jabalíes

La historia detrás del jabalí invasor que afecta a Argentina: costos de hasta $1.400 millones anuales

Los jabalíes, introducidos hace un siglo, devastan cultivos y amenazan la salud en Argentina. Descubrí cómo se convirtieron en una crisis de millones.

¿Cómo llegó el jabalí a nuestro país? ¿Y a la Patagonia? ¿Cuál fue el minuto uno de la emergencia que cuesta más de US$1.000 millones anuales al país? Cuenta la historia que lo que comenzó como un capricho a principios del siglo XX se fue transformando en una de las amenazas económicas y sanitarias más subestimadas de Argentina.

Todo comenzó cuando Pedro Olegario Luro, noveno de los 14 hijos del fundador de Mar del Plata, abandonó la medicina para casarse con Arminda Belén Roca y administrar un establecimiento ganadero de 23.700 hectáreas en La Pampa. Este formaba parte de un campo mayor obtenido por Ataliva Roca, hermano de Julio Argentino Roca y padre de Arminda, tras la Conquista del Desierto, bajo la Ley de Premios.

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El Establecimiento San Huberto y Castillo de Luro. Foto: @santarosaantigua

El Establecimiento San Huberto y Castillo de Luro. Foto: @santarosaantigua

En ese lugar, Pedro fundó el primer coto de caza organizado del país, llamado “Establecimiento San Huberto”, en honor al santo protector de los cazadores. En 1909, importó ciervos colorados (Cervus elaphus) y jabalíes (Sus scrofa ferus) desde los Cárpatos, liberándolos en un cercado de 800 hectáreas.

Luro construyó una gran infraestructura, destacando la casa principal, conocida como “El Castillo”. Sin embargo, tras la Primera Guerra Mundial, la llegada de europeos a la estancia disminuyó, lo que incrementó las deudas de este médico convertido en estanciero.

Debido a los fracasos empresariales de Pedro, ambas especies escaparon del predio y se expandieron por los bosques de caldén del centro del país. Pasó el tiempo y actualmente, está presente en 16 provincias y ocupa cerca del 30% del territorio nacional, asentado principalmente en el corazón del sector agrícola-ganadero.

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La iniciativa del coto de caza surgió a través de una carta enviada por su amigo francés, el duque de Montpensier, quien había decidido viajar a América con el propósito de cazar. Foto: @santarosaantigua

La iniciativa del coto de caza surgió a través de una carta enviada por su amigo francés, el duque de Montpensier, quien había decidido viajar a América con el propósito de cazar. Foto: @santarosaantigua

Un drenaje millonario

El costo económico de esta invasión es alarmante. Un estudio reciente estima que las pérdidas anuales para Argentina oscilan entre los 900 y los 1.400 millones de dólares. Esta cifra colosal se compone de múltiples factores que afectan directamente la rentabilidad del sector agropecuario.

Los jabalíes causan estragos en los cultivos, con reportes cada vez más frecuentes de roturas de silobolsas, lo que implica la pérdida de granos almacenados listos para la comercialización. Además, la depredación sobre el ganado representa una pérdida directa para los productores, afectando principalmente a las crías de ovinos y bovinos como corderos y terneros.

A esto se suman los daños a la infraestructura rural, como alambrados, tranqueras y sistemas de riego, que requieren constantes y costosas reparaciones. Esta presión constante sobre las actividades productivas no solo genera pérdidas económicas directas, sino que también amenaza la sustentabilidad de los sistemas ganaderos, especialmente en regiones como la Patagonia.

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Una amenaza para la salud pública y el capital natural

Más allá de las pérdidas productivas, el jabalí representa un grave riesgo sanitario. Estos animales son portadores de al menos 40 patógenos, incluyendo virus, bacterias y parásitos. Enfermedades como la triquinosis, la brucelosis, la tuberculosis y la leptospirosis pueden ser transmitidas al ganado, a la fauna silvestre y a los seres humanos, generando un problema de salud pública con costos significativos para el sistema sanitario nacional.

La brucelosis, por ejemplo, ya está incluida en un programa nacional de control y erradicación del SENASA, lo que evidencia el gasto estatal asociado a esta problemática.

Ecológicamente, el jabalí es considerado un "ingeniero de ecosistemas". Su comportamiento de hozar —remover la tierra en busca de alimento— altera las propiedades del suelo, degrada los pastizales naturales, afecta el ciclo de nutrientes y facilita la dispersión de otras plantas exóticas, comprometiendo el capital natural del país.

Como advierte el Dr. Sebastián Ballari, investigador del CONICET, "el solapamiento de la especie con las áreas urbanas y agrícolas ganaderas va a aumentar inevitablemente, y esto es un problema actualmente y va a ser un problema mayor en el futuro". Para la economía argentina, ignorar el avance de este invasor ya no es una opción viable.

Relevamiento y puesta en valor

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