El mayor estudio sobre alimentación lo confirma: gana la proteína vegetal
¿Puede la dieta que te alarga la vida también salvar al planeta? Un estudio monumental sugiere que sí, y la respuesta no está en un batido milagroso.
En los estantes de los supermercados, el término "proteína" dejó de ser un simple nutriente para convertirse en un argumento de venta, un símbolo de estatus y, para muchos, una obsesión. Batidos, yogures, barritas... la industria capitalizó esta tendencia de la alimentación, creando la “era Protein Chic”.
Sin embargo, mientras el mercado se inunda de productos ultraprocesados, un metaanálisis con más de 3.2 millones de personas publicado en Science Advances nos obliga a replantearnos no solo qué comemos, sino el costo real de nuestra alimentación. El veredicto es claro: la Planetary Health Diet (PHD), una alimentación centrada en plantas, no solo reduce la mortalidad, sino también la huella climática.
El estudio, que combinó datos de las cohortes masivas NHANES en Estados Unidos y UK Biobank en Reino Unido, buscaba correlacionar la adhesión a la PHD con la salud y el impacto ambiental. Los resultados son contundentes: quienes seguían más de cerca este patrón alimentario tenían una reducción significativa en el riesgo de mortalidad total, que oscilaba entre el 16% y el 23% según la cohorte.
El metaanálisis consolidó esta cifra en un 21% menos de mortalidad por cualquier causa, incluyendo enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer. Esta es una señal potente en un campo donde la consistencia estadística a gran escala es rara.
Pero el estudio va más allá de la salud personal. Los investigadores también estimaron la huella de carbono de las dietas y encontraron un patrón irrefutable: a mayor distancia de la PHD, mayor era el impacto ambiental.
¿Los principales culpables? La carne roja y los lácteos. Este doble beneficio —más salud para el individuo, menos impacto para el planeta— es una combinación difícil de ignorar, especialmente para una economía global que busca modelos de producción y consumo más sostenibles.
No es un debate binario
La PHD, propuesta en 2019 por la Comisión EAT-Lancet, no exige un vegetarianismo estricto, sino una reorientación de la dieta hacia los vegetales, relegando los productos animales a un papel secundario. Este enfoque es crucial porque el debate no es binario. La proteína animal, especialmente de fuentes no ultraprocesadas, aporta aminoácidos esenciales.
Sin embargo, estudios como el de The American Journal of Clinical Nutrition ya habían demostrado que las dietas ricas en proteína vegetal se asocian con un envejecimiento más saludable. El patrón es consistente.
El estudio no es una prueba de causalidad, es un estudio observacional. Pero su escala y la consistencia de los resultados lo convierten en una pieza clave del rompecabezas. En este sentido, la Dieta Mediterránea se presenta como un espejo culturalmente cercano y viable. Un estudio español de la cohorte ENRICA demostró que la adhesión a la PHD y a la Dieta Mediterránea tradicional ofrece beneficios similares en la reducción de la mortalidad y un impacto ambiental casi idéntico.
Dicho de otro modo, el análisis indicaría que la transición hacia una alimentación más sostenible no requiere de dietas extremas, sino de un cambio de paradigma.
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