Reduflación, dar menos por lo mismo
La inflación se acelera mes a mes, la devaluación corroe al peso y, en este contexto, surgen nuevas tendencias como la reduflación. Pero de qué se trata esta nueva costumbre.
El devenir de la realidad económica del mundo en diferentes momentos históricos nos fue familiarizando con términos como inflación, recesión, depresión o estanflación. Por estos días, todo parece indicar que debemos comenzar a entender de qué hablamos cuando hablamos de reduflación.
El concepto se atribuye a la economista estadounidense Philippa ‘Pippa’ Malmgren, experta en geopolítica y economía tecnológica. La asesora en su momento de presidentes como George Bush o Barack Obama lo bautizó como ‘shrinkflation’: una combinación del término inflación con el verbo ‘shrink’ (contraer).
¿A qué alude? El término se refiere a una suerte de “inflación invisible”. En esencia, consiste en reducir la cantidad de producto que se vende al consumidor manteniendo (o incluso elevando, en algunos casos) su precio. Es una práctica que se viene realizando desde hace décadas, pero que se ha sistematizado y sofisticado en los últimos años, en Argentina y en el mundo.
Malmgren lo definió en términos muy sencillos e intuitivos: “Hablamos de reduflación cuando un producto reduce su tamaño, su cantidad o el número de unidades que se venden en un mismo envase sin que esa reducción repercuta en una bajada de precio”. Es dar menos por lo mismo.
Si pasa, pasa
Todos vemos la redunflación a diario, aunque quizá no conocíamos el término pensado por Malmgren. La reduflación son envases cada vez más chicos para poder mantener los precios el mayor tiempo posible. En tiempos de inflación a dos dígitos mensuales, pasa a ser una práctica cada vez más extendida.
Según un estudio del BBVA, “la investigación académica ha demostrado que los consumidores son muy reticentes a aceptar aumentos de precios explícitos, pero, en cambio, tienden a asumir de manera pasiva las reducciones de volumen, tamaño o cantidad que no implican un cambio de precio incluso cuando les resultan perceptibles a simple vista”.
Algunos expertos hablan de reduflación táctica o sibilina en los casos en que esta merma interesada pasa desapercibida. Por lo general, ocurre cuando la reducción se mueve en la franja entre el 5% y el 10% del volumen total de producto.
Cuentas claras…
Para el fabricante, este tipo de contracciones interesadas sirve para aumentar el margen de beneficio de manera significativa sin asumir la pérdida de competitividad y el costo asociado en términos de imagen de marca, que con frecuencia implica un incremento de precio.
Aunque analistas como la propia Malmgren han descrito a esta práctica como “cínica” y “fundamentalmente deshonesta”, en comparación con el aumento de precios derivado de la inflación, que no deja de ser un efecto natural de la evolución de la economía, lo cierto es que la redunflación es legal siempre que se comunique de manera correcta y explícita el volumen de producto que se pone a la venta. Otro tema es cómo lo perciban los consumidores.
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