El milagro económico del "capitalismo de la sardina"
Portugal pisó fondo en 2008, aplicó medidas de ajuste, las mantuvo y recién vio resultados en 2017. Cómo fue el proceso que posicionó al pequeño país europeo en un modelo de estabilidad económica para el mundo.
Por estos días, Portugal es sinónimo de (casi) todo lo que está bien. El mundo ve con muy buenos ojos a sus playas, disfruta de su estupendo clima, halaga su excelente gastronomía y se asombra cuando ve cómo este pequeño país de 10 millones de habitantes superó la crisis de 2008 con tanta diligencia como el golpe de la pandemia de 2020 y el impacto de la inversión rusa a Ucrania.
Este decálogo de buenos antecedentes hizo que el analista estadounidense de asuntos internacionales Michael Moran publicara un artículo en Foreign Policy refiriéndose al “capitalismo de sardina” de Portugal. La publicación, especializada en política internacional, define al país como "un modelo de crecimiento para las pequeñas economías europeas".
En este punto, la pregunta del millón es: ¿En qué consiste ese "capitalismo de la sardina" por el que alaban a este pequeño país europeo?
El concepto hace referencia a la apuesta por los valores de la marca país, pero va mucho más allá también. Por un lado, se alude en un fuerte apalancamiento (precisamente) en las sardinas, todo lo que está relacionado con el turismo, con la reconversión de su industria, del calzado, de los vinos, de la moda… y, por otro lado, a una fuerte apuesta por la llamada diplomacia económica, que conjuga la internacionalización de su economía.
"Eso se ve en la forma en la que el país se consigue proyectar hacia el exterior, pese a que es una pequeña economía, sigue teniendo una proyección internacional superior a lo que equivaldrían sus indicadores duros de poder", publicó Patrícia Lisa, investigadora del think tank Real Instituto Elcano.
La mirada más allá de la frontera
De este modo, vemos cuál fue el pilar para que este país, que estaba entre los más atrasados de Europa, diera el salto: su fuerte apuesta por la internacionalización, por girarse al exterior. Algo que históricamente se ha visto en su apuesta por el mar y la economía del mar, pero que ahora también lo hace por las nuevas tecnologías y la agenda de las energías renovables.
Claro que no siempre fue así y hubo años en los que Portugal tuvo que mirarse para adentro y ocupar los titulares por cuestiones mucho menos optimistas.
El punto de partida
Tras la crisis económica global de 2008, Portugal se vio inmerso en una fuerte depresión. En 2011, al borde de la bancarrota, el gobierno del país pidió un rescate por valor de 78.000 millones de euros (US$90.250 millones) a las instituciones de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, que se lo otorgó bajo la condición de implementar medidas de austeridad.
Fueron los años de la "troika", como se conoce popularmente a las imposiciones de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI, en los que se recortó notablemente el gasto público -afectando particularmente a los salarios de los funcionarios y las pensiones- y se aumentaron impuestos.
Fueron años duros; fueron tiempos de muchas protestas contra las medidas de austeridad, el desempleo no paraba de subir, -llegó a situarse en una cifra récord de 17,7% en 2013- y la pobreza y descontento social tampoco, mientras el consumo y la moral de los portugueses se desplomaban.
Cosecharás tu siembra
Después de las reformas llevadas a cabo por un gobierno de centro derecha bajo supervisión de la troika, Portugal se liberó del rescate internacional en junio de 2014, aunque el país no estaba para muchas celebraciones: la tasa de desempleo rondaba el 12%, el 20% de la población vivía por debajo del umbral de pobreza y 485.000 portugueses habían emigrado del país entre 2011 y 2014.
El punto de inflexión fue recién en 2015, cuando el gobierno de centroizquierda liderado por el socialista António Costa y su ministro de Finanzas Mário Centeno llevaron el capitalismo de sardina a otra dimensión.
La nueva administración revirtió las medidas de austeridad, pero sin dejar de lado la responsabilidad fiscal. "Empezaron a gastar un poco más, en términos de salarios por ejemplo, y eso tuvo un efecto multiplicador en la economía. Gastaron un poco más sin gastar demasiado, y entonces hubo un incremento en el PIB y un incremento en los ingresos por impuestos", explicó el economista António Afonso, profesor de la Lisbon School of Economics y execonomista principal del Banco Central Europeo.
El modelo de Costa se basó en incentivar el consumo más un gasto público estructural, es decir, inversión pública en educación y en infraestructura.
“En los últimos tres años Portugal ha registrado su mejor desempeño económico y financiero en varias décadas. En este período el PIB creció un 7%, más que la media europea, y está previsto un avance de alrededor del 2% hasta 2023. En los últimos tres años la tasa de desempleo ha caído un 5,6% alcanzando un 6,7% en febrero de 2019, según datos del INE portugués –su menor nivel desde 2002 y por debajo de la zona euro– gracias a un crecimiento del empleo del 7,4% y a un aumento del 0,7% de la población activa, situación que no se producía desde 2010”, explicó Luis Castro Henriques, presidente de la Agencia para la Inversión y Comercio Exterior de Portugal (AICEP).
Revolución
El repaso por los años de las reformas implementadas durante el rescate muestra que el esquema de ajuste se mantuvo fuera del terreno político y durante el tiempo necesario para ver los frutos, lo cual afianza la imagen de país estable.
Partiendo de una ruptura se llegó a la revolución y la recuperación, que comenzó a dar señales en 2015, se notó con fuerza en 2017. Ese año el PIB portugués registró un crecimiento del 2,7%, la tasa más alta del país desde el comienzo del nuevo milenio y la tasa de desempleo bajó a niveles precrisis. Por aquellos días, a Centeno se lo apodó como el "Ronaldo de las finanzas".
Partiendo del concepto del capitalismo de sardinas, Portugal se afianzó en un "modelo de crecimiento para las pequeñas economías europeas" y el tiempo dirá si es un modelo económico imitable en otros puntos del globo.
En esta nota