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El langostino: un 'bicho' de mar a merced de las corrientes

¿Qué hay detrás de la "cosecha" de langostino en el Golfo San Matías que se disparó en estos últimos años?

Hace algunos años, un rumor corría en los ámbitos pesqueros y llegó a algunos medios: El langostino ya no es un recurso de paso, sino que se reproduce en el Golfo San Matías, supuestamente se había instalado una “familia” o colonia de estos crustáceos. Pero todo indica que eran “comentarios de muelle”, sin mayor respaldo en la evidencia científica.

Lo que sí es cierto es que, alentados por esos comentarios, la “cosecha” de langostino pasó de unas 200 toneladas año, a las casi 8.000 del año 2012 en los muelles rionegrinos. Resaltamos ese año porque fue bisagra.

El biólogo del Centro de Investigación Aplicada y Transferencia Tecnológica En Recursos Marinos "Almirante Storni" (CIMAS), Raúl González, replica esos corrillos: “Los biólogos que trabajamos en la investigación de estos bichos, nos manejamos evidencia científica, pero comentarios de muelle pesquero siempre hay. Y algunos con buenas intenciones, como diciendo... ¡Por fin se nos dio una!”.

Desde la evidencia, afirma que “todo este langostino comenzó a aparecer aquí en 2012”, porque antes “si vos miras las estadísticas de captura de Nación, se pesca esencialmente desde el paralelo 42 hacia el sur, frente a las costas de Chubut y toda la zona externa de Nación”.

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El año 2012 fue clave en la pesca rionegrina. Foto: gentileza.

El año 2012 fue clave en la pesca rionegrina. Foto: gentileza.

Un misterio

Lo cierto es que –a nivel país-, las capturas hasta el año 2005 rondaban las 50 o 60 mil toneladas anuales, “y de 2005 en adelante empezaron a aumentar, empezaba a haber langostino por todos lados, y no se sabe exactamente por qué; posiblemente por algún proceso natural”.

No se descarta que el langostino haya resurgido como consecuencia de la fuerte presión de la pesquería sobre la merluza, atento que “la merluza que uno de sus principales predadores”.

Comentarios de muelle

Sobre cómo llegó a Río Negro la fiebre por este crustáceo, “los que venimos estudiando los recursos del golfo hace muchos años acá, vimos que lo que aparecía acá era un langostino que estaba entrando por la deriva de corrientes desde afuera, arrastrado por las corrientes”.

Y detalló que “en la boca del golfo hay un sistema de corrientes muy fuerte, entonces estos bichos, que no tienen una gran capacidad de natación, son generalmente trasladados por las corrientes y son redistribuidos”.

Otro argumento que descarta lo que decían los “comentarios de muelle”, respecto de que se había instalado frente a las costas rionegrinas una colonia que se reproducía, es que “entró un langostino grande, casi que nunca hubo juveniles acá, lo cual quiere decir que no hay una cría acá adentro del golfo, y nunca se detectaron evidencias científicas sobre una población propia del golfo”.

Ese ingreso masivo comenzó en el año 2012 y duró hasta los años 2016 y 2017. “Después empezó a aflojar”.

Desde una mirada más abarcativa, González considera que “ese fenómeno fue coincidente con el incremento de una gran cantidad de langostinos en las costas de Chubut, con lo cual, cuando vos ves la circulación costera de la Patagonia Norte y la dinámica de aguas del Golfo, no necesitás mucho para construir una hipótesis de que lo que entró es algo que viene de afuera, o sea, que esa cantidad de langostino es por el crecimiento poblacional de la zona externa”.

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Hay mucho daño por remedir. Foto: gentileza

Hay mucho daño por remedir. Foto: gentileza

Un barco a la mar

En pocos días más, un grupo de científicos y autoridades de pesca se harán a la mar para realizar una nueva campaña de monitoreo para saber cómo se encuentra el recurso pesquero en el Golfo San Matías.

Se trata 8 a 10 jornadas de trabajo, durante las que se recorre todo el golfo “y se hacen aproximadamente 42 lanzas de pesca de media hora duración, con lo cual a partir de esos resultados se hacen muestras biológicas, se estima la captura, se cuenta la cantidad de captura de cada especie que sale, y después con base en esos datos se hace una estimación de la biomasa de la abundancia merluza y de otras especies”, explicó González.

El estado provincial pondrá los recursos, que obtiene su coparticipación de lo que distribuye el Consejo Federal Pesquero, para alquilar el barco del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP).

Lo que se percibe por estos días es que “hubo un cambio desde hace dos años, casi tres, desde que asumió la nueva Subsecretaria de Pesca de la provincia, Jessica Ressler, abogada de San Antonio Oeste.

Durante los años buenos, de abundancia de langostino, “a los equipos científicos del Instituto de Biología Marina no nos preguntaban nada; no se tomó en cuenta la opinión de los científicos. Ahora cambió la gestión desde hace tres años, permanentemente hay consultas. Aparte, ponen financiamiento para la investigación, nos piden permanentemente recomendaciones para el manejo. Pero, lamentablemente, hay mucho daño hecho y ahora hay que remarla”, agrega.

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La pesca en el Golfo San Matías fue declarada en “emergencia” por segundo año consecutivo. Foto: gentileza.

La pesca en el Golfo San Matías fue declarada en “emergencia” por segundo año consecutivo. Foto: gentileza.

Golfo San Matías, crisis terminal tras años de abusos

De 2012 en adelante, con la entrada del langostino, se fue deteriorando el delicado equilibrio biológico. Por su alto precios, por cada kilo de langostino que se pescaba, se tiraban al mar 5 kilos de merluza. Se triplicó -obviando reparos científicos-, la cantidad de barcos operando, y se redujo el tamaño de la malla de las redes. Hoy, el 50% de la merluza que sale no tiene tamaño comercial.

La pesca en el Golfo San Matías fue declarada en “emergencia” por segundo año consecutivo mediante un decreto firmado por el Gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck. En términos científicos, los stocks de merluza “se encuentran en un estado de crisis que pone en peligro su sustentabilidad biológica a largo plazo”. En criollo, y luego de escuchar a uno de los científicos más respetados y de más trayectoria en mediciones del recurso pesquero, se puede afirmar que el panorama es de “tierra arrasada”, con posibilidades de captura que están casi un 70% de los indicadores históricos. Una pregunta obvia ante tal panorama es, cuanto tiempo va a tardar la recuperación. “Si se dejara de pescar, entre 5 y 6 años”, estimó González.

No fue por arte de magia que se llegó a un presente tan sombrío, y González considera que “hubo una serie de desaguisados”, por parte de las autoridades gubernamentales, y “una cuota muy grande de avaricia”, por parte de los patrones o dueños de barcos.

Tal afirmación está relacionada con el fenómeno que ocurrió a partir del año 2012 con el ingreso del langostino. Por un lado, por su alto precio, en las salidas de pesca el “descarte” fue asombroso: “capaz sacaban mil kilos de langostino, pero tiraban 5 mil kilos de merluza al agua”. El otro daño colateral fue que, con la autorización de más barcos operando en el golfo para la captura de langostino, se comenzó a usar una red de arrastre de 45 milímetros.

“Para pescar merluza -explica el científico-, se utiliza una red con un determinado tipo de configuración del aparejo de pesca y con una malla de 120 milímetros. Y se pesca mayormente merluza adulta y siempre tenés algo de descarte, que históricamente fue del 20 o 25%. Ahora, si a esos mismos barcos, vos los dejás que pongan una red de malla de 45 milímetros, o sea un tercio más chica, para pescar langostinos, y no se cambia la configuración del aparejo, o sea el área de arrastre es la misma que en Merluza, y la altura de la red es la misma, entonces hay un montón de parámetros técnicos que no se tuvieron en cuenta”.

Hay un número que puede graficar mejor lo que estuvo ocurriendo, y es que las lanchas que salen de la costa “podían ganar hasta 10.000 dólares” por cada salida. En esa época de esplendor “el langostino estaba tan próximo a la costa, que esos artesanales salían y en un día hacían esos montos. Tal vez algunos un poco menos, y no tenías casi gasto de combustibles, porque iban a 20 o 30 metros de profundidad, calaban la red, y arrastraban y en un día levantaban 40 cajones, que son mil kilos, y mil kilos en ese momento estaban en esos valores”.

Entonces, toda la merluza era casi una molestia, y con malla un tercio más pequeñas, arrastraban la merluza grande, median y también los juveniles. Los efectos se ven hoy, con restricciones que tienen consecuencias sociales, porque las empresas que procesan pescado se han ido quedando sin materia prima.

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La merluza es casi una molestia en el golfo. Foto: gentileza

La merluza es casi una molestia en el golfo. Foto: gentileza

Régimen de subsistencia

En el decreto que reglamenta la emergencia, se destaca que cada barco podrá capturar el 75% de lo que venía capturando, y no hacer más de 90 salidas al año. Pero no es el 75% de la captura histórica, que rondaba en total las 10.000 toneladas año, sino el 75% “del valor promedio de los desembarcos totales anuales de merluza común (Merluccius hubbsi) declarados para los años 2021, 2022 y 2023 inclusive”, que fue de 4.000 toneladas. Por lo tanto, hoy el tope es capturar no más de 3.000 toneladas. Pero hay más: en esos 3 años, el descarte siguió subiendo hasta ubicarse entre el 50% y el 60% porque para conseguir merluza comercial, arrastraban a los juveniles que miden 30 centímetros.

Fue en 2022, cuando se hizo el último relevamiento por parte del CIMAS, usando un barco del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), que se encendieron todas las alarmas y se resolvieron las actuales restricciones.

“Se encontró que la biomasa de 40 a 50.000 toneladas de merluza que había en el golfo y que permitía esos niveles de producción de 10.000 toneladas por año, habían disminuido a 15 o 20 mil toneladas”, detalló González.

Pero no solo se achicaron las mallas, sino que la voz de los expertos fue desoída: “nosotros siempre recomendamos que, para pescar merluza, no debía haber más de 10 a 14 barcos acá en el golfo. Pero como apareció el langostino hubo una especia de engaño, y dieron permisos para la captura del langostino, aparte de los que ya estaban otorgados para la merluza. Entonces, para pescar merluza no pusieron más barcos, pero los mismos barcos que habilitaron a pescar langostinos usaron redes chicas de las que no se escapa ninguna merluza, y todas las merluzas que capturaban incidentalmente pescando langostinos, las tiraban”.

Y así, de los 10 o 14 barcos recomendados, se pasó a “más de 30”. Y eso se tradujo en la actual pérdida de rendimiento de cada salida por falta de tamaño. El descarte pasó del 25 o 30% al 50 o 60%, y eso se debe a que “la población está compuesta predominantemente por juveniles, y esto pasa porque la merluza vive aproximadamente entre 7 y 9 años y hasta que vos recuperas la cantidad de adultos, necesitas que pasen por lo menos más de cinco o seis años”.

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Un barco saldrá a mapear el estado de situación en el golfo. Foto: gentileza

Un barco saldrá a mapear el estado de situación en el golfo. Foto: gentileza

Reparar el daño demandará más años

Recién se está cumpliendo el segundo año de restricciones, determinadas por el decreto de emergencia. Pero se pueden tomar esas medidas como un punto de partida para estimar los tiempos necesarios para una recuperación más o menos aceptable.

En ese sentido, González dijo que “si las cosas se siguen haciendo con las restricciones que se han venido planteando el año pasado y este año, deberíamos empezar a ver una mejora en la biomasa. Y en la estructura de tallas de la población de merluza recién dentro de dos o tres años. Esto porque estamos ante un bicho que no tiene una tasa de crecimiento rápida, porque para llegar a un tamaño de 40 a 50 centímetros, una merluza tarda mínimo entre 5 y 6 años”.

A pesar de las limitaciones, no hay garantías de llegar en los plazos estimados a recuperar las 45 o 50 mil toneladas de biomasa de merluza en el golfo “porque hay factores naturales que uno no maneja”. Y pone un ejemplo de máxima para graficar: “Si vos el stock lo dejaras de pescar hoy, y todo transcurriera normalmente, va a tardar por lo menos cinco o seis años seguro, en que comienza a ver signos positivos de recuperación”.

Pero, aún con restricciones, igual se sigue pescando, “porque no podés parar la pesca, porque si mucha gente se queda sin trabajo. Entonces el tratar de reducir lo máximo posible las capturas, sin suspender la pesca, es una medida como para que se dé un sustento a las plantas pesqueras y se pueda tener algo de producción y que no quede la gente en la calle”

Este investigador del CONICET recordó que en los años 1995 al 1999 “pasó un proceso similar por sobrepesca, por exceso de esfuerzo de pesca, y entonces se produjo también un deterioro más o menos del mismo nivel. En el año 2000 se empezaron a establecer medidas de manejo, como paradas biológicas, vedas y una serie de medidas restrictivas para posibilitar la recuperación del stock. Para tener una idea de los tiempos de recuperación, recién en el año 2008 se empezaron a ver signos positivos de recuperación. O sea, en ese momento se tardó 8 años en reparar aquellos excesos”. Por eso concluye en que “tomando los datos que tenemos, la evidencia científica y los antecedentes de otras acciones, estimamos que viene para largo”.

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