Tres trucos que (a lo mejor) no sabías
Volver a tapar una botella de vino, la desesperación ante un corcho que se resiste a salir y la eliminación de los malos aromas, situaciones que debemos resolver.
En la era de las redes sociales las pantallas de los celulares están plagadas de gente enseñando a hacer cosas. Desde un yanqui que abre latas de gaseosa y las sirve con un truco en la medida exacta, a una caterva de buscafamas que por su minuto de pantalla promueven cualquier cosa, incluso que la tierra es plana. A este género en las redes se los llama lifehack: en una traducción literal serían los “trucos para la vida”, o mejor, los “trucos útiles”.
Hay trucos, sin embargo, que son necesarios. En el mundo del vino, casi todo lo que se ve en pantalla es cómo abrir una botella sin sacacorchos. Es que la sed puede mover montañas. Otros videos van desde leer etiquetas a cómo usar correctamente un decantador. Cinco minutos de scroll bastan para verlos todos. El más inútil y flagrante es el de una venezolana que explica que los dos agujeritos del capuchón son la clave para que el vino respire y que, una vez abierto, si se quiere conservarlo, es mejor volver a poner “la tapita”. Todo falso. Todo inútil.
En los muchos años que llevo en este asunto de descorchar botellas he aprendido algunos trucos que, sin embargo, son verdaderamente necesarios. Como no he visto videos en español neutro ni caras lindas enseñándonos acerca de cómo resolver algunas situaciones de vino o muerte, a continuación, listo algunos trucos fundamentales.
¿Cómo volver a tapar una botella de vino?
Es raro que esto pase en la vida de un buen bebedor de vinos, pero en el caso de que sobre un poco en la botella, la mejor manera de volver a taparla cuando el corcho se ensanchó es un poco anti intuitiva. La mayoría corta el corcho como si le sacara punta en una tarea a que está destinada al fracaso: jamás queda parejo además de que, en cada corte, arriesgamos inútilmente una falange. Por el contrario, lo mejor es cortar la punta del corcho, pero en “v”. Se le practica una pequeña cuña, de no más de un centímetro de profundidad y se descarta ese pedazo. Basta apretar los lados para que el tapón entre sin problema y además se ajuste.
Menos practicado, pero igual de útil, puede ser ponerle un poco de film a la boca de la botella. Para eso, recuerden siempre sacarle el capuchón completo, así el film se pega. Cualquiera sea el caso, conservarlo en la heladera es siempre buena idea.
Un corcho que se resiste a salir
No importa cuánta fuerza hicimos con el sacacorchos, el tapón no se mueve. Es un momento de gran ansiedad en el que los forzudos suelen ponerse nerviosos. Que no panda el cúnico: se soluciona muy fácil. Siempre hay (por desgracia) un fumador en los grupos. Pues bien, se le pide prestado el encendedor y se le aplica un poco de calor al cuello de la botella, con criterio uniforme y a lo largo del corcho. Es importante que quede tibio, pero no caliente. Luego hay que volver a hacer fuerza y el tapón saldrá. La magia reside en que las resinas que recubren a los corchos, sean naturales o sintéticos, a veces se pueden haber endurecido. Al calentarla, cede. Amén de que el pico también se dilata apenas. Voilá: sin anabólicos se puede abrir una botella.
Eliminar malos aromas
Hay varios tipos de aromas defectuosos en el vino. Los que son de origen biológico, como la picadura ascética, que sugiere aromas de sidra o vinagre, o la brett, que recuerda a montura de caballo o témpera, no tienen solución. Acá hablamos en particular del otro grupo, de los que sí pueden salvarse: los vinos encorchados y de los reducidos.
Los primeros tienen un tufo entre sótano y corcho y daría la sensación de que les robaron la fruta. A estos se les puede traer de vuelta a la vida con un sencillo truco de limpieza. Se practica un chorizo de film de cocina, igual que si se trabajara con plastilina, y se lo introduce por el pico de la botella. Con dejarlo unos minutos alcanza para barrer buena parte de ese aroma.
Los otros, los reducidos, son los que recuerdan a huevo podrido en los tintos o cebollas en los blancos. En general, con un poco de aire alcanza para ventilarlos. Pero si el tufo persiste, hay que pelar el cable: en efecto, un trozo de cobre alcanza para sacarle ese aroma a una botella. Unos pocos minutos de contacto entre el vino y el cobre y se hace la luz en la botella.
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