El agua virtual: el recurso invisible que afecta el día a día de todos
Es la cantidad de agua utilizada para cultivar, crear o procesar un producto. Algunos ejemplos: obtener un kilo de tela de algodón requiere 11.000 litros de agua y un kilo de carne, 15.000.
La rutina diaria moderna implica cientos de tareas como alimentarse, hacer compras, vestirse, trabajar, usar medios de transporte… La rutina diaria implica el uso de un recurso por momentos, invisible como el agua. A ese recurso, que puede pasar inadvertido, se lo conoce como “agua virtual”.
¿De qué estamos hablando? Se trata de un concepto creado en 1993 por el investigador británico John Anthony Allan, profesor del King’s College de Londres, que fue premiado con el Stockholm Water Prize ese mismo año por desarrollar un método de cálculo del agua usada en la fabricación de productos.
“El agua virtual incluye los bienes y servicios con un alto contenido en agua, ya sea en el producto acabado o durante su producción. El volumen mundial de flujos de agua virtual en materias primas asciende a 1.625 mil millones de metros cúbicos anuales lo que representa el 40% del consumo total de agua. Cerca del 80% de los flujos de agua virtual están relacionados al comercio de productos agrícolas y el 20% restante al de productos industriales. La creciente demanda de alimentos de origen animal es en parte responsable de la actual presión sobre los recursos hídricos. La producción de carne requiere una cantidad 8 a 10 veces mayor de agua que la utilizada en la producción de cereales”, explicó la UNESCO.
Dicho de otro modo, el “agua virtual” se puede definir como la cantidad de agua necesaria para crear cualquier producto. “No es visible ni se bebe directamente, pero está presente en la comida y en los objetos que utilizamos a diario. Para calcularla, se tiene en cuenta el agua que se usa y se contamina en todas las etapas del proceso de producción: el cultivo, el procesamiento, la fabricación, el transporte y la venta, entre otros”, detalla un reporte de la BBVA.
Los ejemplos clarifican
“Pensemos por ejemplo en el pan. Necesitamos conseguir las semillas, plantarlas, regar el campo, recoger el trigo y realizar muchos otros pasos hasta que se vende en la panadería. A esto tenemos que sumarle el trabajo del panadero, que también bebe agua, y la cantidad que se evapora durante el riego. Todo cuenta”, explicó José Francisco García, director del Institut de Recerca de l’Aigua (IdRA), en el informe del banco español.
Por su parte, la UNESCO hizo un repaso por la cantidad de litros del “agua virtual” de un puñado de productos: un par de zapatos de cuero 8.000; camiseta de algodón de talle media, 4.100; hamburguesa de 150 gramos, 2.400; un vaso de leche de 200 ml, 200; taza de café de 125 ml, 140; huevo, 135; vaso de vino, 120; manzana, 70; y una naranja, 50.
“Las cifras resultantes son sorprendentes y hacen referencia a volúmenes que nos parecen enormes, sobre todo si pensamos en unidades de bebida”, señaló García. “Para obtener un kilo de tela de algodón para hacer ropa, necesitamos alrededor de 11.000 litros. Para un kilo de carne, 15.000 litros, y para 100 gramos de chocolate, unos 2.400. Esto se debe a que entran en juego muchísimos procesos. Por ejemplo, en el caso del algodón, el 45% de los 11.000 litros se destinan a regar, y un alto porcentaje de esta cantidad se evapora”, continuó el especialista.
¿Agua virtual es igual a huella hídrica?
La respuesta es no. Según el reporte de BBVA, el “agua virtual no debe confundirse con la huella hídrica, que hace referencia al total de agua que una persona, una actividad, una empresa o un país utilizan en el día a día. Esto incluye la que usamos para beber y para ducharnos, por ejemplo, y también toda el agua virtual de los productos que consumimos”.
Asimismo, el concepto de huella hídrica fue introducido en 2002 por el profesor Arjen Hoekstra del Instituto UNESCO-IHE, como un indicador alternativo del uso del agua. Posteriormente, la cooperación entre las instituciones globales líderes en el campo llevó a la creación de la Water Footprint Network en 2008, que tiene como objetivo coordinar los esfuerzos para desarrollar y difundir el conocimiento sobre los conceptos de huella hídrica, métodos y herramientas. La nueva norma ISO 14046 unificó conceptos a nivel mundial en huella hídrica y pasó a ser el referente internacional para empresas, procesos y productos.
La huella hídrica mide el volumen de agua consumida, evaporada o contaminada, ya sea por unidad de tiempo para individuos y comunidades, o por unidad de masa para empresas, así como también muestra su ubicación, siendo un indicador geográficamente explícito.
Esto quiere decir que la huella hídrica de un producto en particular es el volumen de agua dulce utilizada para producirlo, medido en el lugar donde se llevó realmente a cabo la producción de dicho producto. Además, se trata de un concepto global, ya que la huella hídrica hace referencia a la cantidad de consumo de agua en varias etapas de la cadena de producción.
La rutina diaria moderna implica cientos de tareas en las que el agua se escabulle sin que siquiera nos demos cuenta. Tal como señala la ingeniera Gabriela Parada - Puig en el paper “El agua virtual: conceptos e implicaciones”, “el agua es uno de los recursos más preciados de que dispone la vida en nuestro planeta. Es un recurso esencial, limitado y en peligro, cuya disponibilidad se hace cada vez más crítica llevando a conflictos geopolíticos o cambios en políticas internas de producción y comercio en muchos países. Un aspecto importante de la atención que se le debe prestar al recurso lo representa la cuantificación de sus reservas y del uso, abuso y contaminación de las mismas como resultado de las actividades humanas”. Claramente es un debate que recién transita sus primeros tiempos.
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