Artesanos y velloneros de Neuquén: tejiendo tradición en las ferias ganaderas
Desde tejidos mapuches hasta vellones de calidad, conoce las historias de Irma, Adela, Apolinario e Hilda, quienes con pasión y dedicación dan vida a la tradición en cada hebra.
En la provincia de Neuquén, las fiestas populares y ferias son espacios clave para que artesanos y velloneros muestren sus creaciones y conecten con el público. Estas instancias no solo promueven el trabajo manual, sino que también resaltan la riqueza cultural y productiva de la región. Esta vez, repasamos los trabajos que se mostraron en el marco de la 15ª edición de la Feria Integral de la Producción en Zapala, que se llevó a cabo el primer fin de semana del mes de abril.
Irma Millape: orden y tradición en el telar
Irma Millape, de Santo Domingo Arriba (Departamento Zapala), es parte de la Asociación de Fomento Rural (AFR) Macho Negro. En la última Feria Integral de la Producción, su stand fue distinguido como el mejor, algo que ella atribuye al orden y la clara exhibición de precios. “No sé exactamente qué marcó la diferencia, pero creo que fue la prolijidad”, reflexiona.
Su puesto se adapta al perfil de cada evento. Para esta ocasión, trajo productos “más de campo”: peleras, cinchas, maletas, matras de recado y medias, entre otros. Irma teje con telar mapuche y de mesa, utilizando lana que tiñe con elementos naturales como radal, cebolla, barba de ñire, michay y remolacha, logrando colores únicos que reflejan su conexión con la naturaleza.
Adela Huanque: colores y relatos tejidos
Adela Huanque, también de la AFR Macho Negro (a 32 km de la ciudad de Zapala), pero de Santo Domingo Centro, llenó su stand con una explosión de colores. Sus tejidos a crochet y telar incluyen agarraderas, boinas, medias y gorros, pero fueron sus vellones de lana de oveja los que le valieron un reconocimiento.
A Adela le apasiona compartir el proceso detrás de su trabajo: “Dejo secar la lana al sol para que suelte la tierra y las espinitas. Luego la hilo y con eso hago peleras y cinchas para vender”. Aprendió a hilar con huso de su madre y perfeccionó el crochet en un curso en Ramón Castro. Las ferias ya son parte de su rutina, y este año, junto a su compañera, participó en la Fiesta del Piñonero en Villa Pehuenia, llevando sus creaciones a nuevos públicos.
Apolinario Painemilla: calidad en los vellones
Desde Villa Puente Picún Leufú, Apolinario Painemilla y su esposa trabajan la lana para ferias y para abastecer a artesanas. “Es vellón cruza Lincoln, con algo de Pampinta y Corriedale. Nos esforzamos por mantener la raza para garantizar calidad”, explica. Según él, el merino, aunque ideal para la industria, no se adapta bien a los campos neuquinos, ya que requiere pasturas de mayor calidad y cuidados intensos.
El proceso no está exento de desafíos: “En primavera, los animales se meten bajo los montes y la lana recoge espinas y hojas de jarilla. A veces, hay que desechar partes del lomo por la maleza”. En esta feria, vendieron unas 25 bolsas de vellón, de distintos tamaños según la edad del animal, ya que la cantidad disminuye con los años. La pareja fue premiada por la calidad de sus vellones, un reconocimiento a su dedicación.
Hilda Inal y su pasión por la lana
Hilda Inal, de la comunidad Namuncurá en Junín de los Andes, participó en la 15ª edición de la Feria Integral de la Producción en Zapala. Su stand, repleto de chalecos, camperas, caminitos, medias, guantes, boinas, gorros y fajas, destacó por su prolijidad y cuidado en cada detalle.
Hilda había sido reconocida en 2024 en el concurso de proyectos de mujeres rurales, organizado por la Subsecretaría de Producción en el marco del Día de la Mujer Rural. “Fue increíble. Muchas personas me felicitaron y me dieron ánimo para seguir”, cuenta emocionada. Con el premio, pudo comprar una rueca eléctrica, vellones y más lana, herramientas que le permitieron seguir creciendo. “Sola no lo hubiera logrado. Estoy muy agradecida”, afirma.
Su amor por la lana es evidente: “Cuando me falta, siento que me falta una parte de mí. La lana me hace vivir, me alegra”. Hilda hila con huso y rueca, tiñe la lana y teje en telar, un proceso que describe como “algo re lindo”. Su objetivo es inspirar a otras mujeres: “Quiero mostrarles que la lana de oveja se puede aprovechar, que no hay que tirarla. Si trabajas con empeño, siempre da frutos”.
En su primera experiencia en un evento como el encuentro de mujeres rurales en Neuquén, Hilda expresó su felicidad: “Estoy orgullosa de lo que hago. Es la primera vez que salgo a un lugar así, y no lo puedo creer todavía”. Su mensaje es claro: trabajar la lana no solo es una salida económica, sino una forma de conectar con la tradición y la creatividad.
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