Jabalí en Patagonia: ¿por qué esta invasión desafía el control y la salud pública?
En la Patagonia, el jabalí devino un problema inesperado para el ecosistema, cultivos, ganadería y hasta en la salud pública. ¿Cómo manejamos esta invasión?
Hace unos días, circularon en redes videos de una decena de jabalíes disfrutando de los parques del Hotel Llao Llao y fotos de vecinos sorprendidos en Bariloche. Ese material encendió luces de alerta en la Patagonia: ¿cómo se maneja una situación que migró del campo a la ciudad?
A lo largo del tiempo, se han implementado diversas estrategias, pero abordar esta problemática compleja requiere un manejo integral. Se han puesto en marcha distintos métodos con mayor o menor éxito en todo el país.
En un paneo rápido, encontramos a Carmen de Patagones, en Buenos Aires, donde se exploran y aplican estrategias que combinan medidas no letales, como el manejo de majadas, el uso de perros protectores o cercados eléctricos, con métodos letales como la caza nocturna o con jaulas trampa. De Entre Ríos llega un ejemplo de iniciativa distinta: en el Parque Nacional El Palmar se involucró a cazadores deportivos para el control poblacional. En Río Negro, se están definiendo puntos estratégicos para instalar trampas, trabajando en un plan que contempla la captura de ejemplares vivos para su posterior extracción del parque.
Se están ensayando distintas soluciones, pero con resultados aún inciertos. Si bien Argentina cuenta con una "Estrategia Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras", los científicos señalan que aún no existe una estrategia nacional específica para el manejo del jabalí, lo que dificulta contener su avance. En contraste, países como España han desarrollado planes estratégicos integrales para el control de las poblaciones de jabalí, a menudo impulsados por la necesidad de prevenir la diseminación de enfermedades como la Peste Porcina Africana. Las medidas implementadas en otros países incluyen el incremento de la presión cinegética (promoviendo la caza de hembras), la restricción del acceso del jabalí a fuentes de alimento, campañas de concienciación pública, y una estrecha coordinación entre autoridades de caza, sanidad animal y medio ambiente, así como con productores y cazadores.
Pregunta clave
¿Cómo llegamos a esta situación? El jabalí, originario de Europa y Asia, fue introducido en Argentina a principios del siglo XX, inicialmente con fines de caza mayor en La Pampa. Desde entonces, se ha expandido por gran parte del territorio nacional, siendo considerado una Especie Exótica Invasora (EEI) y una de las 100 más dañinas a nivel mundial. Su rápido crecimiento poblacional, impulsado por su alta capacidad reproductiva y la falta de predadores naturales en el país, genera importantes desequilibrios ambientales y graves impactos económicos y sanitarios.
En la vasta región de la Patagonia, el jabalí representa una seria amenaza para la producción ganadera. Productores de diversas provincias reportaron daños significativos, sobre todo en ovinos. El momento más vulnerable es la parición, cuando los corderos recién nacidos, frágiles en sus primeras 48 horas de vida, son presa fácil para los jabalíes, cuyos hábitos son principalmente nocturnos. Este impacto directo en la ganadería menor se suma a los daños que causan en cultivos, pasturas e infraestructura rural, como alambrados. A nivel nacional, las EEI, incluyendo al jabalí, causan pérdidas económicas millonarias, estimadas en hasta 1380 millones de dólares anuales.
Salud pública, en duda
Además del impacto económico, el jabalí actúa como reservorio y potencial fuente de infección de numerosas enfermedades, muchas de las cuales son zoonosis, afectando tanto a animales de producción como a seres humanos. Investigaciones en el noreste de la Patagonia han detectado que los jabalíes pueden ser portadores de bacterias responsables de brucelosis y leptospirosis. Otras zoonosis relevantes incluyen la tuberculosis (particularmente la bovina), trichinelosis, aftosa y enfermedad de Aujeszky. La trichinelosis, transmitida por el consumo de carne mal cocida, es un problema de salud pública en Argentina. Dado que el jabalí es valorado para la caza mayor y su carne es consumida, el riesgo de transmisión de estas enfermedades a las personas es un factor crítico.
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