Argentina, país de la carne, ahora importa: récord de compras en 2025
Pese a su histórica tradición ganadera, Argentina importó 4.717 toneladas de carne bovina en el primer cuatrimestre de 2025, principalmente desde Brasil.
Argentina, conocida históricamente como uno de los grandes emblemas mundiales en la producción y exportación de carne vacuna, atraviesa un escenario que, hasta hace poco, parecía impensado: la necesidad de importar carne para abastecer su mercado interno. En el primer cuatrimestre de 2025, el país importó 4.717 toneladas de carne bovina, por un valor total de 18,7 millones de dólares, a un precio promedio cercano a los 4.000 dólares por tonelada. Brasil se posicionó como el principal país de origen de estas compras.
Este fenómeno encierra una serie de contradicciones profundas que reflejan no sólo un retroceso en el modelo productivo del país, sino también las distorsiones macroeconómicas que afectan de manera directa al sector agroindustrial, particularmente a la cadena cárnica.
Históricamente, Argentina fue sinónimo de carne. Las imágenes de las pampas infinitas, del asado como ritual nacional y de una industria exportadora pujante formaron parte del imaginario colectivo local y global. Sin embargo, el crecimiento sostenido que presentan este año las importaciones de carne bovina, lejos de ser un fenómeno aislado, es un indicador alarmante del deterioro productivo y del desajuste económico. Es la primera vez en décadas que estas toneladas de importación se presentan en Argentina. Sin ir muy lejos, y tal como lo destaca la estadística de 'Informe Ganadero' durante el primer cuatrimestre del año pasado las importaciones de carne de Argentina fueron cero.
La falta de producción de carne vacuna, explicada en parte por el impacto de la sequía de los últimos años, la liquidación de vientres y la carencia de incentivos para la inversión ganadera, dejó al mercado interno con menos oferta en relación a la demanda existente. Al considerar el primer cuatrimestre del año, la producción de carne vacuna fue equivalente a 993.000 toneladas res con hueso, igualando lo producido en el mismo cuatrimestre de 2024. Sin embargo la demanda se aceleró. Y a esto se suma un problema estructural que ya lleva años agravándose: el atraso cambiario.
Atraso cambiario y pérdida de competitividad
El tipo de cambio oficial, congelado o con ajustes menores frente a una inflación que llegó a corres a ritmos de dos dígitos mensuales, generó en todo este último tiempo un escenario de atraso cambiario muy importante. Esto significa que, en términos reales, producir en Argentina se vuelve cada vez más caro en dólares, mientras que importar puede resultar más barato, especialmente si se accede al tipo de cambio oficial.
Este desajuste crea una paradoja: a pesar de tener una de las mayores capacidades ganaderas del mundo, resulta más económico para algunos operadores importar carne de Brasil que adquirirla en el mercado local. El fenómeno se agrava con las restricciones a las exportaciones impuestas en años anteriores, que desalentaron la inversión en el sector y redujeron los márgenes de rentabilidad.
Brasil, el proveedor del país ganadero
Entre enero y abril de 2025, Brasil se consolidó como el principal proveedor de carne vacuna a Argentina. La cercanía geográfica, una estructura de costos más competitiva y una política exportadora más agresiva por parte del país vecino explican en parte esta dinámica. Mientras tanto, los productores argentinos enfrentan precios internos deprimidos, costos en alza y un horizonte de incertidumbre.
El ingreso de carne brasileña al mercado argentino también plantea tensiones dentro del sector. Los frigoríficos que abastecen al mercado local denuncian competencia desleal, mientras que los consumidores no necesariamente perciben una baja en los precios, ya que la cadena comercial sigue trasladando los costos acumulados.
La necesidad de importar carne no es solamente una señal de desequilibrio comercial, sino también un síntoma de la desarticulación de un modelo productivo que alguna vez fue ejemplo a nivel internacional. Los especialistas advierten que, si no se corrigen las distorsiones cambiarias, no se estabiliza la macroeconomía y no se generan políticas de largo plazo para el sector, esta situación podría agravarse.
En definitiva, Argentina se enfrenta a una ironía dolorosa: siendo cuna de una de las carnes más reconocidas del planeta, hoy se ve obligada a abastecerse del exterior. Más que una anécdota, es una señal de alarma que debería encender luces rojas tanto en el ámbito económico como en el político.
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