Devaluación del rublo golpea las exportaciones frutícolas
El mercado ruso es uno de los más importantes para la oferta exportable de frutas del Valle. La depreciación que sufrió la moneda euroasiática en los últimos meses se ubicó en torno al 50%. Dato clave para los empresarios regionales.
Una de cal y una de arena. Hace solo unas semanas mencionábamos el importante impulso que habían tenido las exportaciones de pomáceas que salieron de los valles de Río Negro y Neuquén rumbo al mercado ruso.
Según datos de la terminal portuaria Patagonia Norte, durante el primer semestre los embarques a Rusia por el puerto de San Antonio Este (SAE) alcanzaron cerca de 45.200 toneladas, cifra que refleja un salto del orden del 300% en relación al mismo período de la temporada pasada. Este importante crecimiento se dio fundamentalmente por la normalización del comercio de peras y manzanas hacia este destino.
Cabe recordar que, hacia fines de febrero del año pasado, las tropas rusas invadieron Ucrania y desde occidente aplicaron sanciones económicas, en especial recortando el comercio con Moscú. El Gobierno argentino finalmente adhirió a las protestas internacionales contra la ofensiva militar del presidente Putin, pero no cortó las relaciones comerciales bilaterales. Las principales navieras que trabajaban con el puerto de SAE se acoplaron en febrero a esas sanciones y las exportaciones regionales hacia el mercado ruso quedaron virtualmente congeladas durante un largo tiempo.
Hoy ese escenario se revirtió. Sin embargo ahora la moneda rusa está jugando en contra de los exportadores del Valle. Los datos del mercado dan cuenta de que, al cierre de ayer martes 19 de julio, el valor del rublo terminó la jornada financiera en 91 unidades por dólar, mostrando una devaluación en términos interanuales del orden del 50% y esto tiene un impacto directo sobre los retornos de las colocaciones externas regionales en ese destino.
Tal como se observa en el gráfico adjunto, hasta fin de año el dólar se mantuvo sin romper el techo de los 70 rublos, pero a partir de ese momento mostró un importante ajuste.
Cuando se analiza esta tendencia con las variables que muestra la economía argentina, la situación es más preocupante.
El peso argentino -el valor oficial que cobra el exportador- en los últimos doce meses de devaluó 105%, poco más del doble de lo que lo hizo el rublo. Tomando estas dos variables en forma aislada, hasta podemos decir que es amplia la ventaja competitiva cambiaria que tiene la economía argentina respecto de su socio comercial. Sin embargo cuando incluimos en este análisis los niveles de inflación (que se traducen, entre otros puntos, en costos internos) la misma en nuestro país representa el 115% anual, unos 10 puntos por encima de la devaluación registrada por el peso. La tasa mensual de inflación en Rusia, por su parte, fue del 0,37% durante el mes pasado. En términos interanuales, al compararla con junio de 2022, la evolución de este índice fue del 3,24%.
Tomando estas dos variables, claramente las ventajas competitivas quedan del lado ruso. Esta compleja situación para las exportaciones argentinas solo se puede revertir si el precio en destino del producto que se exporta sube de tal manera -en moneda local- como para compensar estos desvíos. Lamentablemente, los valores de las peras y manzanas crecieron en rublos esta temporada, pero lejos quedaron del 50% de la devaluación del rublo.
Habrá que espera, con el fin de la temporada, como quedan las cuentas para los exportadores del Valle una vez afinados los números que consoliden los importadores rusos.
Por que cae el rublo
La caída del valor de la moneda rusa en todo este último tiempo no deja de ser un síntoma de que algo no está funcionando bien dentro de la economía del gigante euroasiático. Los cambios geopolíticos están afectando su comercio.
Si bien no estamos en los niveles de paridad de 160 rublos por dólar, que llegó en marzo del año pasado -semanas después de iniciarse la invasión a Ucrania-, la aceleración que esta mostrando la moneda tiene sus explicaciones.
Datos oficiales señalan que en la primera mitad de este año la administración Putin solamente tuvo un excedente de poco más de 20.0000 millones de dólares en su balanza comercial. A estas alturas del año pasado, la cantidad rondaba los 170.000 millones de dólares. Aunque el Banco Central de Rusia es optimista y piensa que a finales de año podrían llegar a los 66.000 millones de dólares. Una de las razones que puede explicar este declive financiero es que los precios del gas y el petróleo no son los mismos del año pasado, y en especial durante el primer semestre que tocaron valores récord. En este punto, los ingresos por energía fueron 50% menores. El financiamiento de la guerra está generando un importante aumento del gasto estatal. A esto hay que sumarle las sanciones comerciales -que han tenido un efecto colateral- y la falta de inversión extranjera, clave para la acumulación de divisas.
Todo este escenario impulsó al Gobierno ruso a devaluar, una herramienta que, usada para el corto plazo, genera un mayor margen de maniobra en las finanzas públicas.
El euro, la otra cara
Contrariamente a lo que pasa en el mercado ruso con la fruta del Valle, la oferta exportable de nuestra región con destino a los mercados de la Unión Europea mejoró su posición competitiva. Esto se comprueba con la devaluación que está sufriendo el dólar frente a la moneda del viejo continente.
Un exportador regional que colocó una caja de fruta hoy en cualquier país comunitario -a un precio similar al del año pasado- recibe más dólares por esa misma venta.
El dólar a escala global se derrumbó en los últimas semanas y consolidó la tendencia bajista que había comenzado a fines de noviembre pasado. Así, la divisa de la principal economía del mundo se posicionó en el nivel de marzo de 2022.
Luego de conocerse el dato de inflación de junio en Estados Unidos, que sorprendió por debajo de las estimaciones, se renovaron expectativas en el mercado de que el sendero monetario contractivo de la Reserva Federal de Estados Unidos estaría pronto a finalizar.
Lamentablemente la región del Alto Valle de Río Negro y Neuquén cada vez exporta menos fruta hacia el viejo continente, por lo que esta mejora tendrá un impacto relativo en el esquema general de la actividad.
En esta nota