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La inflación muestra una clara tendencia a la baja, pero...

El Gobierno tiene para mostrar que la inflación se encuentra en un sendero descendente. Pero sólo con esta tendencia no alcanza.

El viernes el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) dio a conocer la inflación de marzo que se ubicó en el 11%. Lejos del dígito que pretendía el Gobierno, pero aún más del 13% que pronosticaban la mayor parte de las consultoras privadas. El dato del mes pasado le permite mostrar a la administración de Javier Milei un sendero de caída de precios.

Sin embargo, vamos de lleno a un nuevo récord. La inflación en los últimos doce meses se va a seguir acelerando probablemente hasta julio. Con el cierre de marzo marcó el 288%, lo que refleja que superará en los próximos meses el 300% anual. Y este contexto se va a dar independiente de que la inflación baje a niveles de un dígito en abril, mayo o junio. Seguramente, esta proyección anualizada, cambie su tendencia a partir del segundo semestre del año para terminar el 2024 por encima del 200%; un índice parecido al del año pasado.

Otro de los temas interesantes que muestra la estadística del INDEC es la evolución que están mostrando los precios de alimentos y bebidas. El número que impacta en la pobreza es muy fuerte. La inflación de la canasta básica total (CBT) fue 11,9% -tomada para el Gran Buenos Aires- y del 304% acumulada en los últimos doce meses. Este dato sin dudas proyecta que, al cierre del primer semestre del corriente año, la pobreza se va a disparar muy por encima del 45%.

Una familia tipo necesitó para no ser pobre 773.000 pesos mensuales en marzo, hoy -seguramente-este valor ya arriba de los 800.000 pesos mensuales. La inflación de alimentos también es fuerte (10,9% a nivel general) pero este ítem también marca una clara tendencia a la baja porque no hay que olvidar que en diciembre los precios de la canasta se habían disparado arriba del 30% con la devaluación.

En definitiva, la foto del INDEC con la estadística del mes de marzo, asusta. Sin embargo, cuando analizamos la película, con los últimos cuatro meses, la tendencia que muestran los números oficiales abre algún tipo de expectativa.

Pero tal vez algo importante de remarcar es que esta tendencia de precios a la baja se da en un escenario muy complejo porque el 11% de inflación de marzo se logra, no solamente con el fuerte ajuste fiscal y monetario, sino también producto de una gran recesión. Es decir, los precios con mucha dificultad empiezan a desacelerarse, pero con una importante caída en el nivel de actividad.

Consecuencia de este contexto es que se observa en el mercado que la mayor parte de los productos están bajando sus precios pero, aun así, no se venden. Un dilema complejo de resolver. Y la preocupación generalizada de los economistas es que, mientras los salarios medios no le ganen -en términos reales- al ritmo de la inflación, es muy difícil que se reactive la economía ya que el consumo es clave en este contexto.

No solo en los materiales de la construcción, autos y bienes durables se observa este escenario de “baja de precios-baja de ventas”, hace ya unos meses también se está dando en alimentos.

Los haberes medidos por el INDEC, reflejan que el salario promedio registrado en blanco, se ubicó en 629.000 pesos -dato de febrero; unos 700.000 pesos en marzo muy probablemente- valor por debajo de la línea que marca el nivel de pobreza. Es decir que, si en una casa de familia tipo, es uno solo el que genera ingresos a través de su trabajo registrado, seguramente esa familia debe ser considerada como “pobre” para los estudios del INDEC.

Y frente a esto, aparece una nueva paradoja en la ya tan golpeada Argentina: las estadísticas reflejan que el país está mostrado niveles máximos de empleo pero, a la vez, acompañados de índices máximos de pobreza. Esta controversia se da por el derrumbe del salario real en los trabajadores registrados...ni hablar de aquellos que no están registrados.

Inflación terminará en 2024 en torno al 200%...¿Qué cambió?

Cuando analizamos las estadísticas oficiales observamos que el anterior Gobierno terminó el 2023 con una inflación del 211%. Todo un récord para el país. Sin embargo, las proyecciones de las distintas consultoras, que releva y avala el Banco Central, determinan que el cierre de 2024 nos encontrará a los argentinos con una inflación del 220%. La pregunta de sentido común -y que comenzará a ser usada por parte de la oposición para erosionar el discurso del oficialismo- es: ¿Cómo es posible que luego de tanto esfuerzo por parte de la población, la inflación de este año terminará por encima de la del 2023? ¿Todo este trabajo no sirvió para nada? En absoluto, el esfuerzo en vano. Todo lo contrario.

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El Gobierno anterior entregó el país con una inflación anual del 211%.

El Gobierno anterior entregó el país con una inflación anual del 211%.

Hay dos variables tener en cuenta en esta consideración.

La primera de ellas es que la Argentina en 2023 terminó con una inflación arriba del 200%, pero reprimida en muchas de sus variables como el caso de las tarifas y los alimentos, entre otras. Pero también hay que agregarle que, durante el año, pasado la distorsión de precios relativos tocó su máxima expresión y la emisión de pesos se aceleró, echando más nafta al fuego. Este año los precios relativos se están corrigiendo, se están liberando las intervenciones en el mercado y las emisión está desacelerándose producto del ajuste fiscal realizado por el Gobierno.

En definitiva, la política económica aplicada en 2019-2023 llevó a la Argentina a tener una inflación crónica -y estructural en muchos casos- de dos dígitos mensuales, con una peligrosa tendencia al alza. La inflación en 2024, tras los duros ajustes realizados y el cambio de modelo económico, tiende claramente a estabilizarse a la baja, o por lo menos es a lo que apuesta el Gobierno en estos primeros cuatro meses al frente del Ejecutivo.

Otra diferencia entre el 200% de la inflación de 2023 y la de 2024 es el cambio de matriz entre ganadores y perdedores que trae -y trajo- aparejado cada una de ellas. Es muy diferente todo; el cambio es enorme. Para decirlo de una manera sencilla: al sector empresario le va a ir mucho mejor ahora que al segmento asalariado (hablando en términos relativos); al que vende determinados servicios le va a ir mejor, que aquel que vende ciertos bienes. Como estos, hay varios ejemplos más. Según destaca el Gobierno, a partir de 2025, la economía tenderá a encontrar su equilibrio, generando un nuevo círculo virtuoso que impulsará el crecimiento. Pero esto, por ahora, son solo expresiones de deseo.

Lo concreto que hoy el Gobierno sí puede mostrar, es la clara tendencia a la baja que están reflejando los precios. Y este no es un dato menor. Ya que la inflación es una de las mayores preocupaciones de los argentinos. Y las expectativas -del Gobierno, pero también de toda la sociedad- están puestas en consolidar fuertemente esta tendencia a partir del segundo semestre del año.

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