El asado, cada día más lejos de la mesa de los argentinos
Los valores de los distintos cortes de carne vacuna crecieron en forma importante en todos estos últimos años, aunque por debajo de la inflación. Se profundiza la diferencia de precios respecto de los mercado ubicados al norte de la barrera sanitaria.
Una de las grandes promesas de la administración Fernández-Fernández en plena campaña electoral, a mediados de 2019, fue la vuelta del asado a las mesas de todas las familias argentinas.
En los últimos meses de la gestión de Mauricio Macri la política económica implosionó, los precios de los alimentos se dispararon y la carne vacuna no quedó fuera de este complejo escenario.
En ese entonces la retracción del consumo fue importante, producto de la pérdida del poder adquisitivo que sufrió el trabajador argentino. Frente al contexto, los asesores en comunicación de la dupla presidencial Fernández-Fernández apuntalaron con fuerza esta consigna: la vuelta de la carne a la mesa argentina.
Pero lamentablemente, y pese a las señales de esperanza, la situación lejos de mejorar, empeoró en forma drástica. Los valores de los distintos cortes de carne vacuna crecieron en forma importante en todos estos últimos años, aunque por debajo de la inflación, golpeando de lleno sobre el consumo. En el mercado -parcialmente cautivo- ubicado al sur del río Colorado, la situación no fue mejor. Paralelamente, los salarios fueron pulverizados por la inflación complicando aún más el escenario.
El asado es un corte emblemático para la región de la Patagonia. Siempre resulto mucho más caro para el consumidor regional que para aquel ubicado en cualquier otro punto del país. El argumento es simple: el asado no puede ingresar de las zonas ubicadas al norte del río Colorado y la producción local -Río Negro y Neuquén- no alcanza para abastecer el consumo regional. Conclusión: hay más demanda que oferta y los precios se disparan.
Sobre este corte, los diferenciales de precios siempre fueron importantes. De ahí los notables niveles de contrabando de carne con hueso que llegan del norte de la barrera.
Sin embargo, en los últimos meses ese diferencial está tocando niveles máximos, producto de que los valores del asado local crecen a una tasa más elevada de lo que lo hizo en los mercados de la Ciudad de Buenos Aires (CABA).
La estadística oficial da cuenta de que en abril esa diferencia alcanzó el 74% teniendo en cuenta que un kilo de asado, en promedio, se pago en la región del Alto Valle a 3.090 pesos contra los 1.779 pesos que se abonó en las góndolas porteñas.
Si bien estos datos son promedio, hay comercios minoristas en donde se observa un diferencial mucho mayor.
Sin dudas que las restricciones al ingreso de carne del norte, permitió el desarrollo de la actividad ganadera en toda la región del norte de la Patagonia. Pero esta mejora nunca llegó al consumidor, ya que la oferta sigue siendo monitoreada para permitir sostener precios elevados. La barrera sanitaria aleja la posibilidad de un mercado perfecto para las carnes: a más oferta caen los precios y viceversa. Puede crecer la producción local, pero existe un 30% de carne sin hueso -que sí puede ingresar- del norte del río Colorado que termina, por lo general, regulando los valores del producto en las góndolas.
Con este esquema, no solo el asado -corte restringido en su oferta- presenta importantes diferenciales de precios respecto de los mercados ubicados al norte del río Colorado.
Tomemos como ejemplo la carne picada, un corte muy popular para los argentinos. La estadística oficial refleja que aquí también existe un importante diferencial de precios que termina abonando el consumidor local.
No existe lógica alguna que argumente este comportamiento del mercado. Todo lo que es pulpa de carne puede ingresar a la región Patagónica y por ende no debería existir semejante diferencial de precios. Se puede incorporar un costo marginal, que es el flete, pero no mucho más.
El consumidor en Río Negro y Neuquén termina convalidando los altos valores que paga por la carne en las góndolas. Sin embargo, en los últimos meses, también se observa una severa retracción del consumo sobre este tipo de cortes populares.
En definitiva, pese a que los precios promedio de la carne crecieron en este último tiempo por debajo de los niveles de inflación, el consumidor de las grandes ciudades del norte de la Patagonia hace tiempo que también comenzó a restringir sus compras.
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