Elecciones 2023

La economía regional, frente a dos modelos en pugna

En una región, cuya economía depende en medida relevante del gasto estatal, la explotación de Vaca Muerta y la actividad frutícola enfrentarán desafíos importantes de cara al nuevo ciclo político que daría inicio el 10 de diciembre.

La sociedad regional vivió en meses recientes la zozobra cotidiana, ocasionada por la inestabilidad económica nacional. Cada día que finaliza deriva en una mayor incertidumbre sobre el futuro económico.

La población argentina definió en la elección de ayer los dos candidatos que se enfrentarán en las segunda vuelta, con sus propuestas de revertir el panorama actual. Volverán a enfrentarse los representantes de las dos ideologías que han gobernado los destinos económicos del país durante las últimas décadas.

Si bien el aspecto económico resultó un factor determinante en la elección de los votantes, sus decisiones se han basado en las preferencias sobre lo que cada uno de ellos cree interpretar sobre las propuestas económicas de los candidatos, quienes se han limitado a emitir consignas que poco pueden llevar a determinar las medidas concretas que adoptarán, aunque de sus comportamientos e historias pueden deducirse que orientación representan.

Enfocando los posibles efectos sobre la economía regional de las medidas que adoptará el candidato finalmente triunfante, no existe alternativa a la necesidad imperiosa de, en primer término, reducir el ritmo mensual de inflación. Para ello, es necesario actuar sobre dos frentes: revertir el desequilibrio fiscal de la nación y de las provincias y municipios, y generar un shock exportador que aumente el ingreso de divisas y el superávit externo, para incrementar la producción, las importaciones y hacer frente a los compromisos de la deuda externa.

En una región cuya economía depende en medida relevante del gasto estatal, la explotación de Vaca Muerta y la actividad frutícola, puede proyectarse que en el próximo período presidencial se enfrentarán tendencias contradictorias sobre el ritmo de la actividad económica local, tal como ha ocurrido en la historia económica regional cuando un cambio de magnitud en el panorama económico nacional afectó el comportamiento de los ingresos de la población, las decisiones de los empresarios y el presupuesto de las instituciones públicas.

Los gobiernos provinciales y municipales deberán ajustar sus gastos, para equilibrar sus presupuestos y ajustarse a una menor disponibilidad de endeudamiento y de transferencias del gobierno nacional que compensen los desequilibrios respecto de sus ingresos. Esto afectará el gasto social y en obras públicas. Sin embargo, y tal como lo evidencia el deterioro de la infraestructura vial, la ineficiencia estatal para cumplir con sus obligaciones no deriva sólo de la falta de recursos, sino del deterioro de los niveles de programación y ejecución de sus funciones, y de la connivencia entre funcionarios y empresarios para generar condiciones espurias de postergaciones y reajustes de precios que implican la paralización de las obras en ejecución, como también del manejo discrecional de los subsidios a los sectores de menores ingresos. Así, no hay solución posible si se continua con la conducta de tomar por asalto el estado con funcionarios que son designados por su subordinación incondicional y no por su capacidad de cumplir con las tareas que le corresponden.

En lo que se vincula a las actividades productivas, el ritmo de la economía regional se asienta crecientemente en el desarrollo de Vaca Muerta, y sus impactos sobre el empleo, los ingresos por salarios, la actividad de las pequeñas y medianas empresas, y los encadenamientos que se generan en la economía de las ciudades de la región. Esta actividad será un sector clave en la capacidad del país de generar el abastecimiento nacional de hidrocarburos, reducir la cuenta de importaciones y aumentar las exportaciones que permitan incrementar el ingreso de divisas. De efectivizarse esta posibilidad de crecimiento económico basado en la extracción de recursos naturales no renovables, los impactos de las inversiones necesarias llevarán a aumentar la actividad económica regional, y se abrirán nuevas posibilidades de creación de empresas, el crecimiento de las existentes y el aumento de la ocupación.

En cuanto a la fruticultura, se ha analizado exhaustivamente la trayectoria de declinación económica y social que la afecta desde hace décadas. La posibilidad de revertir esta situación depende de dos variables relacionadas con las ventas de la producción regional: el crecimiento del mercado interno y el aumento de los volúmenes exportados. Para ello se depende de la evolución de los ingresos de la población y del ajuste del valor del dólar para alcanzar a cubrir los costos internos, hoy desfasados respecto del valor oficial de la moneda estadounidense. Pero la recuperación de la competitividad dependerá también de la actitud gubernamental para estimular la recuperación de la inversión y la recuperación de los mercados de exportación.

Frente a ello, tendremos dos propuestas que irán definiendo mas claramente la diferencia que los separa. Por un lado, la tradición de intervención estatal para definir los rumbos de las regiones frente a la desregulación liberal que deja librado al mercado el destino de la economía. La economía regional vivirá durante los próximos días la indefinición sobre cual será su futuro.

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