Nuevo gobierno

El pragmatismo de Milei aplicado a la realidad argentina

Todo indica que su discurso, sus ideas extremas, están cediendo, fagocitadas por la realidad de un país muy complejo. Como Menem en el ‘89, tampoco tiene mucho margen de acción como para hacer lo que dijo en la campaña que iba a hacer.

De la ira al pragmatismo. Esta es tal vez la faceta más relevante que se observó en la conducta del electo presidente de todos los argentinos, Javier Milei, tras el triunfo en las elecciones del domingo.

Imposible no poder hacer comparaciones -de forma, aunque no de fondo- con el ex mandatario peronista Carlos Menem en aquellos convulsionados meses de fines de los ‘80.

En medio de una crisis económica sin precedentes el entonces candidato a presidente prometió todo lo que sus votantes querían escuchar. Pero luego hizo todo al revés. No tuvo margen de acción para tomar otro camino. Fue el gobierno lo más cercano a lo que es una economía liberal que tuvo el país desde 1920.

Javier Milei pareciera haber ingresado en esta misma encrucijada. Todo indica que su discurso, sus ideas extremas, están cediendo, fagocitadas por la realidad de un país muy complejo. Como Menem en el ‘89, tampoco tiene mucho margen de acción como para hacer lo que dijo en la campaña que iba a hacer.

Debe tomar medidas urgentes para dar un golpe de timón sobre una economía que viene con una preocupante aceleración en su nivel de degradación. Menem tuvo que soportar dos hiperinflaciones para llegar a estabilizar en 1991 el país. No sabemos si Milei tiene tanto tiempo para poder torcer la inercia que llevan los acontecimientos, y si la precariedad en la que se encuentra sumergida la sociedad puede soportar nuevos ajustes hiperinflacionarios en el corto y mediano plazo. La mayoría de los analistas consultados se vuelcan hacia una respuesta negativa frente a este interrogante.

En este punto, es una incógnita para los mercados e inversores cual es el camino que piensa tomar el flamante presidente electo. Si bien es cierto que todavía faltan un par de días para que asuma al frente del Ejecutivo, debería comenzar a dar claras señales de como piensa salir de esta crisis en la que esta sumergida el país tras más de dos décadas de des gobiernos.

Sin definiciones

No cabe la menor duda que no tener definido el gabinete económico hasta el día de hoy, está generando más incertidumbre de la esperada.

Las idas y vueltas con los nombres que danzaron en estos días, profundizan un desgaste innecesario sobre la futura gestión de Gobierno. Personalidades como Luis “Toto” Caputo y Federico Sturzenegger, mencionados está semana para ocupar cargos relevantes en la nueva administración, muestran la incidencia, hasta cierto punto, del macrismo en la conformación del Gabinete económico. Dos economistas con los que el mercado se siente cómodo.

Caputo se reunió esta semana con ejecutivos de las principales entidades bancarias del país para anunciarles que la “salida de las Leliqs” se va a hacer con herramientas de mercado. Esto quiere decir que no existirá ningún tipo de ‘confiscación’ de activos por parte del Estado ya que había trascendido la posibilidad de poner en marcha un “Plan Bonex”, similar al que ejecutó Menem hacia fines de 1989. Este mensaje de Caputo generó tranquilidad en las entidades financieras y se manifestó con el salto de más del 10% registrado en las últimas horas sobre los bonos soberanos.

Desarmar la bola de Leliqs es clave para poder comenzar a salir del cepo cambiario que tanto afecta el desarrollo de la economía.

Las diferencias con Menem

Si bien existen muchos puntos en común entre el ex mandatario peronista y el electo presidente, dentro del marco de lo discursivo, las diferencias de contexto son importantes.

En el plano político, el entonces presidente Carlos Menem, desde un principio -cuando tomó el poder en forma anticipada de manos de Raúl Alfonsín- contó para las reformas del respaldo irrestricto de su partido y de los Gobernadores (liderados por Néstor Kirchner de Santa Cruz), como así también consiguió las garantías en el Congreso y en la Justicia para que las drásticas medidas a tomar no sean bloqueadas por ninguno de estos dos Poderes del Estado. Milei lejos está de contar con este escenario. Tiene hoy el apoyo de la gente, que es un factor importante, pero es un poder volátil; no consolidado como el que tenía Menem en su momento.

En lo económico, las diferencias también son marcadas. Si bien ambos parten de una crisis estructural importante, las alternativas para poder encarrilar este escenario son más limitadas para el hoy electo presidente. Carlos Menem, paso previo por dos hiperinflaciones, tuvo la disponibilidad de fondos para poder hacer las reformas estructurales que estabilizaron e hicieron crecer la economía. A través de la venta de los activos del Estado, fundamentalmente las empresas públicas, consiguió poco más de 30.000 millones de dólares -de aquel entonces- para poder poner en marcha su plan económico. Milei ya no cuenta con semejante liquidez proveniente de este sector de la economía. Sólo tiene las acciones a privatizar de YPF y alguna otra empresa menor, aunque estratégica, ligada al sector energético. Es decir, sí o sí deberá tener que tomar deuda pública para poder aplicar su modelo económico, con las reformas que ello requiere.

El electo presidente defiende -en su mesa chica de trabajo- el concepto que, corrigiendo rápidamente el déficit fiscal que hoy tiene el Estado, esos fondos de deuda que inercialmente van para compensar los desequilibrios de las cuentas públicas, pueden transferirse para la gestión de reformas. Esto representaría una disponibilidad de hasta 20.000 millones de dólares anuales. “Los acreedores ven esta alternativa viable”, confiesa uno de los técnicos que hoy está trabajando cerca de la mesa chica mencionada. El cuello de botella de esta alternativa es cómo se pone freno al déficit de un año a otro, para poder desviar esos fondos.

Hoy Javier Milei, junto con su reducido equipo, trabajan para para ver la mejor forma de desatar todos estos nudos que tiene la economía, los que impiden agilizar los cambios que necesita el país.

Esta claro que las ideas están, pero las dudas siguen sobre como poder aplicarlas en este contexto el que vive el país. ¿Tendrá Milei el pragmatismo para ello? Una pregunta que hoy todavía es difícil de poder contestar con certeza.

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