El milagro económico del tigre celta
El mundo habla del boom de Irlanda. De ser un país con alto desempleo y endeudado a convertirse en la Silicon Valley que empuja el crecimiento de Europa. ¿Cómo logró la transformación?
Hace unos pocos días nos enteramos que Irlanda enfrentaba un “dilema” que nos es extremadamente ajeno. "El último dolor de cabeza fiscal de Irlanda: qué hacer con 10.000 millones de euros". Este es el titular que le dedicó el New York Times introduciendo un debate singular.
El superávit presupuestario es monumental gracias al aporte de las empresas multinacionales. De hecho, los ingresos sólo por el impuesto de sociedades aumentaron un 48% el año pasado hasta un máximo histórico de 22.600 millones de euros. La recaudación de esta tasa es la segunda mayor fuente de ingresos fiscales (después del impuesto sobre la renta) para el estado irlandés: supuso el 27% de todos los ingresos fiscales en 2022, mientras que el promedio fue solo del 9% en los 38 países miembros de la OCDE en 2020 (último año del que se dispone de datos). El famoso dilema es que no saben cómo administrar el superávit.
Siguiendo en la línea de las rarezas del mundo, otro periódico, en este caso el 'Irish Time', publicó una encuesta preguntando a los lectores en qué debían emplear el excedente. El 40% de la población respondió que se debía destinar a la mejora del transporte, la vivienda y la construcción de hospitales. El 25% piensa que se debe destinar a la educación y a la sanidad. El 9% quieren una rebaja de impuestos. Y el 5% quiere usar ese dinero para pagar la deuda pública del país. Mientras el gobierno no se atreve a dar el paso por temor a que este superávit sea algo temporal, el tiempo pasa.
Sorpresa de muchos
Estos dilemas sorprenden no solo porque es realmente inusual que un gobierno sea tan cauto con tremenda cifra sino también porque Irlanda era uno de los países más atrasados de Europa hasta los años 90.
Su economía estaba basada en la agricultura; la mayor parte de los bienes de consumo y las industrias, que estaban establecidas para autoabastecer el país, se protegían del exterior con altas tarifas; hasta 1987 el panorama estaba centrado en: alta inflación, de fuerte conflicto industrial y de bajo crecimiento económico.
De hecho, durante los años 80 hubo una crisis muy profunda que tuvo como consecuencia un rápido aumento en la tasa de desempleo hasta casi el 16% al final de la década. Un gran aumento de la deuda pública hasta el 110% del PIB y un incremento de la emigración.
Los dilemas de la Irlanda de los 80 suenan más conocidos en esta parte del mundo y la pregunta que resuena es: ¿Cómo saltó de ser el país más atrasado de Europa a no saber en qué gastar 10.000 millones de euros?
Ensayos de respuestas
A la hora de encontrar respuestas, Owen McBreen, director de Proyectos de Innovación de Enterprise Ireland (la agencia estatal responsable del desarrollo y crecimiento de las empresas irlandesas en los mercados mundiales), elaboró un documento que comienza explicando que “el PIB de Irlanda como proporción del promedio de la UE se estancó alrededor del 60% desde 1961, alcanzó el 70% hacia 1990 y rebasó el PIB promedio de la UE en 1999. Para alcanzar semejante éxito, la economía irlandesa tuvo que crecer, durante el periodo 1994-1999, a una tasa de más del 9% anual, aproximadamente 3 veces superior a la ofrecida por USA”.
Según el analista, hay factores que incidieron en el escenario que los llevó a no saber cómo administrar el superávit. Para empezar, el sistema educativo se amplió estratégicamente. “La creación o establecimiento de nuevas escuelas y colegios desde los años 70 en adelante provoca un aumento del número de estudiantes que reciben educación de segundo nivel desde 140.000 a más de 360.000 en 1995. Esto conduce a un gran aumento de estudiantes de tercer nivel y a la creación de siete nuevos colegios regionales durante los años 70, llamados Institutos de Tecnología, así como dos nuevas Universidades en Dublín y Limerick. Los Institutos otorgan certificados, diplomas y grados o títulos. El número de estudiantes de tercer nivel se incrementó desde 21.000 en 1965 a 42.000 en 1980 y a 102.000 en 1995”, detalla Mc Breen.
El segundo aspecto es la inversión extranjera, que impactó en: la creación de empleo; el desarrollo del talento de gestión empresarial irlandés; y, finalmente, en la fundación de empresas locales, que comenzaron abasteciendo a aquellas grandes compañías foráneas, y se afianzaron con el paso del tiempo.
La Irlanda de agricultores comenzó a posicionarse estratégicamente en el mundo de la tecnología. De hecho, los sectores objetivo de las inversiones se focalizaron en: farmacéutico y sanitario; ingeniería general y eléctrica; alimentación; electrónica; software; servicios financieros y teleservicios.
Acuerdo nacional
Mc Been recalca que para salir de la crisis de los 80 el “gobierno reunió a los agentes económicos más importantes (gobierno, sindicatos, confederación de la industria irlandesa y la asociación de granjeros) y se acordó un programa de recuperación económica que garantizase la paz industrial, incrementos moderados de salarios, reducciones progresivas de impuestos y creación sostenida de puestos de trabajo”.
“El renacimiento de la industria autóctona durante los años 90 ha supuesto un crecimiento sustancial de las exportaciones de alrededor del 9% anual y un aumento de puestos de trabajo en la industria autóctona o propia y en los sectores de servicios del comercio internacional de alrededor de 4.000 por año”, afirma.
Teniendo en cuenta el destino del fomento de las inversiones, no sorprende que la expansión más importante se haya producido en el software, electrónica y alimentación.
El presente el milagro
El resultado del modelo es tal que el crecimiento económico de Irlanda ni siquiera se detuvo durante la pandemia. Mientras el resto de las economías se hundía, la irlandesa creció un 6,2%. En 2021, el crecimiento fue del 13% y en 2022, del 12%, en comparación con el 3,5 por ciento en la eurozona en su conjunto.
En Europa se habla del tigre celta como una “criatura extraña”. Recordemos que, si en 1990 Irlanda tenía un PIB per cápita de 10.331 euros, ligeramente por debajo del español, en 10.682 euros; en 2021 el PIB per cápita irlandés fue de 83.990 euros, más de tres veces superior al español, que se cifra en 25.410.
“El milagro celta es real en el sentido de que la inversión de las multinacionales estadounidenses ha creado decenas de miles de puestos de trabajo directos en los últimos años. Estos puestos de trabajo tienen buenos salarios y esto, a su vez, ha creado más puestos de trabajo indirectos y ha llevado a un aumento de los ingresos fiscales para el Gobierno", aseguró Eoin Drea, uno de los analistas expertos en la materia del think tank Wilfried Martens Centre for European Studies.
Brea hace foco en las multinacionales de EEUU porque muchas grandes empresas, como Google, Apple, Meta, Intel y Pfizer, tienen sus bases europeas en Irlanda. La apuesta que se realizó hace más de dos décadas para el negocio digital del futuro fue arriesgada. Dublín era consciente de que bajar el impuesto de sociedades —lo que inicialmente llevó a una fuerte caída de ingresos públicos— no sería suficiente. Había que ofrecer toda una serie de incentivos para facilitar la creación de nuevas empresas. En definitiva, recrear un Silicon Valley a pequeña escala. Y funcionó.
Actualmente, se crean 40 empresas tecnológicas diarias que generan dos de cada tres nuevos empleos. El 12% de los trabajadores de Dublín son desarrolladores tecnológicos. Irlanda es el segundo país del mundo en inversión tecnológica per cápita y el tercero con mayor número de empresas tecnológicas por habitante. La Isla Esmeralda también es una potente sede para farmacéuticas y es un centro mundial para el arrendamiento de aeronaves.
Al comienzo nos preguntamos: ¿Cómo saltó de ser el país más atrasado de Europa a no saber en qué gastar 10.000 millones de euros? Quizá la respuesta pasa por variables como la educación, la inversión, los acuerdos y una mirada estratégica del país.
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