Dólar agro en clave patagónica
El programa se presentó en medio de la urgencia por recomponer las reservas y llegó a la fruticultura en una última instancia. ¿Cuál es el impacto en el sector?
Entre los varios condicionantes de la evolución económica del país, el gobierno nacional enfrenta el acuciante problema de la insuficiencia de dólares. Las necesita para hacer frente a las importaciones y obligaciones financieras, remisión de utilidades, pago de seguros y transporte internacional, compra de dólares por particulares, cancelaciones de vencimientos de la deuda externa pública, compra de combustibles para abastecer el mercado interno por parte del gobierno, entre los más significativos.
Intentando superar esta situación, el gobierno ha limitado la adquisición de dólares para ciertos fines: viajes al exterior, dólar-ahorro, importaciones de bienes y servicios que deben contar con autorización previa, remisión de utilidades, y otros conceptos.
Sin embargo, en 2023 la caída de producción por la sequía que afectó la Pampa Húmeda, llevó al gobierno a estimular la aceleración de la exportación de los stocks de cereales y oleaginosas almacenados por productores y exportadores, aumentando durante los meses de abril y mayo el valor del dólar, y así conseguir que el Banco Central aumente sus reservas de moneda extranjera.
Frente al reclamo de los actores de las economías regionales por haber quedado excluidos de este esquema, apodado “dólar-soja”, el gobierno decidió la inclusión de diversas producciones, entre las que se encuentran la pera y manzana, de protagónico papel en Río Negro y Neuquén, y cuyos actores vienen solicitando condiciones más favorables para los productos exportables debido al retraso del tipo de cambio.
Radiografía de la balanza comercial
En la composición de las exportaciones argentinas se evidencia el rol predominante de los cultivos agrícolas. En el año 2022, los complejos sojero, triguero, maicero y de girasol aportaron el 40% de nuestras ventas externas. Diversos sectores agrícolas, de productos de la ganadería, lácteos, productos industriales y materias primas aportan a la sumatoria total de los bienes y servicios que se envían al exterior.
Los principales sectores industriales por sus exportaciones fueron el complejo petrolero-petroquímico y el automotriz, aportando cada uno el 10% de las exportaciones totales. Por su parte, las importaciones de insumos y maquinarias representan el mayor volumen de compras del país en el exterior, y en 2022 la importación de hidrocarburos, frente a la insuficiencia del abastecimiento interno, sumó un componente de importancia.
Y llegó el desdoblamiento
La disminución de la producción del complejo cerealero llevó al gobierno a establecer, temporalmente, un tipo de cambio diferencial, mayor a la cotización oficial, tratando de favorecer el ingreso de dólares. A tal fin, mediante el Decreto N° 194 de fecha 9 de abril de 2023, el gobierno restableció el Programa de Incremento Exportador.
De este marco, las mercaderías exportadas incluidas en este decreto, se convertirán al valor de $300 por dólar estadounidense, con obligación de liquidación de las divisas. El beneficio de este dólar diferencial se aplicará a las exportaciones oficializadas a partir del 10 de abril de 2023, y con fecha límite de liquidaciones de divisas antes del 31 de agosto de 2023.
La Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, estableció los requisitos para que las economías regionales se adhieran a este programa, incluyendo a las producciones de manzana y pera. Los representantes de las cadenas se comprometieron a abastecer el mercado local, manteniendo o incrementando los volúmenes de abastecimiento registrados en los 18 meses anteriores, y a mantener o incrementar, durante la vigencia del programa, la cantidad de puestos de trabajo bajo su dependencia que registrasen al momento de su entrada en vigencia.
A destiempo
En lo que respecta a las exportaciones de pera y manzana, hay que tener en cuenta los datos necesarios para trazar un panorama de su posible impacto. Los destinos de las ventas externas de la región se segmentan en dos grandes bloques geográficos. Las exportaciones a países de Europa, América del Norte, Rusia y otros países de ultramar, responden a una programación y logística que se define con un período de meses previo a su efectiva exportación, y los embarques se realizan en el primer semestre del año.
En cuanto a la exportación a los países vecinos, son pasibles de modificaciones en el corto plazo, según las condiciones de mercado que se vayan sucediendo en los mercados de los países compradores. En este sentido, el período de tiempo en que es implementado el programa (abril-agosto), incluirá una proporción significativa de las exportaciones anuales de pera y de manzana.
Fuera del calendario
Otro aspecto significativo para medir el posible impacto, es que la liquidación de las divisas por las exportaciones debe realizarse dentro de período de vigencia del plan, lo que responde a la necesidad del gobierno de acumular las reservas; por lo tanto sólo recibirán el valor de $300 las ventas externas que se realicen e ingresen las divisas antes del 30 de agosto de este año. Este es un factor adicional que complica la obtención del beneficio, dado que en las ventas a los plazos habituales de pago superan las exigencias establecidas.
En cuanto a la cotización del dólar a $300, con el transcurrir del tiempo irá significando un diferencial menor respecto de la cotización del dólar oficial. La diferencia entre ambos valores se ha ido reduciendo con el transcurrir de los días. Si se mantiene el actual ritmo de devaluación mensual, el diferencial del dólar-programa respecto del oficial tenderá a perder significatividad.
Las estadísticas de exportación marcan que en 2023 la exportación de pera se incrementó 15% con respecto a 2022, en tanto las ventas externas de manzana mantienen la trayectoria descendente que han presentado en los últimos años. Dada la importancia del volumen que alcanza la exportación de pera, el incremento del valor del dólar durante la vigencia del programa puede significar un mayor ingreso para el complejo regional, atenuando parcialmente las condiciones desfavorables que enfrenta su exportación debido al retraso cambiario.
En conclusión, para la fruticultura representará una mejora en el tipo de cambio efectivo de corto plazo, en consonancia con el diseño del programa. El mayor valor del dólar puede incentivar un aumento de las ventas hacia los países vecinos, para aprovechar la ventana del mayor tipo de cambio. La mejoría en el valor del producto exportado irá perdiendo significatividad con el transcurrir del período, debido al proceso inflacionario.
Habrá también que ir monitoreando cómo esta mejora se distribuye entre los productores, empacadores y comercializadores, ya que la fruta de los productores por lo general en esta fecha está conservada en las cámaras frigoríficas de quienes adquirieron su cosecha, con la promesa de liquidar su valor de acuerdo a las condiciones de mercado. Pero ese será un capítulo más de la búsqueda de la transparencia comercial, una labor aún pendiente para la producción regional.