La historia del petrolero que ama los caballos
Elvis Vallet es nacido y criado en Neuquén, tiene 32 años y a los 25 empezó a trabajar en el rubro del petróleo, en Vaca Muerta. ¿Cómo paso del yacimiento al establo?
“No vengo de familia de campo, mi papá nació en La Plata, mi mamá en Cipolletti. Mi papá también se dedicaba al petróleo”, contó Elvis Vallet, el petrolero que deslumbró con su caballo en la exposición rural de Palermo, en diálogo con +P.
“Mi sueño desde chiquito siempre fue tener caballos, y dentro de este sueño decía que quería ser petrolero porque acá en la zona se sabe que son buenos sueldos. Entonces, la meta era lograr un trabajo en el sector para poder empezar a dedicarme al tema de los caballos”, dijo.
“Mis primeros sueldos los gasté en mi primer caballo”, agrega mientras una sonrisa brillante le ilumina los ojos. “Así arrancó la locura esta de los caballos”, aseguró.
Pasó el tiempo y Elvis ya tiene seis caballos entre yeguas y padrillos, y proyecta más adelante poder dedicarse 100% al tema de los animales que es “lo que lo apasiona”. “El rubro petrolero es desgastante, tenés muchas presiones, tiende a ser insalubre”, aseguró.
Sus caballos están en Brandsen. Allí se encuentra el entrenador y amigo de Elvis, Alejandro Plomer, de Haras el Gorrión y otros, en General Las Heras, provincia de Buenos Aires. “Son caballos cuarto de milla y los tengo allá porque acá fuera de las carreras de caballo no se hacen otras actividades con esa raza”, agregó.
Un petrolero en el establo
Sobre su trabajo en la industria de hidrocarburos detalló: “Trabajo 14x14. Entonces, parte de mi descanso, me voy para allá. Para la cría, el cuidado del día a día y el entrenamiento que ellos necesitan hay chicos encargados del lugar donde están que se encargan”, contó.
El entrenador se convirtió “en un tío para mí, siempre le digo. Me ha enseñado todo lo que sé de caballos, todo lo de la raza que particularmente me dedico -a cuarto de milla de trabajo- y dentro de eso hay varias disciplinas que se pueden hacer”.
En este punto, contó que “por ejemplo, el trabajo con las vacas en el campo que acá en Junín de los Andes se ve ese trabajo. De hecho, la presidente de la Sociedad Rural del Neuquén (Cecilia de Larminat) me contactó para ver si podemos traer los caballos para la exposición que se hace en enero y vamos a hacer todo lo posible para venir, incluso con algunos amigos que se prendan como para darle más difusión”, detalló.
Buen trato animal
“También me fascina la rienda americana. En esta búsqueda de criar caballos quería cercano al bienestar animal. Entonces, en esa investigación llegué a conocer la rienda americana que obviamente usa la doma racional, el entendimiento con los caballos, nada de golpes ni de sometimiento; una disciplina que se hace mucho manejo con las piernas, no se le tira la boca al caballo, y mucho los comandos de voz”, puntualizó.
“El trabajo diario implica la alimentación, trabajar con ellos en el corral redondo. Normalmente, se inician a los dos años estos caballos y se destetan entre los seis y ocho meses, y ahí se juntan las potrancas y potrillos. Se empieza un trabajo específico porque a esa edad aprenden a usar el bozal como para poder llevarlos y traerlos”, contó a +P.
Y continuó: “Cuando los caballos crecen, mientras uno menos los manoseó de chiquitos, más difícil es manejarlos cuando tienen otro porte. Entonces, se empieza así ese trabajo, a los dos años se les pone una montura, se lo trabaja en el corral redondo y así van atravesando las distintas etapas hasta que un caballo está listo a los cinco, seis años”, explicó.
“Terminada la etapa de cría, los ejemplares están listos para poder usarlos cotidianamente, porque a esa edad terminan de desarrollar su estructura ósea”, aseguró.
Retomando su proyecto, señaló que “más adelante, la idea es criar para vender, para que haya una recirculación, para poder seguir con la actividad y que reditúe. Faltan más competencias, que se difunda más la actividad porque además es muy sana para a familia”.
Primeros logros
“Cualquier criador de caballos trabaja para medirse en la Rural de Palermo”, aseguró Elvis. “Sacamos en la categoría de padrillos de tres años, el primer premio y en la general quedó segundo, como reservado Gran campeón. El plus es que es el hijo de una yegua mía, no es un caballo que haya comprado”, celebró.
Fue el primer potrillo que tuvo este gran ganador, y lleva sus iniciales. “Es algo de lo que con mi entrenador aún no caemos, nos teníamos fe, pero no tanta”, confió.
Una vida de contrastes
Naturaleza y trabajo; yacimiento y establo; Neuquén y Buenos Aires. “Me quedo extrañando a mis caballos, pero es lo que me motiva a seguir trabajando, esforzándome a estar atento, porque el petróleo es una industria peligrosa, que tenés que estar atento y uno debe ser responsable”, dijo.
“Yo no tengo hijos… Mis hijos son mis perros, mis caballos, mis animales; y es trabajar para que ellos estén bien, no les falte la comida, las mantas, el herraje, es una manera de ir motivado”, confesó.
“Por ahí veo a muchos chicos de mi edad que trabajan en el petróleo y no tienen una motivación, de invertir en algo o de decir para qué trabajo a diario… Porque no es que amen estar en la industria, no es por vocación, y bueno, también es lindo encontrar una pasión, sean los caballos, o ir todos los fines de semana a ver un partido de futbol. Es chocante pasar de los caballos a un equipo de perforación; te tenés que acostumbrar de vuelta. Siempre decimos que es algo a lo que nunca te vas a acostumbrar ir a un equipo de perforación, el ruido de los motores, las discusiones, versus el silencio, la tranquilidad…”, reflexionó.
En esta nota