Patagonia en alerta: se desploma la faena vacuna y peligra la industria local
En los primeros siete meses de 2025 se faenaron 20 mil cabezas menos en el norte de la Patagonia (Río Negro y Neuquén), el nivel más bajo en años.
La crisis económica nacional no solo se siente en los bolsillos de los consumidores: también golpea de lleno a la producción ganadera en la Patagonia. En el norte de la región, particularmente en Río Negro y Neuquén, la cadena vacuna atraviesa uno de sus momentos más críticos en años, con un derrumbe de la faena que amenaza con desestructurar todo el engranaje que sostiene desde al campo de la región hasta la góndola.
Según cifras del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), durante los primeros siete meses de 2025 se enviaron a faena apenas 132.400 cabezas criadas en estas provincias. Esto representa una baja del 13% respecto al mismo período de 2024 y un 21% menos en relación con el promedio de los últimos cinco años (2020-2024).
Si se observa el acumulado a julio, el retroceso en términos nominales es aún más evidente: en los primeros siete meses del año, se faenaron unas 20.000 cabezas menos que en igual lapso del año pasado. El registro no solo confirma una caída interanual contundente, sino que ubica a la actividad en su punto más bajo en los últimos tiempos.
Estrategias defensivas en el campo
Las causas de este retroceso son múltiples, pero una de las más repetidas por los productores es la retención de animales. Ante precios históricamente bajos que paga la industria por el kilo vivo, muchos ganaderos optan por postergar la venta de sus rodeos. “No se vende porque no conviene, y no conviene porque el precio no cubre los costos”, sintetiza un productor del Valle Medio.
Sin embargo, no todos tienen margen para sostener esa estrategia. La sequía que golpeó con fuerza distintas zonas de la región obligó a varios establecimientos a desprenderse de hacienda. Sin alimento suficiente para mantener los rodeos, muchos campos recurrieron a ventas forzadas que alteraron sus planes productivos. Este doble escenario —retención en algunos casos, liquidación en otros— evidencia la falta de estabilidad que atraviesa al sector y explica parte de la volatilidad en los volúmenes de faena.
Frigoríficos en pérdida de escala
La crisis también se hace visible en la industria. Los frigoríficos radicados en Río Negro y Neuquén procesaron, en lo que va de 2025, apenas 105.100 cabezas: un 22% menos que en el mismo período del año pasado. Se trata del nivel más bajo de actividad en varios años, con un fuerte impacto sobre la estructura de costos.
“Cuando faenamos menos, perdemos escala y eso multiplica los gastos fijos. Los márgenes se achican a niveles peligrosos”, explica un operador de un frigorífico en General Roca. La caída del consumo interno y la falta de dinamismo en las exportaciones agravan aún más el panorama, reduciendo la capacidad de respuesta de las plantas locales. En un sector donde la eficiencia depende en gran medida del volumen, la retracción en la faena amenaza con dejar a varias plantas al borde de la inviabilidad económica.
A la par de la caída en la actividad, la flexibilización de la histórica barrera sanitaria patagónica introduce un nuevo desafío para la cadena. La autorización para el ingreso de carne con hueso desde provincias del norte del país, como La Pampa, genera preocupación en los productores y en la industria regional.
Si bien la medida busca ampliar la oferta de carne en los mercados locales, también implica una competencia directa para los frigoríficos y productores patagónicos, que enfrentan costos más altos y márgenes más ajustados. La sobreoferta tiende a presionar los precios a la baja, lo que dificulta aún más la recuperación de la cadena en un contexto recesivo.
Eficiencia y diferenciación, los retos inmediatos
El derrumbe de la faena vacuna en Río Negro y Neuquén no es simplemente un reflejo de la coyuntura: es la manifestación de tensiones estructurales que desafían a todo el sistema productivo. Los productores deberán encontrar estrategias para mejorar su eficiencia, ajustar costos y sostener un nivel de calidad que les permita diferenciarse en un mercado más abierto y competitivo. Para los frigoríficos, el desafío pasa por recuperar escala, diversificar destinos y evitar una parálisis que amenace su continuidad.
Mientras tanto, en las carnicerías patagónicas el impacto ya se deja sentir: menor disponibilidad de cortes, precios inestables y un consumidor que percibe la misma incertidumbre que sacude al campo y a la industria.
La carne patagónica, símbolo de tradición y calidad, atraviesa hoy un punto de inflexión. Su capacidad de adaptación a este nuevo escenario económico-productivo definirá no solo el futuro inmediato de la ganadería regional, sino también su lugar dentro del mapa nacional de la carne.
Fuente: Redacción +P con estadística del SENASA.
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