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El campo frente a un cóctel explosivo: clima, política y economía

El campo enfrenta una campaña decisiva marcada por la incertidumbre; escenario que puede definir si habrá récord de cosecha o tormenta perfecta.

Los vaivenes del clima, junto con los de la política y sus derivaciones económico-financieras, constituyen un cóctel difícil de digerir para el campo que está en plena concreción de la siembra de granos gruesos, después de varias campañas regulares o directamente malas, a causa de la sequía y de las plagas.

Este año, sin embargo, hubo un invierno inédito, que dejó una gran humedad en el suelo, tanto para el desarrollo del trigo y la cebada de invierno como para la siembra de los granos gruesos a partir de ahora. Pintaba para una cosecha récord, tal vez acercándose a los 150 millones de toneladas, no tanto por un crecimiento en la superficie a sembrar (que se mantendría en las 42-43 millones de hectáreas), sino más bien por los insumos a utilizar y los rindes que podría arrojar un ciclo con buenas condiciones de humedad y semillas que mejoran su potencial cada año, algo que no se pudo comprobar en las últimas campañas por las restricciones de agua en muchos casos.

Sin embargo, como la perfección no existe, y aunque se preveía un recalentamiento político preelectoral, la sacudida superó cualquier cálculo inicial y el tablero en su conjunto vibró. E, igual que las lluvias obligan a parar, también los vaivenes del dólar, las tasas, los créditos y todo lo que los acompaña frenaron la actividad hasta entender qué pasa. El problema es que, mientras la mayoría sostiene que la situación se va a aquietar después de las elecciones, el campo no puede “parar” hasta fines de octubre para ver qué sucede, porque los tiempos de la naturaleza no esperan y, entre otras cosas, porque cuando los productores ven humedad en el suelo tienen el impulso de sembrar.

Campos anegados

Esto se percibió días atrás en el multitudinario Congreso de Acrea, con más de 7.000 asistentes presenciales, abocados a ver cómo producir mejor, qué novedades técnicas aparecieron y cómo internalizar las nuevas tecnologías que sorprenden día a día, muy lejos del ambiente politizado de la ciudad o de los medios.

Y no es que falten problemas, que los hay y muchos. Por caso, hasta este último fin de semana se estimaban unas 3 millones de hectáreas anegadas solo en la provincia de Buenos Aires, precisamente en la zona agrícola más fuerte: el norte y parte del centro bonaerense. A eso se debe agregar la situación en el sur de Santa Fe, también con las mismas condiciones. Es lo que se conoce como el “corn belt argentino”, equivalente al cinturón maicero estadounidense.

Pero la situación invita a ser cautos. Un maíz bien hecho tiene un costo de producción que supera los U$S 500 por hectárea, para ser cosechado en marzo-abril. Por más entusiasmo productivo que haya, también es imprescindible “pensar”. La soja, entre U$S 250 y 350/ha, aunque algo más “barata”, ofrece la ventaja de poder sembrarse casi hasta enero.

Cada productor mira y “recalcula”: los que sembraron o compraron insumos con el dólar a $1.300 y ahora está a más de $1.500; los que tienen crédito y se les encarece; los que no vendieron toda la cosecha y todavía guardan algo en los bolsones para afrontar más costos, frente a los que ya liquidaron todo.

ganadería campos inundados
Miles han sido las hectáreas que han quedado bajo el agua en la zona centro del país.

Miles han sido las hectáreas que han quedado bajo el agua en la zona centro del país.

Sin embargo, lo más preocupante es la inestabilidad política y “el día después”. ¿Habrá gobernabilidad en el país o se volverá a lo de siempre? Se sabe que, salvo las inversiones de riesgo o “buitres”, la mayoría busca cierta estabilidad y proyección de mediano y largo plazo para colocar su capital. Esto vale tanto para los locales como para los extranjeros.

Hoy, la foto muestra que, aunque los precios internacionales sean flojos (y seguirán así por unos meses debido a la presión de las grandes cosechas de EE.UU. y Brasil), los mejores rindes que puede dejar esta campaña más que compensarían los menores precios.

Sin embargo, ¿cuánto van a afectar las lluvias? ¿Efectivamente se calma la incertidumbre después de las elecciones, sigue igual o empeora?

Aranceles en etapa de definición

Más allá de todo esto (y de la evolución del clima), hay dos “pequeños” aspectos adicionales que pueden impactar aún antes de que termine la campaña 25/26. Por un lado, la definición del embate arancelario de EE.UU. que, si bien no afecta tanto a la Argentina en forma directa —pues quedó en 10%—, sí incide en otros compradores habituales, como varios del sudeste asiático a los que la Administración Trump intenta “seducir” con promesas de compra de sus productos, a cambio de que adquieran en EE.UU. los mismos rubros que ahora importan desde Argentina. También está el caso de Brasil y la carne vacuna, ahora con aranceles de exportación del 50%, que venía comprando más de 350.000 toneladas y que ahora pueden quedar “flotando” en el mercado, probablemente volcándose a China, destino de más del 70% de las exportaciones argentinas.

Mercosur UE 2
Acuerdo UE-Mercosur, una forma de Europa de combatir los aranceles de EE.UU.

Acuerdo UE-Mercosur, una forma de Europa de combatir los aranceles de EE.UU.

El otro asunto a monitorear con mucho cuidado es el Acuerdo Unión Europea-Mercosur que, tras demorarse casi 30 años en los escritorios de Bruselas, ahora se reactivó repentinamente. Más de uno sospecha de las “ventajas” para la región sudamericana, ya que en ningún caso se habla de los compromisos que tendrían que asumir los países del Mercosur con Europa. Otros, aparentemente bien informados, creen que existe un eje España-Brasil (léase Pedro Sánchez-Lula da Silva) que busca impulsar este acuerdo para enfrentar a EE.UU., que de hecho sancionó con altísimos aranceles a Brasil y también a la UE, recortándole parte de los fondos de defensa, en un momento crítico para Europa con dos guerras simultáneas en su territorio.

Y, si esta no es una tormenta perfecta, difícil es imaginar qué podría serlo. En medio, los productores miran, hacen cuentas y tratan de esperar hasta último momento para largarse. Después de todo, una campaña agrícola, solo en costos de implantación y cosecha de granos, representa entre U$S 16.000 y 18.000 millones, cifra que ningún otro sector invierte anualmente.

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