Argentina

¿Será posible el consenso en la política argentina?

El fracaso de la ley ómnibus en el Congreso Nacional no invita a reflexionar sobre la importancia del consenso y la experiencia argentina de los últimos años.

El año pasado comenzó un nuevo ciclo en la historia del país. Javier Milei asumió la presidencia de un país con indicadores socioeconómicos alarmantes por donde se los analice y lo hizo arropado por más de 14 millones de votos, equivalentes al 56% del padrón.

Fue el mejor resultado electoral para un candidato desde el regreso a la democracia en 1983 (más allá de la salvedad de ganar tremendo apoyo en primera o en segunda vuelta). Milei tiene los votos, pero no cuenta con estructura de partido ni con apoyos legislativos y territoriales para emprender en solitario las transformaciones estructurales que impulsa.

Para avanzar necesita consensos. Esta realidad se vio de una forma descarnada durante las semanas que precedieron al fracaso de la Ley de Bases en el Congreso Nacional.

El consenso es mucho más que un acuerdo de mínima. En sociología, se conoce como consenso social al grado de integración que presentan los individuos de un grupo respecto de una decisión tomada o de un proyecto común. Se trata de una medida de la intensidad de las interacciones sociales dentro del grupo, sin importar el tamaño del mismo.

En términos teóricos, el consenso está determinado por la percepción que se tiene dentro del grupo de las autoridades, o del grupo mismo, o de las decisiones tomadas: en la medida en que se perciba que estas relaciones sociales son consensuadas, que se rigen por normas comunes, entonces habrá mayor consenso social y mayor margen de participación.

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La falta del consenso se constató en el fracaso de la Ley de Bases en el Congreso Nacional.

La falta del consenso se constató en el fracaso de la Ley de Bases en el Congreso Nacional.

Consenso endeble

En este punto, ¿cuál es la posibilidad del consenso en el presente argentino? ¿Qué tipo de consenso es viable? quienes están en condiciones de liderarlo? quienes serían los actores indispensables?

Esta maraña de preguntas dan cuenta de una historia cercana de consensos endebles. Repasemos la historia de los últimos gobiernos.

Tanto durante el gobierno de Mauricio Macri (Juntos por el Cambio) como en el de Alberto Fernández (Frente de Todos) se caracterizaron por la existencia de “consensos precarios”. Esto es, procesos de aceptación social sobre las gestiones en general o sobre medidas en particular que suelen ser efímeros y acotados en el tiempo.

Hacia adentro y hacia afuera de las alianzas de gobierno, el consenso era endeble y se cuestionaba una y otra vez como si la puesta en duda era la política sobre la que el consenso era inobjetable.

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Hacer como si…

Mientras el consenso precario, endeble, sin una base sólida parece ser la constante, lo cierto es que los gobiernos actúan siempre como si esos consensos fuesen eternos o permanentes y a veces abusan de ellos hasta desgastarlos, generando procesos agravados de colapsos de la confianza o credibilidad pública, que terminan luego afectando seriamente el resto de sus mandatos.

La existencia de consensos precarios quizá se instaló como la regla más que la excepción en el sistema de gobernabilidad en Argentina. Los gobiernos asumen y consumen rápidamente el capital político inicial. Iniciando luego etapas de auténtica agonía política, donde todo se hace más difícil y cuesta arriba.

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La existencia de consensos precarios quizá se instaló como la regla más que la excepción en el sistema de gobernabilidad en Argentina.

La existencia de consensos precarios quizá se instaló como la regla más que la excepción en el sistema de gobernabilidad en Argentina.

Los datos de la precariedad

Es claro que el proceso político durante los primeros meses del gobierno de Milei ha sido extremadamente vertiginoso, incluso desde la óptica de los consensos precarios. ¿Cómo impactó esta realidad a la opinión pública?

Según datos de la Consultora Zuban Córdoba, la imagen personal del presidente y la de su gobierno han sufrido una caída desde su asunción hasta fines de diciembre con el impacto de las primeras medidas económicas.

Sin embargo, entre diciembre y enero no han mostrado grandes variaciones, sosteniendo un 44,3% (la imagen de Milei) y 45,7% (la aprobación del gobierno nacional) de positividad. Estos datos resultan especialmente interesantes si se los analiza en el contexto de la pérdida de poder adquisitivo entre en este mes y medio de mandato, al considerar que casi la mitad de los argentinos (45,9%) cree que la mala situación económica que atravesamos hoy es responsabilidad del gobierno de los Fernández. Tal como plantean los analistas de la consultora, “una de cal y una de arena para un gobierno que quizás deba ver sus propias limitaciones al momento de analizar y construir estrategias”.

El año pasado comenzó un nuevo ciclo en la historia del país: atravesado por grandes desafíos estructurales; por consensos endebles y por erráticas lecturas de la clase dirigencial sobre las demandas de la sociedad. El tiempo dirá si estamos en un momento de aprendizajes afianzados, o no.

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