Rusia

Rusia contra Occidente: ¿Por qué el Valle no aprovechó esta oportunidad?

Rusia prorrogó por otros dos años el cierre de frontera para los alimentos de Occidente. ¿Beneficia esta situación al Valle?

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, extendió la semana pasada por dos años, hasta finales de 2026, el embargo contra los alimentos perecederos occidentales, vigente desde 2014. El correspondiente decreto presidencial fue publicado el miércoles en el portal de información legal de la administración pública de Rusia.

Putin había prolongado por última vez el embargo en septiembre de 2023, cuando lo extendió hasta finales de este año. Es la primera vez que extiende por dos años -hasta el 31 de diciembre de 2026- el embargo que limita la entrada al país de una serie de productos agrícolas, materias primas y alimentos de los países que impusieron sanciones a Rusia tras la anexión ilegal de la península ucraniana de Crimea en marzo de 2014. Las frutas frescas están incluidas en el listado.

El decreto establece prorrogar las "medidas económicas especiales" establecidas por el presidente ruso el 6 de agosto de 2014 "con el objetivo de garantizar la seguridad de la Federación Rusa". En ese entonces, con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el poder, desde el Gobierno Nacional se especulaba que esta medida del autócrata Vladímir Putin podía ser una importante oportunidad para la Argentina ya que nuestro país no estaba en el listado de naciones vedadas para el ingreso de alimentos. Y el Valle miraba con gran expectativa los anuncios, teniendo en cuenta que desde principios del presente siglo Rusia era uno de los principales mercados externos para las peras y manzanas argentinas.

Y no era algo irracional pensar de esa manera. Rusia importaba de todo el mundo, en los primeros años de la década de 2010, un promedio de 1,3 millones de toneladas de manzanas y cerca de 500.000 toneladas de peras. Más del 30% de estos 1,8 millones de toneladas de fruta llegaban de la Unión Europea y otros de los países que habían sido sancionados por el Kremlin. En 2013, el valle de Río Negro y Neuquén embarcó hacia el puerto de San Petersburgo poco más de 22.600 toneladas de manzanas y 103.000 toneladas de peras.

La oportunidad estaba allí. Rusia con estas medidas iba a necesitar compensar el recorte de importaciones de peras y manzanas de Occidente, para mantener abastecido su mercado. Se proyectaba un faltante que representaban cerca de 550.000 toneladas de pomáceas, y la producción argentina podría ofertar parte importante de este volumen, teniendo en cuenta que ya exportaba a Rusia hace una par de décadas y tenía los contactos adecuados para ampliar los compromisos de venta. Pero algo paso que la Argentina no pudo -o no supo- aprovechar esta oportunidad.

Causas de la pérdida de mercado

Las estadísticas oficiales muestran claramente como el Valle fue perdiendo un mercado internacional clave y careció de reflejos como para aprovechar una oportunidad única que le daban los cambios geopolíticos en el globo. Comencemos por la manzana.

Embed

Tal como se observa en la gráfica adjunta, las exportaciones de manzanas argentinas hacia el mercado ruso tuvieron un pico máximo en la temporada 2008, con unas 72.200 toneladas. De allí en adelante todo fue para peor. Cuando Rusia termina por anexar Crimea a su territorio y comienzan los conflictos con Occidente, primer semestre de 2014, las colocaciones externas argentina de manzanas ya habían retrocedido ese año bruscamente hasta las 12.000 toneladas.

En este contexto, las expectativas políticas y comerciales eran altas para aumentar las exportaciones de alimentos y, hacia finales de 2014, el entonces ministro de Agricultura de la Nación, Carlos Casamiquela, aseguró que "las nuevas condiciones del mercado ruso para las peras y manzanas son una clara oportunidad de crecimiento para el Valle de Río Negro y Neuquén". Casamiquela, era un hombre de estas tierras, ya que la mayor parte de su vida profesional la paso en el INTA del norte de la Patagonia, donde la producción frutícola era un punto central dentro de la experimental del organismo. Y claramente, sabía de lo que hablaba.

Pero contrariamente a lo que debería haber pasado, las exportaciones, lejos de crecer, siguieron con su tendencia bajista proyectando para cierre de 2024 ventas por 2.600 toneladas. Desde el punto máximo de exportación, durante la campaña 2008, los embarques de manzanas hacia Rusia se desplomaron 96%. Un dato para meditar por todos los sectores que componen la actividad.

En la actualidad, los principales proveedores de manzanas a Rusia son Turquía, Sudáfrica, Serbia, China y Uzbekistán, que concentran el 80% del total de las importaciones, las que alcanzan, según estudios privados, el millón de toneladas. En todo este tiempo, hay que señalar también que el Gobierno de Rusia aplicó políticas públicas para incrementar la superficie plantada de manzanas en su territorio, por lo que la oferta local se incrementó en las últimas temporadas en un 20%.

En las peras, pasó algo similar en cuanto a tendencias de las exportaciones argentinas, aunque algo menos marcado que en manzanas.

Embed

Aquí, la gráfica adjunta muestra, paradójicamente, que es a partir de 2014 donde comienza el declive de las exportaciones argentinas de peras al mercado ruso; momento en que el Gobierno de Vladimir Putin aplica las sanciones a Occidente.

Desde el punto máximo de exportación, en la temporada 2008 con 116.000 toneladas, los embarques se han desplomado poco más de 60% tomando como referencia las proyecciones para el cierre de este año que dan ventas por poco más de 36.000 toneladas. Los principales proveedores de peras al mercado Rusia son en la actualidad China, Sudáfrica, Serbia y la Argentina, que continúa en este podio pese a su abrupta caída de los últimos años.

En todo este contexto hay que señalar que todavía hay mucha pera y manzana que está ingresando al mercado ruso desde países de Occidente sancionados, a través de la triangulación comercial con terceras naciones que encuentran un nicho comercial atractivo para esta mantener este abastecimiento.

La primera vez que Rusia impuso este embargo alimentario fue en agosto de 2014 contra la Unión Europea, EE.UU., Australia, Noruega y Canadá, a los que sumaría en 2015 Albania, Montenegro, Islandia y Liechenstein, y en 2016 la propia Ucrania. En 2024 se sumaron a la lista una decena de países más del Viejo Continente. A los productos cárnicos, lácteos, pescado, verduras y frutas, Moscú añadió en 2017 cerdos vivos y diversos subproductos y grasas animales.

Todo indica, y espero equivocarme, que esta nueva prórroga de dos años que impide el ingreso de alimentos de los países de Occidente al mercado ruso, poco impacto tendrá sobre la oferta exportable de peras y manzanas del Valle de Río Negro y Neuquén. Quedan más interrogantes que certezas de lo que verdaderamente pasó e impidió a la Argentina abastecer, en aquel momento, un mercado clave hoy en la geopolítica mundial. ¿Los exportadores regionales no quisieron, no pudieron...? Hay muchos grises en ese punto de la historia. Tal vez sea solo una mácula más que da argumentos a la decadencia de la fruticultura del Valle en estos últimos años. No hay que olvidar aquella frase milenaria señalando "quien no quiso cuando pudo, no podrá cuando quiera".

En esta nota

Dejá tu comentario