Cómo son los ensayos de invernaderos subterráneos
Los huertos subterráneos, a 33 metros bajo tierra, son la última tendencia en agricultura urbana. ¿De qué se trata la agricultura futurista?
Estamos transitando años de un cambio drástico en la forma de producir alimentos en días en que la demanda de recursos se ve complicada por el calentamiento global. Para muestra basta un botón: según un informe de la OCDE, para 2050, el cambio climático podría causar que los rendimientos promedio mundiales de arroz, trigo y maíz sean entre un 6-10% menos de lo que serían de otra manera, mientras que el estrés hídrico en regiones clave en el noroeste de la India, el noreste de China y el suroeste de los Estados Unidos podrían, por sí mismos, aumentar el precio internacional de los mismos cultivos en un 5 a 7% para el 2050.
El escenario es desafiante por donde se lo mire porque los sistemas productivos dependen de los recursos naturales del mundo. Cada sector enfrenta su propio desafío y encuentra su propio camino a herramientas que lo vuelvan eficiente.
La tecnología es una aliada importante a la hora de probar nuevas herramientas. Como les contamos semanas atrás, la agricultura vertical es una opción que se está ensayando en lugares tan diferentes como Dubai y China. En este informe, les mostraremos cómo el mundo también puede innovar bajo tierra.
Cultivar alimentos en ciudades sin luz, sin tierra y con agua es una opción que se está ensayando en megaciudades. Por esos días, Inglaterra, Escocia, Estados Unidos o Francia apuestan por producir vegetales bajo tierra y utilizando energía renovable.
Hay vida bajo tierra
En París, Cycloponics aprovecha las 600 hectáreas de un antiguo estacionamiento y, en Londres, a 33 metros bajo tierra, Growing Underground da una segunda vida a un refugio de la segunda guerra mundial para crear el huerto bajo tierra más grande de Reino Unido.
Centrados en cultivar productos como las endivias, setas o las plantas aromáticas ambos modelos de negocio representan una de las pocas salidas que tiene la agricultura intensiva en el entorno urbano.
Clave: no depender del clima
Los productos cosechados crecen bajo un sistema de cultivos hidropónicos, es decir, lo hacen sin luz solar ni tierra. En sustitución, las plantas reciben la energía lumínica de lámparas LED y reciben los nutrientes necesarios a partir de un sistema de riego de agua que les hace llegar disoluciones minerales.
Junto a las verduras, en el antiguo parking de París y a partir de unos bloques de estiércol compostado, también crecen setas shiitake.
Y es que, no depender del clima para sacar adelante los cultivos tiene su parte buena y su parte mala. Este sistema garantiza la producción de unos productos concretos durante todo el año y, a su vez, limita en la variedad. Para hacernos una idea, el huerto parisino produce en torno a 20 kilos de verduras cada mes y unos 600 de achicoria o escarola.
En Estados Unidos, siguiendo el mismo planteamiento de aumentar la producción agrícola en la ciudad, la empresa americana Square Root produce hierbas aromáticas como albahaca, cebollino y menta dentro de contenedores.
Con un funcionamiento basado también en los cultivos hidropónicos, su objetivo es vender directamente a comercios y supermercados que se encuentren dentro de un radio de actuación de 8 kilómetros.
Si bien en las megaciudades que nombramos estos ensayos se están llevando a cabo con buenas perspectivas, lo cierto es que los invernaderos subterráneos no son una novedad en la historia de los sistemas productivos del mundo.
Huertas que resisten al clima del Altiplano
Los invernaderos subterráneos no siempre se llamaron así y tampoco son exclusivos del Primer Mundo. Walipinis es el nombre que reciben los invernaderos subterráneos construidos a partir de tierra y arcilla, dos elementos que garantizan el frescor en verano y el calor en invierno.
Ubicados en la meseta del Titicaca boliviana e ideados por un granjero suizo en los años 90, este tipo de organización agrícola fue pensada para garantizar la producción durante todo el año. A diferencia de los cultivos hidropónicos anteriores, los walipinis nacen de la necesidad de proteger la alimentación de la población de esta área de los Andes.
A primera vista, los Walipinis son un poco mágicos. Con su aspecto tosco, de tejados casi al ras del suelo, pueden pasar fácilmente desapercibidos en medio del paisaje árido y sepia del Altiplano de Bolivia. Y sin embargo, dentro, bajo tierra, pueden esconder un verde brillante, desproporcionadamente vivo en esta gigantesca planicie de clima extremo, donde al aire libre casi todas las plantas mueren.
En forma vertical o bajo tierra; en agua o arcilla, en el mundo se están probando distintas formas de sobrellevar los efectos del cambio climático. Con mayor o menor éxito, cultivar en condiciones extremas es una alternativa cada vez más viable, ¿hacia allá va el mundo?
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