El campo no se frena: siembran récord pese a la política
Aun con precios internacionales flojos y tensiones políticas, el campo argentino sigue marcando el pulso de la economía.
La cancha sigue embarrada, y los nubarrones son amenazantes (políticamente hablando). Todavía no se aquietan las aguas de las desprolijidades de días atrás con las retenciones, pero ya hay varios que comenzaron a entender que, de una forma o de otra, los que no entraron en el “1º turno”, todavía van a tener una segunda chance y, tal vez, hasta una tercera…
También quedó en evidencia tanto la utilización mediática del asunto como la falta de training de muchos productores (y hasta de dirigentes del campo) para interpretar la operatoria de los distintos mercados, lo que terminó configurando un gran pastiche, en el que en más de un caso, los beneficiados no lo resultaron tanto, y los perjudicados tampoco van a terminar “perdiendo” o dejando de ganar.
El mercado local sigue más firme que el internacional (aunque pocos lo digan…). Eso en materia de comercio. Pero donde no va a haber oportunidades es en la campaña si no se aprovecha la fantástica humedad que hay ahora en buena parte de las regiones productivas de granos.
Los productores lo saben y, amén del hartazgo de una campaña política de cada vez más bajo nivel, los tiempos los corren y: “cuando hay humedad hay que sembrar”, especialmente después de varios años de déficits, lo que podría llevar a superar las 42 millones de hectáreas, con la sola limitante, hasta ahora, de que se produzcan más excesos hídricos que impidan las siembras.
Así las cosas, aunque con mucha cautela, a pesar de los precios internacionales flojos y con todas las incógnitas que está generando el sector político local, como la naturaleza no espera y las fechas de siembra tampoco, los trabajos anuales están avanzando aceleradamente con un área total que va a ser similar o levemente superior a la del año pasado, pero que puede tener algunas variaciones, y muy adelantada respecto de la superficie cubierta el año pasado para esta misma fecha. Por ejemplo, se sabe que va a aumentar el girasol (hasta donde la semilla lo permita), también lo hará el sorgo, dados los muy buenos precios vacunos que alientan su producción (para pastoreo o suplemento), más las exportaciones de este grano que están creciendo.
La recuperación fuerte se espera para el maíz, que tiene que reponerse de los dos millones de hectáreas perdidas por el ataque de chicharrita, y la que se presentaba con menos chances era la soja que, sin embargo, está recibiendo un respaldo inesperado.
Es que las 4 millones de hectáreas anegadas o inaccesibles del núcleo agrícola de Buenos Aires (donde ya se comienzan a perder algunos lotes de trigo), buena parte de las cuales iban a ir a maíz si el agua bajaba a tiempo, es probable que comiencen paulatinamente a derivarse en parte al girasol y en parte a la soja, cuya posibilidad de siembra llega hasta diciembre avanzado.
Y, si este escenario se concreta, manteniéndose las excelentes condiciones climáticas para la agricultura, entonces habrá cosecha récord, superior a las 145 millones de toneladas, aunque el maíz (el de mayor rendimiento) baje un poco la superficie; aunque entonces los mayores rindes compensarían el recorte.
De hecho, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en el caso del trigo, “el 80 % del cereal transita desde encañazón en adelante. Si bien continúan las aplicaciones de fitosanitarios para el control de enfermedades fúngicas y plagas, los rindes estimados continúan elevándose y acercándose a los máximos históricos. Un 97 % del área nacional bajo condición Normal a Excelente”. Algo similar ocurre con la cebada.
Lo positivo
Entre tanto malestar y desconcierto, también hay señales positivas, básicamente la decisión de los productores de seguir apostando y, también, la creencia de que podría suceder algo similar a junio pasado, cuando, tras reimplantarse el anterior nivel de retenciones (que se había bajado previamente), volvió a recortarse un mes después.
Con esta expectativa, no son pocos los que esperan ahora un escalón a 18-20 puntos para las retenciones de la soja, en lugar de los 26, lo que podría impactar ya en la próxima cosecha. También algunos apuestan a que los precios, después del aluvión de oferta de EE. UU. y de Brasil, comiencen a afirmarse un poco y, además, no todos descartan que China y los EE. UU. puedan llegar a algún acuerdo por los aranceles que tonifique nuevamente el mercado internacional.
En el plano local, como ya se dijo, faltan pocas semanas para conocer el resultado de las elecciones, y de eso dependerá, en buena medida, la evolución de la política interna de corto y mediano plazo.
Por lo pronto, en el reciente encuentro de AmCham, la cámara que nuclea a las empresas del agro de origen estadounidense, se ratificó la licitación de 9.000 km de rutas nacionales (en 3 tramos) que ya se publicó en el Boletín Oficial y cuenta con financiamiento del BICE, entre otros. Por el lado de los FF. CC., adelantados hace meses por este medio, tanto el Belgrano Cargas como el San Martín serán licitados este año, mientras que el Urquiza saldrá en los primeros meses del ’26.
Finalmente, la estratégica hidrovía, ahora también ampliada al Paraná Sur, sobre Entre Ríos, verá nuevamente la luz antes de fin de año, ya que la convocatoria a licitación internacional será hacia fines de noviembre.
Y estas obras son clave para el campo, igual que el completamiento del Canal Federal (que se reinició en estos días tras muchos años de demora), que va a impedir las costosas inundaciones de Buenos Aires, ya que son básicas para disminuir el muy alto “costo argentino”.
Pero lo concreto es que el sector agroindustrial ya exportó el año pasado 102 millones de toneladas por más de U$S 47.000 millones, cifra que seguramente va a superar en este 2025, a pesar de los menores precios agrícolas, y se sigue consolidando como el mayor exportador argentino.
Igual, el aumento de volumen compensará esa caída de precios agrícolas, mientras otros productos como la carne vacuna continúan con un mercado internacional muy sostenido, y en el que pueden darse algunas novedades, como sería una nueva cuota a los EE. UU. e incluso el Protocolo de Menudencias con China, que compensen la guerra de aranceles cruzados que mantienen China y Washington, y que indirectamente también afecta a la Argentina. Otra novedad será la apertura de los mercados de Canadá y los Emiratos Árabes también antes de fin de este año.
De hecho, en los dos primeros cuatrimestres (enero-agosto ’25) el país ya exportó productos agroindustriales por 76,15 millones de toneladas, por un monto de U$S 33.056 millones, lo que se traduce en un aumento de 9 % en volumen y de 4 % en el monto exportado respecto del mismo período de 2024.
Mientras que, de los 54 complejos agroexportadores, las 10 principales cadenas superan el 85 % de las ventas al exterior: soja, maíz, trigo, bovinos, girasol, cebada, maní, hortalizas pesadas, forestoindustria y sorgo (en orden decreciente).
¿Esto quiere decir que está todo bien? No, ¡ni cerca! Solo que el campo se despega de la política, sigue produciendo (aunque no todo lo que podría en mejores condiciones económico-financieras), y la mayor producción que logra, en general, es por mejores condiciones climáticas (no por aumento de área), lo que contribuye a mantener la economía de varias provincias.
Entonces, si además se mantiene baja la inflación, se remueven más restricciones comerciales, se estabilizan algunas variables y siguen las reformas estructurales que el campo necesita, entonces seguro que va a ser mucho mejor para todos
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