Argentina: ¿Por qué las empresas siguen subfacturando las exportaciones?
En la Argentina la economía 'paralela' maneja valores y volúmenes muy grandes. Pese a a que la brecha cambiaria cae, las empresas siguen subfacturando.
La posibilidad de subfacturar exportaciones ha sido una moneda corriente para gran parte de las empresas argentinas en todas estás últimas décadas. La puerta para realizar esta maniobra de comercio exterior ilegal estuvo motorizada especialmente por el diferencial que generaba la brecha cambiaria en la economía argentina. A mayor brecha, mayores ganancias extraordinarias obtienen las exportadoras.
El tema es sencillo. En un mercado intervenido, la brecha cambiaria es el diferencial que existe entre el valor del dólar marginal -u otros alternativos- en el mercado financiero y el precio del oficial (que percibe el exportador por parte del Banco Central). En nuestro país, en la última década, la brecha cambiaria llegó a consolidarse en índices superiores al 150%.
Tal como se observa en la gráfica adjunta, la brecha cambiaria ha mostrado una enorme volatilidad en estos últimos años, y la misma se debió, por lo general, al ánimo que mostraba el mercado en relación a la confianza que existía sobre las medidas tomadas por el Gobierno. A menos confianza, la brecha de disparaba, y viceversa.
En el infograma se observa también que existieron períodos de brecha cambiaria muy bajos -e inclusive con índices negativos- que fue entre 2016 y 2018, durante la gestión del presidente Mauricio Macri, donde no hubo restricciones en el mercado (sin cepo cambiario).
Como mencionamos párrafos arriba, las subfacturaciones generan ganancias extraordinarias en las empresas que utilizan esta metodología ilegal. En las economías regionales, y el sector agropecuario en general, se observan importantes niveles de sub facturación cuando se realizan los comparativos de precios declarados (FOB) por algunas empresas argentinas ante la Aduana por su oferta destinada al exterior, con la de otros países de la región que presentan similares características en sus productos comercializados.
El esquema es sencillo. Un exportador argentino que comercializa sus productos con Brasil, por dar un ejemplo cualquiera de destino, declara a la Aduana por su venta al exterior un valor (supuesto, obviamente) de 100 dólares. Esos dólares se pesifican a la paridad oficial, y esos pesos son los que percibe el exportador en nuestro país. Pero si el valor real del producto en el mercado de destino es de 200 dólares, el exportador argentino -en complicidad con el importador- percibe por fuera del mercado oficial esos otros 100 dólares y los trae al país para comercializarlos en el mercado marginal. Dependiendo del nivel de la brecha cambiaria que exista en ese momento, son los mayores o menores ingresos extraordinarios que percibe el exportador por su mercancía clocada en el exterior.
Esta práctica ilegal que existe en la balanza de comercio exterior de la Argentina es -y ha sido durante décadas- un sistema de transferencia de millonarios recursos de las arcas del Estado a las empresas privadas del sector. Son muchas las preguntas que emergen tras este comentario. ¿Por qué el Gobierno pone un cepo cambiario que, en definitiva, estimula la ampliación de la brecha?, ¿No hay controles para minimizar este daño al Estado?, ¿Por qué se ha vuelto una práctica casi normal para el empresariado local?...todas preguntas que tienen que ver con la historia económica argentina de las últimas décadas y que, probablemente, podrán ser tratadas en otros contenidos periodísticos dada la extensión de los temas.
Pero volvamos a nuestra actualidad. Si la brecha cambiaria es la que estimula la subfacturación de las exportaciones en determinados segmentos de nuestra economía, ¿Cuál es la causa de que hoy, con una brecha por debajo del 5%, está práctica continúe vigente?
Tomemos un producto cualquiera para llevar como ejemplo en este informe periodístico: las exportaciones argentinas de cebollas. En este sistema, los niveles de subfacturación han sido siempre muy elevados. Y este año en curso, no ha sido la excepción. Tomemos como referencia las declaraciones juradas de los empresarios argentinos (valores FOB) y la de sus homólogos chilenos con productos colocados en un mismo mercado: Brasil.
En la gráfica adjunta, claramente se observa que para un mismo producto, los valores declarados por la oferta exportable de Chile es hasta tres veces superior a la de la Argentina. Este ejemplo con la cebolla se lo puede observar en muchos de los productos frutihortícolas de nuestro país. Pero si la brecha cambiaria es mínima en estos tiempos...¿Qué lleva a ciertos exportadores locales a seguir subfacturando?
Obviamente, ningún ejecutivo quiere dar explicaciones ante un medio de comunicación al considerarse la subfacturación una maniobra totalmente ilegal y con serio perjuicios fiscales para el Estado. Pero +P logró conversar -con el pedido de mantener un estricto off sobre los anonimatos- con empresarios cebolleros que intentaron justificar la continuidad de sus actos.
"Sin la ganancia extra que nos genera subfacturar, todos nosotros estaríamos fundidos", arremetió uno de los entrevistados sobre el inicio de la conversación. Las repuestas a las consultas sobre porque continúan con esta maniobra teniendo una brecha cambiaria en mínimos y, por ende, ganancias extras marginales, pueden ser tomadas más como hábitos históricos comerciales que como oportunidades puntuales de negocios. De la charla se pudieron sacar los siguientes conceptos.
- "Hace décadas que hacemos esto y fue lo que nos permitió, en los peores momentos de nuestra economía, poder subsistir como productores".
- "No sería razonable que en los últimos años estemos facturando a 0,25 dólares el kilo FOB de cebolla y de una temporada para otra pasemos a facturar tres veces más...¿Cómo justificamos eso?".
- "El atraso cambiario es evidente hoy en la economía argentina. ¿Qué pasa si se dispara otra vez la brecha?...y, seguramente, vuelva a aparecer el negocio de la sub facturación. Es todo un interrogante".
Si bien la charla se centró puntualmente en la continuidad de la ilegalidad del comercio externo de cebollas en la argentina en un contexto de caída de brecha cambiaria, la tranquilidad con la que hablaban los empresarios, el sub mundo en el que se ingresa para la gestión de cobro de esos dólares que son transportados al país en forma marginal, y los montos que están en juego en cada una de las operaciones, termina de mostrarnos que este sistema está "muy bien aceitado" hace ya muchos años y difícilmente se desmantele por una coyuntura en la economía local. Una "Argentina paralela" que crece a las sombras de la ilegalidad.
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