Exportaciones

China se enfría y el dólar se atrasa: doble golpe para las exportaciones de carne argentina

Las exportaciones de carne no levantan cabeza. En marzo cayeron 36% en términos interanuales y en el trimestre un 28%.

Marzo dejó un sabor amargo para las exportaciones de carne vacuna en Argentina. Con una caída del 17,2% en volumen y del 20,1% en valor respecto a febrero, el país embarcó menos carne y recibió muchos menos dólares. El dato más alarmante, sin embargo, surgió de la comparación interanual: las exportaciones se desplomaron un 36,1% en relación con marzo de 2024, consolidando un trimestre negativo en todos los frentes.

La información, relevada por el Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas (ABC), da cuenta de un deterioro profundo y sostenido: en marzo se exportaron 43.400 toneladas peso producto de carne bovina refrigerada y congelada, por un total de 205,9 millones de dólares. Pero el problema va más allá del dato mensual. En los tres primeros meses de 2025, las exportaciones acumularon 142.500 toneladas, una caída interanual del 28,4%. En cuanto a ingreso de divisas, se registraron 694,4 millones de dólares, lo que representa una merma del 7,5% respecto al mismo período del año anterior.

Dos factores internos, un escenario global hostil

Según los analistas, esta caída obedece principalmente a dos factores. Por un lado, la expectativa de una inminente corrección cambiaria empujó a los exportadores a postergar ventas en busca de un tipo de cambio más favorable. Con un dólar oficial que avanza a ritmo lento frente a una inflación persistente, el atraso cambiario afecta directamente la competitividad de las exportaciones.

Por otro lado, los precios internacionales también jugaron en contra. El mercado global de la carne vacuna enfrenta un momento complejo: la demanda se resiente en varios destinos clave, y los precios reflejan esa contracción. Mario Ravettino, presidente del Consorcio ABC, lo resumió con claridad: “Con relación al mes de marzo de 2024, los volúmenes exportados resultan un 36,1% inferiores; mientras que el valor obtenido ha sido un 20,1% menor”. El dato es contundente: en apenas un mes se embarcaron 9.000 toneladas menos y se perdieron casi 52 millones de dólares.

China, un gigante que compra menos

El deterioro más notorio se dio en el mercado chino, históricamente el principal destino para la carne bovina argentina. En marzo, las compras de carne congelada sin hueso desde China se redujeron un 52% interanual, pasando de volúmenes cercanos a las 36.000 toneladas mensuales —entre agosto y noviembre del año pasado— a apenas 17.161 toneladas.

A eso se sumó una caída del 25% en las exportaciones de carne con hueso y huesos producto de la despostada. El precio promedio de la carne sin hueso enviada a China fue de 4.191 dólares por tonelada, lejos de los 5.900 alcanzados en mayo de 2022, en pleno auge pospandemia.

“En el último mes, se embarcaron con destino a China 12.200 toneladas de carne con hueso y huesos bovinos producto de la despostada, por un valor de 20,3 millones de dólares y cerca de 17.200 toneladas de carne bovina deshuesada, por un valor de 71,9 millones de dólares”, detalló el informe del Consorcio ABC.

Este cambio en el comportamiento de compra de China responde tanto a factores internos —una recuperación más lenta de la esperada tras la política de “cero COVID” y una sobreoferta de carne importada— como a factores estructurales: el país asiático está desarrollando su industria cárnica local y diversificando proveedores.

Europa, Estados Unidos y otros mercados: todos con el freno puesto

Europa, que históricamente representa el destino premium para cortes de alto valor, también redujo sus compras. Según el informe, los volúmenes despachados “retoman la senda bajista”, ubicándose por debajo de las 3.000 toneladas. En términos de valor, Europa compró carne argentina por 36,2 millones de dólares en marzo.

En Estados Unidos, la situación no fue mejor: el país del norte adquirió apenas 3.000 toneladas entre carne refrigerada y congelada, por 20,4 millones de dólares, y quedó relegado al cuarto lugar entre los destinos, detrás de China, Israel y Europa. El escenario es claro: casi todos los mercados relevantes están comprando menos. Y cuando compran, lo hacen a precios más bajos.

El panorama internacional también aporta claves fundamentales para entender esta retracción. A nivel mundial, el consumo de carne vacuna está enfrentando una desaceleración, impulsada por varias razones: preocupaciones ambientales, cambios culturales, hábitos más saludables, inflación y la creciente penetración de proteínas alternativas, tanto vegetales como de laboratorio.

carne exportaciones 60a4382e6565f.jpg
Las exportaciones de carne argentinas 'acorralas' por factores externos e internos.

Las exportaciones de carne argentinas 'acorralas' por factores externos e internos.

En economías avanzadas como la Unión Europea, Canadá o Australia, se registra una caída sostenida en el consumo de carne roja, que ya no es un producto de consumo cotidiano, sino ocasional. En Estados Unidos, aunque el consumo per cápita se mantiene alto, el crecimiento de las alternativas basadas en plantas presiona el mercado. En países emergentes, como China o Brasil, la desaceleración económica y la suba de precios internos también afectan el acceso a productos importados. Todo esto genera un contexto global de menor demanda, donde los exportadores compiten ferozmente por colocar sus productos en condiciones cada vez menos ventajosas.

Un mercado interno caro y sin alivio

Mientras tanto, en Argentina, los costos de producción no dan tregua. La inflación en insumos clave para el engorde y faena —como mano de obra, energía y logística— sigue elevada. Pero lo más preocupante es el atraso cambiario, que reduce la rentabilidad del sector exportador y desalienta las ventas externas.

Con un tipo de cambio oficial que se mueve por debajo de la inflación, los exportadores pierden competitividad frente a países como Brasil, Uruguay o Paraguay, cuyos tipos de cambio son más realistas. “La corrección cambiaria es inevitable”, advierte un analista del sector. “Pero mientras se posterga, los exportadores prefieren esperar, incluso si eso significa resignar ventas en el corto plazo”.

El problema de fondo es que esta pausa en las exportaciones no es inocua. En un mercado global tan competitivo, los espacios que se pierden rara vez se recuperan fácilmente. Si Argentina no cumple con sus compromisos o deja de ser confiable en términos de volumen y calidad, otros proveedores —como Australia, India, Estados Unidos o Brasil— están listos para ocupar su lugar.

La combinación de factores internos y externos configura una tormenta perfecta para la carne vacuna argentina. En un contexto donde la economía necesita desesperadamente dólares, cada tonelada que no se embarca es una oportunidad perdida.

El desafío ahora es doble: recuperar competitividad sin dejar de atender el mercado interno, y reposicionarse en un mundo donde la carne roja enfrenta crecientes cuestionamientos. No será fácil, pero para un país que históricamente fue sinónimo de carne, resignarse no parece una opción.

Fuente: Redacción +P con aportes de La Nación.

En esta nota

Dejá tu comentario