Milei

La nueva estrategia de Milei: gobernadores primero, Congreso después

En un escenario de oposición fragmentada y gobernadores pragmáticos, el oficialismo ensaya un nuevo mapa de poder donde las provincias tiene un rol central.

La designación de Diego Santilli como ministro del Interior en el gabinete de Javier Milei no es un gesto decorativo: es una señal política potente, clara y estratégica. En un momento en que las reformas estructurales que propone la administración —desde el sistema laboral hasta el tributario y la seguridad social— requieren mayorías legislativas, el Ejecutivo nacional ha confirmado que su llave de negociación está en gran parte fuera de sus propios bloques. Y esa llave la sostienen, en buena medida, los gobernadores provinciales.

Desde su asunción, Santilli desplegó una intensa agenda de recorridas por provincias y reuniones con mandatarios. No es casualidad: el presidente Milei lo puso al frente de una misión fundamental, consciente de que sin consenso provincial, sus reformas colisionarán con la realidad legislativa.

El primer mandatario, por su parte, prepara una cumbre más amplia con gobernadores, una vez que su ministro termine esta ronda de encuentros individuales. El objetivo: formalizar compromisos políticos para respaldar una agenda que va mucho más allá de lo presupuestario.

Para el oficialismo, las reformas estructurales no pueden avanzar solo con su propio bloque: necesitan aliados. Esto es clave para entender por qué Santilli ha sido asignado al Interior con una misión casi diplomática.

-Presupuesto 2026: Es una prioridad fundamental para el Gobierno. Se lo considera no solo un aspecto técnico, sino el pilar para dar previsibilidad macroeconómica. La negociación con los gobernadores es central: sólo con su respaldo puede garantizar mayorías para aprobarlo sin sobresaltos.

-Reformas estructurales: El Ejecutivo impulsa cambios profundos en el sistema laboral, tributario y la seguridad social. Estas transformaciones estructurales requieren leyes, no sólo decretos. Y para aprobar esas leyes, necesita votos fuera de su círculo inmediato.

-Fortalecimiento institucional: Al nombrar a Santilli, un político con experiencia y conexiones, Milei busca reconducir el diálogo con las provincias. No es solo pragmatismo legislativo: es una maniobra para construir una base política sólida que trascienda gestos aislados.

santilli con frigerio
El flamante ministro con el Gobernador Frigerio. Las reformas del Gobierno dependen ahora de la habilidad de Santilli para tejer acuerdos con mandatarios provinciales.

El flamante ministro con el Gobernador Frigerio. Las reformas del Gobierno dependen ahora de la habilidad de Santilli para tejer acuerdos con mandatarios provinciales.

No es un monólogo: los gobernadores también llegan con sus propias cartas a esta mesa. Muchos mandatarios provinciales reclaman giros de coparticipación pendiente, fondos para obras de infraestructura y apoyo para financiar la gestión local. Algunos piden que en las sesiones extraordinarias del Congreso se incluyan temas que les importan: no solo el presupuesto, sino también leyes vinculadas con seguridad (como radarización y leyes de derribo, según los gobernadores del norte, por ejemplo), y transferencias pendientes.

En el caso de Salta, por ejemplo, el gobernador Sáenz ya planteó que la modernización laboral debe ir de la mano con políticas concretas para el desarrollo: quiere que el esfuerzo macroeconómico “llegue a la gente” y que, desde el Gobierno nacional, se impulsen inversiones productivas y exportadoras.

Para Milei y Santilli, esas demandas no son un obstáculo: son una oportunidad. Pagar parte de las deudas con las provincias, comprometerse con obras o flexibilizar ciertas políticas son parte del paquete de negociación.

Oposición y Gobernadores

Uno de los factores más notorios en esta estrategia es la debilidad de la oposición, especialmente del peronismo. Según el análisis oficialista, los gobernadores peronistas pueden transformarse en aliados estratégicos, no porque adopten por completo la agenda libertaria, sino porque pueden formar un bloque intermedio distinto al kirchnerismo puro.

Muchos gobernadores peronistas “dialoguistas”, menos alineados con Cristina Kirchner, muestran disposición a negociar. Milei y Santilli parecen apostar precisamente por ellos. Al mismo tiempo, hay un relato más amplio en el oficialismo: presentarse como la fuerza capaz de unir a mandatarios provinciales pragmáticos y constructores, frente a un peronismo que, para el Gobierno, “sigue sin rumbo”.

Este juego de bloques es, en sí mismo, una victoria para la estrategia de Milei: si logra articular una coalición legislativa con gobernadores medianos y pequeños —sin depender exclusivamente de su bloque principal—, puede legislar reformas profundas sin estar a merced de fracturas internas.

Kicillof con maximo
El Gobernador Kicillof y el diputado Máximo Kirchner, dos posiciones dentro del peronismo que no terminan por acordar.

El Gobernador Kicillof y el diputado Máximo Kirchner, dos posiciones dentro del peronismo que no terminan por acordar.

Pero el plan no es inocuo y está plagado de riesgos. El primer desafío: credibilidad. Algunos gobernadores podrían aceptar el diálogo, pero reclamarán más que simples compromisos simbólicos. Si el Gobierno no cumple con sus promesas de fondos, obras o compensaciones, el respaldo puede ser volátil.

Además, el hecho de excluir a algunos gobernadores opositores más fuertes (por su peso político o porque son considerados más “duros”) puede encender tensiones. Santilli ya fue criticado por justificar la falta de convocatoria a Axel Kicillof (provincia de Buenos Aires) y llamar a “ser coherentes” con quienes apoyan reformas institucionales.

Por otro lado, la fragmentación del peronismo también puede volverse en contra: si los gobernadores se agrupan de forma diferente, podrían negociar no solo con Milei, sino también con otros bloques legislativos, y su lealtad podría cambiar según el momento.

Finalmente, hay un riesgo más profundo para el Gobierno: depender demasiado de gobernadores para legislar podría debilitar su narrativa de “cambio radical”. Si el diálogo se interpreta como pragmatismo puro, podría erosionar la épica del cambio que tanto ha sido parte del relato de Milei.

Crisis en el peronismo: ¿adónde va?

Mientras el ministro Santilli traza puentes con gobernadores, el peronismo vive una crisis de identidad. Desde la óptica oficialista —y no sin lógica política—, la oposición más tradicional está desbordada: carece de un relato claro, de un programa atractivo y de una propuesta renovadora. No tiene un líder que articule discurso, territorio y gestión de forma convincente.

Algunos puntos que resaltan en este diagnóstico:

-El peronismo se presenta en muchos casos con discursos de valores o consignas históricas, pero sin la concreción de un plan serio para gobernar.

-No está claro cuál es la alternativa real que ofrecen a la ciudadanía: no hay relato de futuro, ni horizonte épico que entusiasme.

Para el oficialismo, esto representa una ventaja: si el peronismo no logra reordenarse, Milei puede consolidar un bloque legislativo consistente con gobernadores moderados, tecnócratas y pragmáticos.

En ese escenario, Santilli no solo es un negociador: es una pieza clave de una estrategia más amplia para debilitar al peronismo como bloque homogéneo y convertirlo en varios fragmentos con los que se pueda dialogar por separado.

Gobernadores provincias unidas
La estrategia oficial busca garantizar viabilidad legislativa mediante consensos federales que respalden los proyectos prioritarios del Ejecutivo.

La estrategia oficial busca garantizar viabilidad legislativa mediante consensos federales que respalden los proyectos prioritarios del Ejecutivo.

De cara al futuro inmediato, una de las citas más importantes será la reunión de gobernadores del norte argentino, prevista en Santiago del Estero. Allí se espera que los mandatarios debatan cómo posicionarse ante la nueva composición del Congreso (a partir del 10 de diciembre) y cuáles serán sus exigencias en las sesiones extraordinarias.

Ese encuentro tiene doble valor: por un lado, será un termómetro del apoyo real al Ejecutivo; por otro, puede definir si esos gobernadores conforman un bloque homogéneo o si seguirán estrategias individualizadas.

Para el flamante ministro del Interior, es una prueba de fuego. Si logra consolidar acuerdos en una región históricamente postergada, demostrará que su modelo de negociación —personal, estratégico, provincial— funciona. Si no, podría evidenciar las limitaciones de depender de gestos bilaterales para una agenda de reformas estructurales.

Un cambio en el juego político

La llegada de Santilli al Ministerio del Interior marca un antes y un después en la estrategia política del Ejecutivo. No es solo un refuerzo técnico: es el brazo de negociación más visible y activo para sedimentar una base legislativa sólida, sin depender exclusivamente del bloque libertario.

Al mismo tiempo, demuestra que el Ejecutivo reconoce sus limitaciones: para avanzar con su ambiciosa agenda de reformas, no puede ignorar a los gobernadores. Necesita su poder, su territorio y su influencia. Y más aún: necesita alinearlos con su proyecto.

Pero no todo es seguro en esta jugada. El riesgo de traiciones, de incumplimientos y de volatilidad existe. Para Santilli y Milei, la clave estará en traducir las promesas en hechos concretos: fondos cumplidos, obras reales, leyes que pasen y transformen. Solo así esa estrategia de puentes con los gobernadores dejará de ser un simple gesto político y se convertirá en el motor del cambio estructural que prometen.

En última instancia, el desafío de Milei con Santilli al frente del ministerio del Interior es construir no solo un relato de cambio, sino una mayoría capaz de sostenerlo. Y todo indica que, en ese desafío, los gobernadores ya no son obstáculos: son aliados estratégicos.

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