Río Negro: caen a mínimos históricos las ventas de vinos
Las estadísticas son preocupantes. Los vinos de Río Negro pierden mercado y la tasa de erradicación de las viñas es mayor a la de reposición.
El 2023 fue para el olvido. Una cosecha afectada en volumen y, en la misma línea, una caída de ventas que toca mínimos preocupantes. Las estadísticas dadas a conocer por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) destacan que la uva destinada a la producción de vinos y mostos en Río Negro muestran un piso histórico.
El año pasado la producción de uvas de la Provincia alcanzó los 19.900 quintales, cifra que representa una caída en términos interanuales del orden del 58% y del 94% al compararlo con los máximos logrados en 2010. Es el valor más bajo de los últimos 50 años para Río Negro. Un número que llama a la reflexión.
Esta misma tendencia se observa en las ventas de vinos durante el año pasado, las que alcanzaron los 17.751 hectolitros, volumen que refleja una caída interanual del 17% y un desplome del 59% cuando se lo relaciona con las ventas consolidadas de 2010.
“Tuvimos un serio problema con la cosecha. Eso sin dudas afectó a toda la región. Las heladas golpearon duro sobre la producción y esto a su vez terminó afectando lo volúmenes comercializados de vinos durante el año pasado”, destacó, en dialogo con +P, Marcelo Miras, productor y ex director de vitivinicultura de Río Negro.
Sin embargo, cuando uno analiza la evolución que muestran las ventas de vinos en la Provincia, infiere que el problema va mucho más allá de una helada coyuntural de una temporada.
“Sin dudas que la macro de estos últimos años condicionó el desarrollo de este tipo de emprendimientos. Es muy difícil vender con un dólar a un precio y comprar insumos con otro dólar que duplica el valor del primero. Todos los años se va descapitalizando un poco”, destacó Miras en otra parte de la conversación.
El progresivo deterioro que se observa en el sector queda reflejado en las estadísticas y la expulsión de productores del sistema. “Todo se puede definir como un problema de rentabilidad. De ahí que la tasa de reposición de viñedos es menor a la de erradicación”, aclaró.
Pero el vino rionegrino pierde competitividad no solo en el mercado interno. La estadística muestra que las exportaciones mantienen esta misma tendencia. Durante el año pasado hacia el primero de estos destinos se colocaron poco más de 13.700 hectolitros, un volumen que muestra una caída interanual del orden del 15%. Las ventas externas de vinos rionegrinos, por su parte, alcanzaron en 2023 poco más de 4.000 hectolitros, reflejando una caída del 22% en relación a las exportaciones consolidadas de 2022. Claramente, las pérdidas se hicieron sentir mucho más fuerte sobre la oferta exportable.
Otro dato importante de remarcar sobre las tendencias que muestra la industria vitivinícola de Río Negro es la evolución que muestra la matriz primaria de su destino. Hacia fines de la década del 2000 y principios de 2010, el mercado externo tenía una participación marginal sobre el total de las ventas de vinos. El gráfico adjunto refleja que cerrado el 2010, las colocaciones externas representaban solo el 11% del comercio de la producción provincial, llegando al 2019 al 27% de participación. A partir de allí, esta relación se estabiliza para luego mostrar una tendencia a la baja. Una clara muestra de la pérdida de competitividad que está mostrando la oferta exportable rionegrina en algunos mercados.
La crisis no es sólo de Río Negro
“Pensar que el problema lo tiene Río Negro, es un tremendo error. El mercando internacional está mutando luego de la pandemia y el consumo se está ajustando en forma importante”, destacó el consultor y especialista en la materia, Federico Boxaca, en diálogo con +P.
Aseguró que en toda la Argentina se notan cambios importantes tanto en la producción como en la comercialización de los vinos. “En todo el país se ve este ajuste”, detalló.
A continuación, parte de la conversación con el entrevistado.
- Si bien se observa un ajuste general, claramente en Río Negro las estadísticas reflejan que es mucho más profundo. ¿Qué explicación da a este fenómeno?
- Por supuesto. Cuando un sistema entra en crisis, como hoy está la vitivinicultura, los procesos de concentración se aceleran y los pequeños sufren con más virulencia los ajustes. Éste es el caso de Río Negro.
- ¿Cómo se sale de esto?
- Es complejo y lleva mucho trabajo. Lo primera que hay que hacer es trabajar en un plan estratégico, en dónde estén incorporadas todas las Provincias de la Patagonia. En forma aislada, no hay forma de salir. Se necesita una escala mínima y la producción de vinos de la Patagonia en su conjunto representa el 2% del total de la Argentina.
- Para eso no estaba la organización Wines of Patagonia (WOPA)?
- Si pero nunca llegó a cumplir con objetivos. Las particularidades de cada una de las bodegas pudo más que los objetivos del conjunto.
- ¿Qué propone?
- Trabajar para unificar criterios de promoción en donde estén involucradas todas las Provincia de la Patagonia. Mejorar los canales de distribución e impulsar una política comunicacional que permite el reconocimiento de la marca Patagonia para los vinos de la región. Para que tenga una idea, en Estados Unidos esta marca está mucho más ponderada que en nuestro mercado interno. Sobre todo, esto debemos trabajar. Pero esto no se hace de un año para otro...se necesita mucho tiempo y calidad en el producto que se está ofertando; dos claves para tener éxito en el mercado.
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