Disputa por la supervivencia entre depredadores y ganaderos pobres, un dilema sin respuestas fáciles
El puma y el zorro compiten por la sobrevivencia con crianceros al borde de la quiebra. ¿Qué está bien y qué está mal para evitar el abandono de los campos?
En la implementación de estrategias para controlar el poder de daño de los predadores (que diezman las majadas de ovejas y piños de chivos en la Patagonia), se produce un encontronazo entre el abismo económico al que se asoman los productores, y los cuestionamientos morales que surgen de amplios sectores de la opinión pública sobre los métodos que se usan para controlar lo que en el campo denominan “la plaga”.
Ese cruce queda en evidencia con las frecuentes condenas públicas que se esgrimen contra lo que, en términos científicos, se define como “control letal”.
En este contexto, surge una nueva herramienta ecológica para mantener a raya a los predadores, la introducción de los perros protectores, que se “improntan” desde muy cachorros y viven como un miembro más en los rodeos de animales.
Pero, dependiendo de la extensión de los campos donde se lo pone a trabajar, estos pastores no siempre son suficientes, y en una extensa charla, el investigador y licenciado en Ciencias Biológicas del INTA Bariloche, Pablo Gáspero, lanzó definiciones muy precisas sobre la mirada que tienen importantes sectores de la sociedad sobre este tema tan sensible.
Antes, es necesario resaltar algunas conclusiones sus investigaciones, que comenzaron en 2014 con un proyecto de doctorado denominado “Influencia de factores socio-culturales y ambientales sobre el conflicto carnívoros-ganadería” (Universidad Nacional del Comahue).
La premisa es entender que en un mismo ecosistema conviven diferentes actores, con los mismos derechos a la subsistencia. Por eso, en el trabajo iniciado desde la EEA Bariloche “buscamos compatibilizar el rol social de la ganadería con el rol ecológico y los servicios ecosistémicos que brindan los carnívoros nativos”.
Una de las definiciones es que salir a matar pumas como método de contención de los predadores no es efectivo y hasta puede ser contraproducente. Otra, es que este felino no está en absoluto en riesgo de extinción.
Y como el puma se lleva tras de sí todas las luces de la escena, el zorro haciendo gala de su fama, pasa por detrás de los focos, pero es tan o más letal que su hermano mayor en la escena de los más efectivos carnívoros de la Patagonia. Y el zorro, cosa curiosa que veremos más adelante, es más efectivo porque no es machista.
Fuego
Gáspero es concluyente sobre que “el control letal (mediante armas de fuego) por sí solo tiene un desempeño muy malo a la hora de reducir las pérdidas globales por depredación”, por eso se plantea la necesidad de emplear estrategias complementarias, para evitar que cuando se libere de manera momentánea un territorio, se amortigüe el ingreso de nuevos ejemplares con otras herramientas, “y es ahí donde entran los perros protectores”.
Pero en el campo, cara a cara con productores ovinos que están casi siempre al borde de la pobreza, “también tratamos de hacer docencia, y explicar que tampoco hay que asignarle superpoderes a los perros protectores”.
Aquí, este científico hace algunas diferenciaciones que son determinantes para evaluar con mayor claridad esta puja entre los animales y los humanos por la supervivencia.
Por un lado, se contempla la dimensión de los campos, porque “para los pequeños productores, los perros protectores han sido, como el día y la noche. Han generado cambios enormes y la gente de repente dejó de preocuparse del tema de la depredación”, a tal punto que “dejaron de tener que cazar porque de repente nunca más un zorro, un puma, le mató animales”.
Por otro lado, en establecimientos más extensos “es mucho más complejo el trabajo del perro y tiene que ser complementado -para poder mitigar de forma significativa la depredación-, con un control letal hecho a conciencia”.
Entonces fue necesario hacer la advertencia en forma de pregunta: ¿Vos me estás diciendo, investigador del INTA, que matar un puma de vez en cuando está bien?
El biólogo aclaró que “uno tiene que hacer docencia hacia la opinión pública también”, y asegura que “no es una cuestión de que algo está bien o está mal: no podemos hacer un juicio moral sobre algunos aspectos del manejo”.
Luego de revisar otras investigaciones, afirma que “es un debate que los países más desarrollados, y los que manejan mejor el tema de la depredación, ya lo superaron hace rato, respecto de lo que hay que aplicar en sistemas productivos”.
Diferencias
Admite que la opinión pública tiende, en una primera mirada, a equiparar sistemas productivos con sistemas naturales o de áreas protegidas. “Lo cierto es que son objetivos muy distintos, una cosa es el objetivo de conservación y otra cosa es el objetivo productivo. Entonces a lo que se apunta, es hacer a lo que se denomina, técnicamente, remoción selectiva”, detalló.
El objetivo, en estos casos, puede ser el puma “cebado”, esto es el animal que ya inició su matanza en la majada y su apetencia por carne fresca es irrefrenable.
La otra aclaración necesaria, ante el mito extendido de la necesidad de conservación de algunas especies, es sobre la posibilidad de que el puma esté en peligro de extinción.
“No, y es algo que hay que decir siempre claramente. De hecho, es uno de los pocos grandes depredadores en el mundo que se ha recuperado sus poblaciones sin una intervención activa de las personas”. Incluso está en una lista “como categoría de menor riesgo”. Por eso el investigador recalca que “no está en riesgo de extinción de ningún modo”.
Somos mucho más que dos
Gáspero también puso la lupa sobre el otro depredador “natural” del ganado patagónico, como es el zorro. Una primera característica es que es “un predador por goteo”. A diferencia del puma, que puede acabar con 30 cabezas de ganado en una sola noche, el zorro va de a dos o tres ejemplares, pero de modo sostenido.
“El zorro es mucho más plástico”, por su facilidad de adaptación, frente al puma que “es el depredador tope del sistema, con ciclos de vida mucho más prolongados y necesidades de territorio mucho más grandes”. Un puma necesita como territorio propio unas 30.000 hectáreas, según estudios realizados en reservas naturales de Chile.
En cambio, el zorro es un “mezzo” o mediano depredador “que se adapta muy fácilmente a la presencia de la gente y tiene requerimientos muy distintos. Además, el macho y la hembra se colaboran con el cuidado de las crías, entonces eso los hace mucho más eficientes (a la hora de cazar), a diferencia de Puma, que es la hembra nada más la que se encarga de la cría de los cachorros”.
Y como el zorro sabe más por viejo que por zorro, a lo largo de su evolución supo sacar provecho de su rol de actor de reparto: “hay un proceso estudiado en ecología que se llama la liberación del mezzo depredador”, explicó el científico entrevistado, y esa “liberación” se produce porque el humano se enfoca en perseguir al depredador mayor, como es el puma, “y lo que terminás haciendo es, indirectamente, beneficiando al mezzo depredador, que es el que después te va a terminar monopolizando el paisaje”.
No matarás
Lo que sí resulta contraindicado, es salir sin método ni lógica a disparar por los campos contra los depredadores, porque “cuando vos entrás con prácticas de control masivo y sin ningún tipo de regulación, lo que se termina generando es lo que se llama parches de reproducción compensatoria, o de reclutamiento compensatorio”.
En la práctica, esto se traduce en que, a pesar de un trampeo o caza sistemática del zorro, “en términos generales no se reduce de manera significativa la depredación”, y esto se da porque “inmediatamente el zorro, que es mucho más eficiente en términos reproductivos, empieza a inmigrar de los establecimientos cercanos y a reocupar esa zona. Entonces, el esfuerzo de control letal termina siendo muy contraproducente, porque te siguen entrando zorros de los campos vecinos”.
Por su parte, los pumas habitan en cañadones o pajonales. Sus guaridas suelen ser apetecibles por sus pares, y si se lo mata, “lo más probable es que, a la larga o a la corta, otro va a venir a instalarse en su lugar”.
Y no importa cuanto lo corras o persigas, porque él puede llegar muy lejos: “Hay estudios hechos con GPS que indican que estos bichos, cuando se tienen que dispersar o buscar su territorio, han caminado más de 700 kilómetros, entonces el nivel de dispersión que tiene es enorme”.
En lo cotidiano, esa particularidad se traduce en que “si vos removiste un ejemplar, al tiempo se va a instalar otro, probablemente en el mismo sitio, porque ese sitio cumple con esa condición de refugio, como una cueva o un cañadón”.
Y luego de tanto estudiar, Gáspero concluye sobre este aspecto que “un poco el resultado que da la tesis de la investigación nuestra, es que el control letal por sí solo tiene un desempeño muy malo a la hora de reducir las pérdidas globales por depredación”.
Selección natural de las especies
Un puma tiene un amplio menú disponible en el campo, como liebres, ñandúes o guanacos. Pero siempre opta por la oveja primero. No necesita correr como loco, como cuando persigue “avestruces”, ni saltar hasta el cuello, como cuando atrapa guanacos.
“Hay muy poquitos estudios hechos en ese escenario, y lo que hay publicado dice, justamente, que el puma tiende a consumir y a matar con mayor frecuencia la presa de más fácil acceso, que es la oveja”.
De todos modos, “mucha gente intenta forzar la interpretación contraria, de que no, de que tienden a tener una preferencia por la presa silvestre, pero lo cierto es que no hay información sustancial que apoye esa interpretación. Lo poco que hay, en un mismo lugar, teniendo ovejas y gran cantidad de guanacos, es que los pumas terminan optando por la oveja”.
Paisanos fundidos
Si un hombre de campo tiene 500 ovejas, y el depredador le mata 70 o 100, le lleva su margen de ganancia, su establecimiento pierde rentabilidad, y debe cerrar la tranquera. Hay decenas de casos que confirman esa situación.
Luego de miles de kilómetros recorridos por la estepa Patagónica, Gáspero reconoce que “hay establecimientos que han estado a punto de cerrar por cuestiones de depredación muy intensa por puma, que puede llegar a alcanzar hasta el 30% de pérdida”, y no solo de corderos, porque este animal “mata todas las categorías de ovino que vos tengas en el campo”.
Y la eficacia de los perros protectores ante estas pérdidas, ha sido medida: “Lo que encontré, al comparar los campos en los que usaban perros de los que no los tenían, es un diferencial de señalada de más o menos entre el 10 y el 15%”.
Con todos los esfuerzos en marcha, tanto a nivel investigación o mejor manejo de los perros, desde el INTA “lo que se intenta es que el daño por depredadores esté por debajo del 10%. Eso es lo que por ahí estamos tratando de apuntar”.
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