ABC de las alamedas: ¿Qué función cumplen en las chacras del Alto Valle?
El paisaje del Alto Valle productivo tiene como característica las bellas alamedas que bordean los límites de las chacras, además de distintas especies de sauces ¿Qué función cumplen? Te lo contamos en esta nota.
La Patagonia en general se caracteriza por ser una región de fuertes vientos, que pueden llegar a superar los 120 Km por hora. Estas corrientes de aire pueden afectar enormemente a los cultivos y la zona del Alto Valle no es ajena a esta situación.
En las chacras de Río Negro y Neuquén se suelen usar ciertos tipos de árboles para armar las llamadas “cortinas rompevientos”, que tienen la función principal de proteger los cultivos que se podrían ver gravemente afectados por las fuertes ráfagas de viento.
Particularmente el álamo (Populus ssp.), es una de las especies elegidas en los valles de Patagonia Norte para mitigar los vientos. Son árboles de rápido crecimiento y pueden llegar a tener una altura de hasta 30 metros de largo y un importante diámetro del tronco.
Por su parte, ciertos tipos de sauces (Salix ssp.), también tienen funciones importantes en las chacras. Además de que son árboles que proporcionan grandes áreas de sombra, también se utilizan en las cortinas rompevientos.
Las filas de árboles que protegen las chacras
El ingeniero forestal, Esteban Thomas, explica que las cortinas rompevientos “son filas de árboles (simples o dobles) que se establecen en las chacras para proteger los cultivos”.
Particularmente en las chacras de los valles del norte de la Patagonia “se utilizan álamos o sauces para implantar las cortinas rompevientos con el objetivo de proteger los diferentes cultivos, principalmente los montes frutales, de los vientos característicos en la región”, afirma el ingeniero del INTA.
Asimismo, la madera de estos árboles también se utiliza “para la producción de postes, tablas, tirantes, tableros laminados, bins y pallets, entre otros”. Las hileras de árboles se talan cuando ya cumplieron su función como cortinas contra los vientos, agrega Esteban Thomas.
Para este tipo de usos, el ingeniero asegura que “hay diferentes clones de álamo y sauce para la implantación de las cortinas rompevientos”. Mientras que antes se utilizaban álamos criollos o chilenos “que suelen seguir utilizándose, pero en menor proporción”.
En cuanto a las especies de estos árboles que se utilizan, el Ing. Thomas describe que “desde hace algunas décadas, y a partir de los resultados de ensayos regionales, actualmente se recomienda implantar los álamos Blanc de Garonne y Ragonese 22 INTA. Estos dos clones de álamo son masculinos, por lo que no producen "pelusa", y desarrollan una copa bastante estrecha, ideal para lograr una porosidad semipermeable de las cortinas”.
Las variedades de sauces que se recomiendan para estos usos son los “sauces Los Arroyos y Tehuelche, con copa medianamente estrecha, que se adaptan a suelos leve o moderadamente salinos”.
Lo cierto es que los avances científicos posibilitaron el hecho de que “varios de estos clones de álamos y sauces recomendados actualmente fueron obtenidos mediante proyectos de mejoramiento genético en diferentes unidades experimentales de INTA (INTA Delta del Paraná e INTA Castelar)” sostiene el Ingeniero Forestal.
Otro de los beneficios que tienen estas hileras de árboles tiene que ver con el cuidado del medio ambiente. “Estas especies arbóreas, debido a la alta tasa de crecimiento, secuestran una importante cantidad de dióxido de carbono (CO2) que se acumula en el tronco, las ramas y las raíces durante varios años”.
El secuestro de carbono de las cortinas rompevientos, formadas por estos árboles, “compensa una importante proporción de las emisiones generadas por los insumos utilizados en la producción de los cultivos, como los combustibles, fertilizantes y la electricidad, entre otros”.
¿Qué cuidados deben tener las cortinas rompevientos?
Los álamos y sauces son árboles que necesitan una buena disponibilidad de agua en el suelo para poder crecer. “Las cortinas rompevientos normalmente se establecen paralelamente a las acequias de riego, por lo que disponen de una adecuada humedad en el suelo para su crecimiento”, confirma el experto.
El Ingeniero Thomas añade que las cortinas de estas especies normalmente llegan a tener entre 20 y 25 años de edad, “aunque actualmente se recomienda realizar la cosecha a los 10-12 años con el fin de disminuir el efecto negativo que genera la sombra sobre los cultivos”.
Desde la Estación Experimental INTA Guerrico realizan capacitaciones con el objetivo de brindar información sobre la importancia de las cortinas rompevientos para la protección de los cultivos en la región de los valles de Patagonia Norte.
Por otra parte, también informan a los asistentes de los nuevos clones de álamos y sauces evaluados y actualmente recomendados, además de exponer las estimaciones de secuestro de carbono de las cortinas, para la huella de carbono de la producción frutícola.
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