campaña
La interna en la oposición sigue dando que hablar. No recupera posiciones pese a la participación activa de expresidente. Desde el oficialismo, mucho más tranquilo, el ministro de Economía, abogado y candidato a presidente solo se digna a hacer inauguraciones y anuncios para mantener la tropa unida hasta el 19 de noviembre. Se profundizan las inconsistencias económicas.
Los números no están cerrando para los libertarios, que tanto festejaron tras las PASO. Las distintas encuestas reflejan que está perdiendo terreno y que se achican los márgenes de tiempo para lograr algún cambio de tendencia en las próximas dos semanas.
“Estamos acomodando algunas personalidades que den más certidumbre al electorado, es sólo eso”, comentó un importante allegado al expresidente de la Nación, al mencionarle su ingreso para centralizar la campaña. Para muchos analistas, la pelea por el poder el próximo 19 de noviembre estará centrada entre Mauricio Macri y Sergio Massa; las dos figuras que hoy están manejando el escenario político.
Los libertarios ya han mostrado su disconformidad al ingreso de Macri y hay altas posibilidades de que varios de ellos dejen las filas de Milei tras esta jugada, independientemente de haber asegurado el candidato que “el plan económico no se negocia”. La fuente consultada le quito trascendencia a estos comentarios: “No serán muchos los que tomarán esta decisión, y los que amenazan tampoco tienen mucho peso político dentro del espacio”.
Massa, viejo zorro de la política, seguramente aprovechará esta fisura para golpear nuevamente a la oposición buscando así seguir erosionando la endeble unidad existente entre el PRO y los libertarios. Pero el tema sigue abierto. Al día de hoy, existen dos tercios de la población que tiene definido su voto, el que se divide entre los dos candidatos. Y queda un tercio de la población que observa azorada, sin encontrar alguien que lo represente el 19 de noviembre. Y obviamente, todas las miradas ahora están puestas allí, en ese tercio de indecisos que será el que definirá el resultado de la elección.
Se profundizan las inconsistencias
Y mientras la campaña política continua, las inconsistencias económicas se agravaron sensiblemente en las últimas semanas. El ministro de Economía, abogado y candidato del oficialismo, Sergio Massa, mantiene una furiosa emisión monetaria para poder dar curso a las promesas realizadas en los últimos meses.
Los efectos seguramente no se verán en el corto plazo. Es más, en el oficialismo hay optimismo porque prevén que la inflación de octubre se está acercando a un dígito o, por lo menos, se aleja del fatídico 12,7% de septiembre. Y es posible que esto suceda. Pero de todos modos, existen grandes probabilidades de que los precios se aceleren a partir de noviembre y esto complicará el escenario de cara a la gestión del próximo presidente. La verdad hay poco que festejar si la inflación del mes pasado es 11%, 10% o 9%; índices que muestran que el barco sigue a la deriva. Es como si en vez de saltar de un piso 14 lo hacemos del 12; no hay forma de postergar la muerte. Bajamos dos pisos, pero de nada sirve; sigue siendo una altura incompatible con la vida. Esta misma relación se puede hacer entre la inflación y la economía.
El escenario de mediano plazo plazo sin dudas impactará sobre aquella parte de la población menos protegida. Y, por ende, no hay que descartar que los niveles de pobreza seguirán con su tendencia creciente de los últimos años.
Futuro incierto
El escenario futuro para la Argentina es realmente incierto. Y esto se debe fundamentalmente a que la calidad política, moral y profesional de los dos candidatos a presidente que se enfrentan el 19 de noviembre, resta mucho para el juego de nuestra democracia.
Desde el lado de Unión por la Patria, seguimos con un ministro de Economía que cada día que pasa ahonda más la crisis económica del país -con el impacto social que esto trae aparejado- prometiendo que, a partir del 10 de diciembre, el escenario va a cambiar totalmente. En el estado de situación en que nos encontramos, enfrentamos a un funcionario que es a la vez pirómano y bombero de sus propias acciones. El mismo que está incendiando al país promete encauzarlo si es presidente. Algo, realmente incomprensible. La pregunta de rigor es: ¿porque no lo hizo en estos 14 meses que estuvo al mando del Ejecutivo? ¿Por qué no dio señales de armar un plan económico con un norte que permitiese llegar al día de hoy con indicadores sociales y económicos igual o mejores que al momento de asumir? Todo eso quedará para el análisis de la historia, dentro de unas décadas. Lo concreto es que el candidato del oficialismo nos propone más de lo mismo, que es equivalente a decir: todo lo que nos llevó a esta decadencia de los últimos años. Pero hay que dejar en claro que en las campañas peronistas, por lo general, ningún candidato quiere decir lo que va a hacer. El expresidente Carlos Menem ha sido un claro ejemplo de este concepto. Mutó de lo que era en campaña a la realidad que le impuso el mercado. Pero tuvo que pasar por un desorden económico importante durante dos años, períodos en el que el país vivió dos hiperinflaciones.
Lo que se sabe hasta ahora de Massa en el plano económico es que:
- No habrá plan de shock para bajar la inflación. Peor aún, no hay que descartar que en 2024 el índice de precios se mantenga arriba de los tres dígitos. Esto jugará a favor de las finanzas públicas.
- Aumentará los impuestos a los argentinos que tengan activos en el exterior.
- Actualizará los valores de los campos en la zona núcleo -en principio-, un anuncio que ya fue rechazado por las organizaciones del campo.
- Firmará un nuevo acuerdo con el FMI para que le permita seguir pagando los compromisos que tiene el país en 2024.
- Para ello, no se descarta una devaluación de la moneda oficial (demanda del FMI) para después de las elecciones, y una corrección mensual sobre esta paridad, igual o por encima de los índices de precios.
En el otro rincón, encontramos al candidato libertario Javier Milei. Hasta ahora la incorporación de Mauricio Macri para liderar la campaña opositora no está dando resultado. Entre los indecisos, es similar la repulsión que existe sobre Sergio Massa como sobre Javier Milei/Mauricio Macri. No hay grandes diferencias; al primero se lo acusa de mentiroso y corrupto; al segundo de agresivo y delirante. Para una parte de la población, los dos son peligrosos con el manejo del poder. Todas cualidades que no ayudan a fortalecer nuestra República.
Desde las filas de la oposición se mantienen algunas consignas económicas si llegan al 10 de diciembre a la presidencia:
- Dolarización de la economía, proceso que puede llevar hasta dos años hasta que se complete al 100%.
- Recorte del poder del Banco Central en los primeros cuatro meses, para después solo dejarlo en una mínima expresión financiera.
- Liberación del tipo de cambio en forma progresiva, proceso que se llevará a cabo en los primeros seis meses de la gestión.
- Tipo de cambió único a partir del segundo semestre de 2024.
- Eliminación total de las retenciones a partir del día uno de gestión.
- Reforma tributaria que permita que los impuestos sean progresivos y no regresivos como son en la actualidad.
- Reforma laboral integral consensuada con los gremios.
- Reforma de la estructura del Estado, buscando que no sea un lugar de trabajo de la militancia política, como se dio, en general, en los últimos años.
Las dudas: como podrán hacer todos estos cambios en tan poco tiempo sino muestran a la sociedad un plan concreto para ello.
Volviendo a la Argentina “real”, es llamativo lo que ocurre en estos días. Del tercio de los seguidores del oficialismo, muchos van a votar contra sus ideales; pero el miedo puede más. Del tercio de los libertarios, una importante proporción no vota por sus convicciones; van por la necesidad de romper con la continuidad política de los últimos 40 años. Y el tercio indecisos, se encuentra en un complejo dilema ético pensando en seguir el instinto de sus ideales, votando en blanco; o traicionar este principio y elegir el mal menor, es decir incorporarse a alguno de los dos tercios mencionados en un principio.
No hay datos ciertos, pero seguramente está será primera elección a presidente en la Argentina donde las convicciones y los principios serán dejados de lado en una importante proporción de la ciudadanía; unos justificando el miedo, los otros el hartazgo.
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