Elecciones 2023

La impunidad de la corrupción, enquistada en la política argentina

El sentido común nos dice que los votantes reaccionan ante los casos de abusos. Sin embargo, estudios destacan que los escándalos de corrupción pueden alcanzar un punto de saturación en ciertos segmentos de la sociedad, a partir del cual, núcleos de votantes se vuelven resistentes a este tipo de conductas.

Buceando la literatura existente, nos encontramos con rigurosos trabajos que analizan detenidamente el vínculo entre los escándalos de corrupción y las elecciones.

Distintas investigaciones determinan, por lo general, lo que el sentido común nos anticipa: la mala conducta de los políticos afecta de manera negativa sus estrategias de campaña y tasas de reelección (Chang et al., 2010).

Pero no todos los hallazgos literarios sugieren que los votantes reaccionarán al abuso de funcionarios en cargos públicos. La evidencia empírica encontró que los escándalos de corrupción pueden alcanzar un punto de saturación en ciertos segmentos de la sociedad, a partir del cual, núcleos de votantes se vuelven resistentes este tipo de conductas.

Ejemplos hay muchos. Un artículo que estudió el auge inmobiliario en España, y el consiguiente aumento de escándalos financieros previo a la crisis de 2008, encontró que los votantes están dispuestos a recompensar la corrupción si era beneficiosa para ellos (Fernández-Vázquez et al., 2016).

Llevado este contexto a nuestras tierras: ¿Quién podría pensar que un joven militante que hace poco trabaja en el Estado y gana 800.000 pesos por mes, no terminará definiendo su voto por Sergio Massa? Seguramente el ejemplo imaginario volcado en estas líneas, se podría insertar entre los grupos de “votantes resistentes” a los actos de corrupción. Lo mismo podríamos decir de aquellas organizaciones paralelas al Estado que hoy manejan cientos de millones de pesos por mes desde hace ya décadas, esquemas de los que dependen millones de personas. ¿Se puede pensar en forma racional que no van votar al candidato que les garantiza esta continuidad? O de las castas gremiales que están al frente de los sindicatos desde hace 30 o más años, donde existe un acuerdo tácito -cuasi mafioso- entre el trabajador y el titular del gremio: éste último le garantizan un salario digno a cambio de la continuidad del modelo de gestión sindical. ¿Qué se puede esperar del voto de este trabajador?

En la mayor parte de los casos comentados, no es lo ideológico lo que impulsa a este tipo de electorado a definir su voto. Seguramente si se toma un café a solas con cada uno de los involucrados en este ficticio relato, los entrevistados dirían que están totalmente en desacuerdo con las políticas implementadas por el Gobierno; pero, tras cartón, justificarían su accionar aduciendo que “no tenemos otra salida”.

Prevalece como elemento en común la palabra “continuidad”. Estos grupos de personas mencionados sienten que cualquier cambio que asome en el futuro inmediato, amenaza sus privilegios (si así se puede decir de un salario digno). Se sienten encerrados en una única verdad. Y son aquellos que mantienen el 20%-25% del voto incondicional al modelo kirchnerista que, en sus creencias, les garantizaría inmunidad dentro de una sociedad desquebrajada; con más del 40% de pobres y una arrolladora inflación del 150% anual.

En definitiva, podríamos sintetizar que las rutas del confort hacen a muchos ciudadanos parte del sistema que ellos mismos desprecian. Esto también es corrupción.

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El gobernador Kicillof, su Jefe de Gabinete Insaurralde, y la vicepresidente Kirchner; todos reunidos por un mismo objetivo: manteer el poder en Buenos Aires.

El gobernador Kicillof, su Jefe de Gabinete Insaurralde, y la vicepresidente Kirchner; todos reunidos por un mismo objetivo: manteer el poder en Buenos Aires.

El caso Insaurralde

La impúdica fiesta que vimos todos los argentinos por televisión donde el Jefe de Gabinete de la Provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde, paseaba en un hermoso yate con una conocida modelo por las claras aguas del Mediterráneo español, no deja de llamarnos a la atención sobre el calibre de los personajes que nos están gobernando.

Y mencionamos la palabra impúdica porque este espectáculo, que sólo se pudo hacer con dinero ligado a la corrupción, emerge en medio de una campaña electoral donde más de 18 millones de argentinos son pobres, y los que no son deben soportar una inflación de tres dígitos que vulnera cualquier capacidad de compra de un asalariado medio.

Hasta hace unas semanas, el oficialismo se mostraba como el único capacidad y autoridad moral para poder liderar un cambio en el país. Que tremenda hipocresía. Pareciera que ciertos sectores de la política se nos ríen en la cara. Ya no hay pudor por nada y esto es así por la impunidad que tiene la corrupción enquistada en lo más alto del poder político de turno.

Sin embargo, nada garantiza, luego de este escándalo, que el ministro de Economía, abogado y candidato a presidente por el oficialismo, Sergio Massa, pierda su piso del 30% de los votos en las elecciones del 22 de octubre. Los millones de dólares de Cristina, que salieron de sus hoteles; los millones de la familia Báez, de obras que nunca se construyeron; los bolsos de José López, de los millonarios retornos; el blanqueo que se hacía en la financiera Rosadita; los millones que encontraron en las cuentas del ex secretario Ricardo Jaime; los de Julio de Vido, los millones del secretario privado de Néstor Kirchner, con mega inversiones en Estados Unidos; y los escándalos de Chocolate Rigau, con las más de 40 tarjetas de débito retirando millones de los cajeros del Banco Provincia; son tan solo algunos de los ejemplos de corrupción que conmovieron a toda la sociedad en estos últimos tiempos. Ahora se le agrega a esta millonaria lista la del ex Jefe de Gabinete de Buenos Aires e intendente de Lomas de Zamora.

El martes, la firma CB Consultora Opinión Pública presentó una encuesta en la provincia de Buenos Aires reflejando, en una palabra, la sensación que había generado la fiesta del todavía intendente de Lomas de Zamora.

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Cabe señalar que, aquellas palabras que tienen mayor dimensión son las que más aparecieron en la encuesta y, por su puesto, las de menor tamaño, las que menos cantidad de veces estuvieron presentes entre los interrogados. En definitiva, esto es lo mayormente estaría sintiendo el bonaerense ante la consulta: impotencia, bronca, repudio, indignación y vergüenza.

Pasados los hechos, quedan todavía tres interrogantes sobre la mesa.

- Con qué dinero realizó éste y los más de 200 viajes confirmados al exterior en los últimos tiempos si en su declaración jurada de Bienes Personales declara que tiene la módica suma de 600.000 pesos como ahorros de su único trabajo declarado ante la AFIP que es el de intendente, por lo menos al cierre de 2022.

- Cómo es posible que el Gobernador Axel Kicillof asegure no saber donde estaba su hombre más importante del Gabinete, que se ausentó por más de 15 días del país, en medio de una campaña electoral y a menos de tres semanas de las elecciones, tal vez las más importante de todas para el oficialismo.

- En esta misma línea, cómo es que los referentes más importante del kirchnerismo -Cristina y su hijo Máximo- no supieran del dispendio de gastos que todos estos últimos años realizó Insaurralde con sus viajes a exóticos países, y lo catapultarán a lo más alto del poder político de la provincia de Buenos Aires.

Todas incógnitas que seguramente no tendrán respuesta antes del 22 de octubre. Ahora la orden de nuestro ministro de Economía es “guardarse hasta que pase la tormenta”. En definitiva lo que termina por incomodar al oficialismo no es lo que pasa, sino que se sepa lo que pasa.

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