barrera sanitaria

La barrera sanitaria generó un costo de U$S 530 millones al consumidor

La barrera sanitaria del río Colorado es un tema polémico por la diferencia de precios que origina para los consumidores de carne de Neuquén y Río Negro.

La barrera sanitaria siempre es -y ha sido- un tema conflictivo para la región de la Patagonia Norte. Uno de los puntos más delicados esta centrado, sin dudas, en los precios que debe pagar el consumidor para acceder a un kilo de carne en los comercios ubicados al sur del río Colorado, zona protegida por por una barrera interna, al ser libre de aftosa sin vacunación.

Haciendo una sencilla cuenta lineal, y tomando como referencia la media del consumo de carne per cápita, tres cortes característicos del mercado (asado, carne picada y bola de lomo), y los diferenciales de precios existente entre los mercados ubicados al sur del río Colorado y aquellos que se encuentra al norte, se puede inferir que el ciudadano de Neuquén y Río Negro abonó en estas dos últimas décadas más de 530 millones de dólares adicionales para lograr llevar un corte de carne a la mesa de su familia o para compartir con amigos. Una transferencia directa de los bolsillos de los consumidores a la cadena comercial de la actividad.

Por supuesto que esta es solo una estimación, y como tal tiene variaciones teniendo en cuenta que en estás dos décadas la economía del país mostró una enorme volatilidad, y el precio de la carne no ha quedado fuera de estas reglas de juego. Pero independientemente de los desvíos, el número no es menor. Desglosando este valor, para intentar llevarlo a la comprensión del ciudadano de a pie, cada familia neuquina y rionegrina -tomando como familia tipo aquella compuesta por cuatro personas- tuvo que aportar alrededor de 1.500 dólares adicionales a los valores de mercado que se pagan en los mercados del norte de la barrera. En el contexto de crisis social que vive el país, es mucho dinero.

El interrogante que plantea la sociedad frente a la frialdad de estos números es: ¿Por qué el consumidor tiene que pagar semejante diferencial frente a cualquier otro consumidor ubicado al norte del río Colorado? Entremos en el debate.

¿Sirve la barrera sanitaria del río Colorado?

Según detalla la página web del ministerio de Agricultura de la Nación, el primer Plan Nacional de Erradicación de la Fiebre Aftosa se concretó en 1990, y permitió interrumpir el programa de vacunación en el año 1999 por lo que se obtuvo el reconocimiento de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) de “País Libre de Fiebre Aftosa sin Vacunación” en el año 2000.

Pero tan solo una año después, la enfermedad volvió a aparecer y se diseñó el Plan de Erradicación en el año 2001. El territorio ubicado al Sur del Paralelo 42º se mantuvo indemne durante la epidemia, se delimitó y resguardó con la implementación de una barrera sanitaria, una zona de vigilancia, la Patagonia Norte B (sin vacunación) y una zona “buffer”, la Patagonia Norte A, con vacunación. La interrupción y prohibición de la vacunación contra la fiebre aftosa en la Patagonia Norte a partir del año 2013, unificó todo el territorio al sur del río Colorado como “Libre de aftosa sin vacunación” que es como sigue hasta le día de hoy.

Los antecedentes muestran, con claridad, que los objetivos sanitarios para toda la región de la Patagonia fueron alcanzados tal lo trazado oportunamente por el el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA).

Las dudas están centradas en los objetivos comerciales que planteaba este nuevo estatus sanitario para la región. Uno de los grandes argumentos que defendía (y defiende) el sector ganadero, al abrirse la discusión sobre el cierre del cautivo mercado de la Patagonia, era (y es) la posibilidad de poder exportar la carne producida en los campos neuquinos y rionegrino hacia los “circuitos no aftósicos”, principalmente mercados asiáticos de alto poder adquisitivo, donde los valores de la tonelada de carne hasta duplican los precios de aquellos destinos que no exigen está condición.

Sin embargo, en estas últimas dos décadas, las exportaciones de carne bovina de la Patagonia resultaron marginales; menos del 1% del total de lo producido en la región y, de ese porcentaje, mucho menos de la mitad se llegó a orientar a los mercado del “circuito no aftósico”.

Tal vez el indicador que mejor muestra los problemas de crecimiento que refleja la actividad regional, es la evolución que ha tenido el stock ganadero de las últimas dos décadas.

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En la gráfica adjunta se observa claramente que el stock toca un piso en 2010 y luego comienza un progresivo crecimiento hasta alcanzar las 930.000 cabezas en 2019, para volver a caer -producto de las sucesivas sequías en vastas regiones de Río Negro- hasta los 860.000 animales.

Todo este crecimiento que reflejó el stock en los últimos años no se vio reflejando en los niveles de exportación. La ganancia de kilos de carne, se orientó casi con exclusividad al abastecimiento del mercado interno. Y eso que tenemos a Chile, como mercado de cercanía, que compra anualmente un promedio de poco más de 17.000 toneladas de carne a la Argentina, pero no precisamente de la región de la Patagonia, sino de aquella producción que se ubica al norte de la barrera. Como mínimo, un dato extraño.

“Los precios de la carne que se encuentran en el mercado regional, mucho tienen que ver con los mayores costos que presenta nuestra actividad respecto de los campos ganaderos del norte del país”, destaca el economista, Leonardo Klaps, profesional del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en dialogo con +P.

En la Patagonia, muchas veces se referencian los mayores costos solo al tema de las distancia a los mercados (fletes), pero Klaps aclara que no hay que quedarse sólo con este concepto. “Las diferencias son enormes con el norte. Y todas impactan en forma directa o indirecta sobre los costos. Nosotros aquí podemos tener un animal cada 30/40 hectáreas; en la región ganadera de Buenos Aires los campos permiten tener cuatro vacunos por hectáreas. Los salarios rurales son más elevados en la Patagonia que aquellos que se pagan en el norte del río Colorado, en donde un peón llega a manejar hasta 2.000 animales. A esto hay que sumarle más alambres, recorrer caminos naturales en medio de la meseta o la montaña, el costo del movimiento de hacienda en las grandes superficies, y el flete...todo suma para los costos cuando un productor ganadero quiere competir con otro de Buenos Aires”, remarca el especialista, para rematar…“no es fácil producir en la Patagonia, deberíamos valorar el esfuerzo que se hace para ello”.

El consumidor, no está en agenda

¿Qué se puede hacer para que en los próximos 20 años los consumidores de Neuquén y Río Negro no vuelvan a pagar otros 530 millones de dólares adicionales? ¿Cómo se puede hacer para que el consumidor deje de subsidiar al sector ganadero con unos 26 millones de dólares al año? Son todas preguntas, seguramente irritantes, para todos aquellos productores que trabajan de sol a sol en los fríos campos de la Patagonia.

¿Cómo salir de este dilema? No es un tema sencillo. En estas últimas décadas se estableció una matriz ganadera en la región del norte de la Patagonia que involucra no solo al productor primario. Alrededor de éste sistema primario emergieron industrias y servicios que suman mano de obra, salarios calificados, inversiones, cientos de hectáreas con forrajes y un mayor número de animales terminados en la región completando el ciclo productivo.

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La falta de poder adquisitivo y los altos precios que registra la carne en los mercados de la Patagonia, hizo retraer con fuerza el consumo en estos últimos años.

La falta de poder adquisitivo y los altos precios que registra la carne en los mercados de la Patagonia, hizo retraer con fuerza el consumo en estos últimos años.

“Abrir la barrera por una cuestión comercial sin tener en cuenta el tema sanitario, no le sirve a nadie...ni al país. Las economías regionales están destruidas y una medida como lo que se plantea, solo causara más daño”, comentó Leonardo Klaps en otra parte de la charla con +P.

- ¿Cómo se puede salir de este corsé que impone la barrera?

- Moviéndola en forma progresivamente hacia norte. Como está haciendo Brasil. Con un riguroso plan sanitario que resguarde las regiones libres. Debemos ampliar las zonas libres, lo que nosotros nosotros no podemos hacer es ceder el esfuerzo que hicimos para tener el actual estatus sanitario.

- ¿Por qué cree que no se hace?

- Es una decisión política y sanitaria. Lo peor que nos pudo haber pasado fue cerrar la economía a partir de 2001. Eso generó un daño enorme en toda la ganadería argentina.

La pregunta que surge tras esta conversación es si ampliando la zona del país, que hoy es libre de aftosa sin vacunación, hacia el norte del río Colorado (La Pampa), ¿El precio de los distintos cortes de carne bajarán para el consumidor de Neuquén y Río Negro? La mayor parte de los ganaderos de la región coinciden en señalar que es un escenario “poco probable”.

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