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Los mercados festejan, pero crece la preocupación por la recesión

Empresarios y el mercados financieros aplauden el ajuste que está llevando a cabo el Presidente. Pero la economía real sigue sumergida en una profunda recesión.

El ajuste continua impiadoso. Todos los días el Gobierno anuncia nuevas medidas que tienden a achicar un Estado que se fue agigantando en las últimas décadas convirtiéndose en un tomador de mano de obra, perdiendo eficiencia en la gestión y descuidando sus responsabilidades primarias como es la Salud, la Educación y la Seguridad.

Los mercados respaldan las medidas y esto se refleja en el crecimiento que han tenido los principales activos argentinos en el último tiempo y en la baja del riesgo país, que cerró en mínimos desde inicios de 2021, ya bordeando los 1.400 puntos.

Este último indicador es importante porque refleja la expectativa positiva que tiene el mercado sobre el futuro de la economía local y lo cerca -o lejos- que puede estar la reapertura del mercado de capitales externo. En este punto, los analistas aseguran que una disminución del riesgo país implica mejorar la sostenibilidad de largo plazo de la deuda local. Son dólares con un alto contenido especulativo que apuestan a un mejor escenario financiero y económico de mediano plazo para el país. Una dato no menor, que hace años no se ve en la plaza local.

Asimismo, el mercado cambiario continua “adormecido”, convergiendo los dólares financieros y marginal hacia los 1.000 pesos por unidad. Este positivo contexto se viene dando por una renovada afluencia de fondos que buscan posicionarse en activos argentinos con atractivos retornos.

No son malas las señales, todo lo contrario. Pero estos dólares que están ingresando, tal como llegaron se pueden ir del país si vuelve la incertidumbre que limite las expectativas que tienen este tipo de inversiones.

Lo que hace falta es que aterricen los dólares que impactan en forma directa sobre la economía real. Aquellas divisas que llegan al país para invertir en nuevas fábricas, en tecnología, en infraestructura para el desarrollo o en los nuevos productos que hoy son demandados por el mundo.

Esas son las inversiones que mejorarán las condiciones sociales de la Argentina. Generarán puestos de trabajo, salarios en blanco y un impulso al consumo en el mercado interno, entre otros factores positivos. Lamentablemente nada de esto es lo que está ocurriendo.

Preocupación por la recesión

Si bien la mayor parte de los empresarios argentinos y extranjeros respaldan sin condiciones los ajustes que está haciendo la administración del presidente Javier Milei, hace ya unas semanas que están planteando su preocupación por los niveles de recesión que atraviesa el país.

Milei con empresarios.JPEG
El Presidente recibió esta semana a los referentes del G6, donde le plantearon los problemas que está generando la recesión. El mandatario dijo que en cuanto sea posible eliminará el cepo y bajará impuestos.

El Presidente recibió esta semana a los referentes del G6, donde le plantearon los problemas que está generando la recesión. El mandatario dijo que en cuanto sea posible eliminará el cepo y bajará impuestos.

Días atrás el Gobierno comunicó una buena noticia buscando cambiar estas expectativas: mostró que, en estos dos primeros meses del año, se logró el tan valorado "superávit gemelos" (fiscal y comercial), producto de una profunda licuación y ajuste del gasto público, y de una brusca devaluación del peso en diciembre pasado que terminó impactando en forma indirecta sobre las exportaciones e importaciones.

Pero el anunció no cambió el humor de los empresarios. Se oficializó esta semana, a través del INDEC, que la economía en 2023 reflejó una caída de 1,6% en todo el año. El Banco Central y también del FMI marcan para 2024 una caída de 2,8%. Sin embargo, esas estimaciones están ajustándose rápidamente a la baja. Uno de las primeras entidades que alertaron por este aumento de expectativas a una mayor recesión fue el Banco HSBC, a través de sus tradicionales informes que llegan al mercado. En él se destaca que pasó de pronosticar una recesión de 2% para este año a una el doble de profunda, es decir, del 4%. Una caída de estás características sobre la economía, implicará más pobreza y más esfuerzos de la sociedad para sostener el rumbo que marcó el Gobierno.

Lo positivo que refleja el informe mencionado es que se proyecta una baja de la inflación. El banco ahora estima para este año un índice de precios (IPC) del 176% anual, lo que representa 44 puntos porcentuales menos que lo que esperaba hasta el momento. De confirmarse esa tendencia, la tasa de inflación no sólo quedaría por debajo de la del año pasado (211%) sino que implicaría una drástica desaceleración en el segundo semestre.

Desde el Gobierno, la expectativa es que el piso de la caída de la actividad se alcance en abril y que a partir de allí se inicie un proceso de recuperación. Para que estas promesas se cumplan, la economía -entre otras variables- tendría que estar sin cepo cepo cambiario, lo que le garantizaría a los potenciales inversores poder disponer, cuando ellos así lo definan, remitir divisas al exterior, como ocurre en la mayor parte de los países del mundo.

El ministro Luis Caputo descuenta que, próximamente, contará con los dólares que permitirán levantar el cepo, los que llegarán de las exportaciones del complejo oleaginoso y del préstamo extraordinario que están gestionando con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por unos 15.000 millones de dólares.

“Estamos convencidos que, a partir del cierre de marzo, vamos a ver las primeras señales de recuperación de la economía, y en el segundo semestre observaremos una ‘V’ en la curva de crecimiento” confió a +P esta semana un importante funcionario del ministerio de Economía de la Nación.

El optimismo en el Gobierno se mantiene incólume y contagia al sistema financiero. Pero los resultados para que comience a rodar el motor del crecimiento de la economía real, por ahora, solo se mantienen en el relato.

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