Vinos de la Patagonia: del mar a los Andes, una ruta en expansión
En Río Negro, los vinos escriben una nueva página con proyectos que van desde Las Grutas hasta El Bolsón, pasando por el Alto Valle. Patagonia presente.
Parafraseando a la Zambita pa’ Don Rosendo, podemos decir que “han terminao las cosechas” en los viñedos del norte de la Patagonia; "y toditas las uvas, vinos se harán". Es momento de balance y, en el caso de Río Negro, en el saldo a favor queda la consolidación de pequeños proyectos que permiten mostrar al mundo que en esta provincia de la Patagonia no solo hay turismo de los Andes al mar, sino que ahora también hay vinos de los Andes al mar. Esto se debe a que comenzó su incipiente producción la primera bodega de Las Grutas, denominada Don Amaro, y porque en El Bolsón hay otras dos con producción a pequeña escala, además de que allí también se plantaron otros tres viñedos.
En el medio queda la producción de los establecimientos del Alto Valle, que han tenido “una calidad espectacular”, dice Mariana Cerutti, licenciada en Turismo, mamá de dos, administradora de una bodega en Uruguay hace un tiempo y actual directora de Vitivinicultura de Río Negro.
“El cierre de la cantidad de kilos aún no está”, aclara, y se entusiasma con los brotes que asoman en zonas que aún no tienen una tradición bodeguera. Respecto al perfil de las bodegas provinciales, explicó que “la mayoría de nuestras bodegas son pequeñas, familiares, y creo que es un puntazo a favor que tenemos y que no lo tienen las bodegas mendocinas. Las bodegas mendocinas son casi todas megaempresas, y aunque nuestra producción no es significativa a nivel nacional, sí lo es a nivel calidad”.
Y en función de convertir en ventajas algunas desventajas, Cerutti recorre chacras evitando que se talen parrales centenarios y dando ideas para que galpones abandonados se conviertan en parte de un paseo del enoturismo. Además, en la balanza de la temporada incluyó “las acciones en conjunto por fortalecer la marca Patagonia”.
“Es inédito el trabajo que estamos haciendo con el Consejo Federal de Inversiones (CFI), donde las tres provincias, Neuquén, Chubut y Río Negro, estamos trabajando por nuestra denominación de origen”, dijo la funcionaria.
En la búsqueda de una “singularidad” que distinga a la industria vitícola de Río Negro, todo apunta a rescatar que “nosotros tenemos eso de que la gente te recibe en su casa, que vos hablás con el dueño de la bodega. No es que te hacen un tour de 30 minutos y te mandan a comprar vino y ya está. Acá vas y sabés que el dueño te va a estar esperando con el cordero o unas empanadas, y me parece que ese nicho de mercado, el del enoturismo, es una de las fortalezas que tiene Río Negro, porque hoy la gente quiere tener experiencias. No quiere ser un turista estándar, sino que el visitante quiere sentirse cuidado, sintiendo que tiene algo especial”.
Nuevos pioneros en Río Negro
Han aparecido en los últimos años nuevos emprendedores viñateros en la provincia, que quieren aprovechar las condiciones de clima, suelo y agua, incluso el agua de deshielo. En El Bolsón se ha logrado consolidar la bodega De Bernardi, que tiene un vino icónico, el De Bernardi Pinot Noir 2020, que recibió 95 puntos del Master of Wine inglés Tim Atkin, quien lo calificó como uno de los cuatro mejores Pinot Noir del país y lo incluyó entre los 100 mejores vinos del mundo.
En el caso de Finca Fraschetti, que se inscribió en 2011 en el INV, “ellos tienen un complejo de cabañas y complementaron con una bodega chiquitita”, que se ubica en el acceso norte de la ciudad.
“Tal vez para algunos no sea su principal matriz productiva, o puede pasar que la familia no viva de eso. Pero, contagiándose de ellos, ya tenemos otros tres pequeños productores de uva en El Bolsón. Uno ya está elaborando unos 600 u 800 litros”, detalló Cerutti, y agregó que “en este caso, ellos elaboraban en una bodega de Chubut, y felizmente pudimos asistirlos para que comiencen a elaborar en Río Negro”.
Con asesoramiento técnico de la provincia, ahora “están pensando en armarse un galponcito para que puedan trabajar en conjunto, los tres pequeños productores, y empezar a hacer sus vinos en Río Negro”.
En función de consolidar el perfil de ofrecer al turista bodegas familiares, con un trato más cálido y próximo, Cerutti advierte que “Río Negro tiene muchísima cantidad de viñedos que se podrían rescatar. Y en diferentes partes. Ya sea en el Alto Valle o en el Valle Medio. Pero para mí, lo que está sucediendo en el Valle Inferior es espectacular, donde están plantando viñedos pequeños a orillas del mar”.
Se lamentó porque en una chacra de Fernández Oro acaban de arrancar un cuadro de uva criolla, cuando se trata de una cepa “que hoy se está rescatando, que pocos la tienen, que da un vino suave, que antes se usaba como vino rosado porque no tenía mucho color y el vino patero de antes era oscuro. Y hoy es una cepa tinta, siempre fue una cepa tinta, muy frutada, que acá se da muy bien. Por eso, rescatar ese patrimonio histórico que hay en los viñedos es fundamental”.
Por lo pronto, se trabaja en el fortalecimiento de la Ruta del Vino, una asociación privada de bodegueros que buscan generar acciones para que el público se acerque a sus establecimientos. “Estamos tratando de sumar un par de bodegas más. Y si bien es una asociación civil, es muy importante que exista y que se nucleen en un lugar para hacer sinergia”.
Lejos de pensar en una competencia, “todos se complementan y ya hay algunas bodegas que entendieron eso y están trabajando en conjunto, como San Sebastián (Cervantes) y Moschini (Ing. Huergo)”.
Tan cerca y tan lejos
Para la directora de Vitivinicultura, entre las mayores dificultades para un mayor desarrollo de las bodegas rionegrinas están la falta o deficiencia de conectividad y las dificultades para acceder a financiamiento que ha afrontado todo el sector productivo en los últimos años.
“El problema que tenemos acá es la conectividad. El estado de las rutas no es favorable para nada, no es alentador para un turista, no es seguro. Y, por otro lado, el aeropuerto de Neuquén y el aeropuerto de Viedma tienen muchos kilómetros entre sí”.
Reconoce que el rescate de viejas bodegas y la puesta en marcha de nuevos emprendimientos bodegueros “son inversiones grandes, y la financiación todavía está bastante floja en un país que está comenzando a estabilizarse”. Detalló que “los viñedos llevan mucha inversión, mucho tiempo. Y no es solamente la inversión en el viñedo, es la maquinaria, es mantenerlos. No es tan sencillo si no tenés los recursos económicos para poder invertir en eso. Y los plazos de recupero son largos”.
Mucho por hacer con los que juegan de local
Aún hay mucho público del Alto Valle, y muchos compradores de vino, que desconocen o no frecuentan la Ruta del Vino ni acuden a las bodegas. Para Cerutti, “el público rionegrino necesita conocer y valorar lo que se produce en su propia tierra”. Reconoció que “las vinotecas de acá, muchas tienen una buena selección de vinos de Río Negro, pero en los supermercados sigue liderando el vino mendocino. Y la gente por ahí cree que el vino mendocino, porque es más famoso o porque producen más, es mejor, y no es así. Los vinos de Río Negro superan ampliamente —no voy a decir que a todos los vinos de Mendoza porque hay muy buenos vinos—, pero sí a muchas bodegas de Mendoza”.
Con un perfil de empresa familiar, con tradición y construcciones de principios del siglo pasado, el bodeguero rionegrino tiene un perfil “que hay que reflotarlo, comunicarlo y difundirlo. Por eso, para mí, es muy importante ese contacto entre el consumidor y el productor, para transmitir el valor que tienen ahí, histórico y natural”.
En esta nota