2025

Final para las cosechas 2025 (sí, cosechas)

El impacto del clima jugó un papel decisivo en la vendimia 2025. Los motivos que influyeron en los resultados.

¿Cómo fue la cosecha 2025? Le preguntás a cualquier productor y, después de unos instantes de duda, indefectiblemente te responden: ¿ cuál de ellas? Nunca me había pasado, desde que me dedico a escribir sobre vinos, que a esta pregunta tan simple le correspondiese una respuesta tan ambigua.

La razón hay que buscarla en que el año, desde el punto de vista climático, tiene tres etapas bien diferenciadas en casi todas las regiones de Argentina, pero particularmente dos momentos claves sobre la vendimia.

Una primavera

Desde que brotó la vid a fines de septiembre y comienzos de octubre, según la región, la primavera fue sobre ruedas. Salvo eventos puntuales, las heladas fueron las grandes ausentes de la temporada, garantizando buena producción. Pero más importante, las temperaturas fueron frescas y persistieron así hasta diciembre. De esos bajos registros se verificó que, para finales de diciembre, en los principales oasis productivos las vides venían entre una y dos semanas atrasadas.

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En las zonas altas y de temperaturas frías se pudo cosechar con un punto de fruta fresca, que ofrece blancos y tintos con energía.

En las zonas altas y de temperaturas frías se pudo cosechar con un punto de fruta fresca, que ofrece blancos y tintos con energía.

Hubo algo de granizo en algunas zonas en diciembre, particularmente en la zona alta del valle de Uco, pero la marcha climática no torció los volúmenes de cosecha. De hecho, esta 2025 está entre los promedios de la última década (con 1.98 millones de toneladas cosechadas, dato definitivo). En Mendoza, la uva aún no tiene precio: para el productor fue un año amargo, sin dudas, con las bodegas comprando poco y sin definir valores por la amplitud de oferta.

Dos veranos

Todo cambió a mediados de enero. El verano irrumpió con energía y altas temperaturas, acelerando la madurez. Lo que se leía como retraso pasó a ser un adelanto de una semana, con una madurez despareja para finales de mes. El efecto es contra-intuitivo: si las altas temperaturas hacen trabajar la viña a velocidad crucero, la persistencia de esas altas temperaturas, a contar de 33ºC, es el contrario, ya que las plantas dejan de fotosintetizar. A ese fenómeno se lo conoce como bloqueo y es lo que sucedió con las variedades tintas hasta fines de febrero. Las blancas no sufrieron esos bloqueos, porque se cosecharon anticipadamente sobre fines de enero y principios de febrero.

Medido en acumulación de temperaturas, febrero fue más cálido que enero. Y esa es la anomalía del año 2025, ya lo lógico es que sea al revés. Desde finales de febrero, sin embargo, aparecieron las lluvias que siempre ocurren durante ese mes. Para ese momento las vides venían bloqueadas en las regiones bajas y calientes, y en mejores condiciones en las altas, donde las temperaturas son menos extremas. Lo que sucedió luego es de manual: las lluvias trajeron también las bajas de temperaturas, produciéndose un escalón en la madurez. De ahí que se hable de dos vendimias: antes y después de esas lluvias.

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En vinos blancos, a diferencia de la 2024, es esperable vinos de mucha energía y precisión frutal en aromas.

En vinos blancos, a diferencia de la 2024, es esperable vinos de mucha energía y precisión frutal en aromas.

Antes, porque en las zonas altas y de temperaturas frías, se pudo cosechar con un punto de fruta fresca, que ofrece blancos y tintos con energía, menos estructurados, pero con fruta precisa (como sucede en la 2023). Luego de las lluvias, porque en las zonas bajas y de suelos más pesados, el agua y la bajada de temperaturas planchó la madurez y las vides quedaron freezadas. Pasó marzo y no se habían movido, llegó abril y el grado prácticamente no evolucionaba. A esa altura del año, el perfil de sabor de las tintas ya es sobremaduro. Ni hablar los que terminaron la vendimia en mayo. El grueso de esos vinos quedará con alcoholes moderados y con perfiles de frutas muy maduras, negras o pasas, cuando no con taninos duros si los bloqueos fueron prolongados.

Los buenos 2025

En vinos blancos, a diferencia de la 2024, es esperable vinos de mucha energía y precisión frutal en aromas, porque se cosecharon en la primera etapa del verano. También a diferencia de 2023 –en que la poca uva por las heladas llevó la madurez a toda velocidad–, este 2025 perfila con mucha nitidez y mejores balances. Ya probé algunos blancos y van en esa línea.

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En tintos, la 2025 ofrece más de una vendimia, según sea la región o el punto en que se cosechó.

En tintos, la 2025 ofrece más de una vendimia, según sea la región o el punto en que se cosechó.

En tintos, la 2025 ofrece más de una vendimia, según sea la región o el punto en que se cosechó. De modo que los tintos de este año serán más heterogéneos y ofrecerán profundas diferencias de perfiles. Es acá donde se notará, sobre todo, qué bodegas trabajaron bien los viñedos y tomaron las decisiones correctas, manejando el timing de una cosecha en la que hubo que calibrar el momento para cada viñedo y parcela. En el caso de alinear cada una de esas variables, los tintos del 2025 tendrán personalidad.

Crisis de precio

Un litro de gaseosa Premium hoy cuesta lo mismo que un vino varietal, en algunos casos incluso con roble, 3000 pesos, con cadenas productivas muy diferentes. El negocio del vino está apretado de márgenes por la caída de volúmenes y mercados. Y eso repercute directamente sobre el productor de uva en un contexto global a la baja. En el mediano plazo no observa un nuevo punto de equilibrio.

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