Conocé la extrema producción de vino de Gualjaina
“Hacer vino en Gualjaina es dificilísimo y lleva su tiempo, pero la producción está creciendo”, afirma Daniel Fermani, dueño de la bodega Viñas de Huancache, ubicada en Gualjaina, una pequeña localidad de Argentina en el noroeste de la provincia de Chubut.
Todo surgió hace 20 años atrás, cuando Daniel y Laura conocieron Gualjaina, una pequeña localidad de Argentina ubicada en el noroeste de la provincia de Chubut. “Tenemos un motorhome 4x4 que usamos para hacer excursiones y, en una época, hacíamos ruta 40 con pasajeros. Conocimos Gualjaina en el año 2003, inaugurando ese motorhome y en el 2004 fuimos el primer contingente guiado que entró a Piedra Parada, a 40 kilómetros del pueblo”, relató a +P, Daniel Fermani, dueño de la bodega Viñas de Huancache.
En ese momento, Daniel y Laura se enamoraron del lugar y comenzaron a frecuentarlo más seguido. “Es un lugar soñado”, afirmó Daniel. Tal es así que, en el 2007, construyeron una hostería, impulsada por la gente de la Municipalidad, quienes nos cedieron un predio para que hagamos un albergue de 20 plazas.
Daniel es guía de turismo y estuvo trabajando en la zona durante 10 años haciendo excursiones. A medida que pasaba el tiempo, la hostería fue creciendo y en 2010, impulsados por gente allegada que ya hacía algún tiempo venía haciendo vino en Paso del Sapo, construyeron la primera parte del viñedo.
“En ese momento, se implantaron 1.400 plantas iniciales. Cuando vimos que empezaron a crecer decidimos plantar 2.000 por año hasta este último año que todavía se siguen plantando, llegando a una totalidad de 6.500 plantas”, informó. Sus cepas son Chardonnay, Sauvignon Blanc, Pinot Noir, Merlot y un poco de una uva tintorera que se llama Aspirant Bouschet.
El viñedo está implantado en el mismo predio donde está la hostería 3 estrellas y hace tres años, en plena pandemia, terminaron la bodega y hace dos años hicieron la cava.
En lo que respecta a la comercialización, hasta el año pasado se vendía todo en ese lugar, porque estaban en el mismo camino que lleva a Piedra Parada, “y por ahí pasa mucha gente que viene de Esquel, de Trevelin o cualquier parte de la provincia de Chubut o provincias aledañas y es un lugar muy visitado”, remarcó.
Sin embargo, hoy la producción creció “y hay que salir a venderlo”. Actualmente, el vino se vende en restaurantes de la costa chubutense, en Las Grutas, de manera online vía encomienda.
El desafío de la vitivinicultura extrema
Al ser consultado sobre cómo es producir vino en un clima tan diverso, Daniel contó que, si bien, Gualjaina es muy particular, todas las veces que Tim Atkin probó sus vinos, otorgó puntajes por arriba de los 90 puntos. “Son todos vinos oro”, sentenció.
“Hacer vino en Patagonia es dificilísimo. En 2023 tuvimos que combatir unas 20 heladas porque fue un año raro, ya que no tuvimos primavera y pasamos directamente del invierno al verano y viceversa”, detalló Daniel.
Sin embargo, en el 2022, hubo 40 heladas de 13 a 14 horas, de 7 grados bajo cero. Las combaten con aspersión y esa noche no duermen.
La cosecha se hace manual con participación de gente del pueblo de Gualjaina. “Si hacemos un cálculo económico, los vinos van a hacer rentables de acá a un tiempo, pero lo que nos da muchas ganas de seguir ese proceso es que los vinos están reconocidos como muy buenos”, añadió.
Patagonia, un lugar increíble
Indudablemente que, con el cambio climático, la Patagonia va a ser un lugar increíble para hacer vinos porque nos va a favorecer. En cuanto a cosas no beneficiosas, están pasando cosas muy locas, como el atraso en las plantas y la merma de alcohol. “El cambio climático nos va a ayudar en el sentido de que hay una cantidad de grados por sobre lo que era la media anual anterior”, dijo.
El nombre del vino Terruño de Caldera viene porque Daniel y Laura tienen algo muy particular en el terroir. “Estamos en línea recta de lo que es la Caldera de Piedra Parada, que es la boca de un volcán que se extinguió hace 56 millones de años, pero hizo una mega erupción a nivel planetario y nosotros estamos arriba de un manto de ceniza color blanca que tiene minerales muy particulares y está tan solo a 60 centímetros de nuestro perfil de suelo”, relató.
Esto hace que los vinos tengan un perfil volcánico muy particular. “La gente dice que son como los vinos sicilianos o de lugares donde hay muchos minerales volcánicos”, finalizó.
Así es de Gualjaina. Un paraíso de cañadones monumentales, cuevas, pinturas rupestres y una paleta de colores infinita que enamoró a Daniel y a Laura; y los llevó a producir vino en un nuevo capítulo de la vitivinicultura extrema en el sur del sur.
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