Demasiado silencio en un mundo de motosierras: Se fue Cortese, titular del SENASA
La salida de Pablo Cortese del máximo organismo que vela por la sanidad de todos los alimentos es mucho más que una renuncia por un viaje. ¿Qué hay detrás?
Una sucesión de circunstancias, técnicas, políticas y comerciales, empujaron a Pablo Cortese a presentar su renuncia como presidente del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), el máximo organismo que vela por la sanidad de todos los alimentos que circulan por el país, y también de los que salen e ingresan por nuestras fronteras.
Si bien se especula que el detonante fue el haber quedado en medio de una lucha de laboratorios por las vacunas contra la fiebre aftosa (un negocio que a juzgar por los voceros más encumbrados del gobierno libertario le haría perder al campo 100 millones de dólares al año), lo cierto es que Cortese era un funcionario de carrera, de escaso perfil político, y que había comenzado su carrera dentro del organismo hace 33 años como inspector de cítricos.
Tal vez un dato revelador, es el más solapado de todos: El presidente del SENASA no habla. En febrero pasado, el portal Bichos de Campo había contabilizado 12 meses de riguroso silencio a pesar de su rol de alta responsabilidad política e institucional.
Ese silencio habla a los gritos de su faceta política: No salió a defender las medidas del gobierno que pasaban por sus manos. No fue, ni lejos, un cruzado libertario.
Una fuente que sabe trajinar los despachos del SENASA contó a +P que “lo recontra operaron con que se fue de viaje al exterior en pleno ajuste y recorte”. Ahí recibió una herida mortal. El Presidente Javier Milei, en una reunión de gabinete realizada el 15 de diciembre pasado había ordenado a los integrantes de su gabinete que no debían irse de vacaciones por más de 15 días, y que no debían elegir destinos “cuestionables” como Punta del Este o Nueva York. Cortese agarró las valijas y se fue 20 días a Roma con toda la familia. Dijo que el viaje lo tenía programado de antes.
Pero además al técnico lo fueron desacreditando al compás de sus silencios, porque “las decisiones del SENASA dejaron de ser autónomas, con fundamentos técnicos, y pasaron a depender de la instrucción que venía del Ministerio de Economía”, dice una fuente que conoció al funcionario renunciante.
La sentencia explica un complejo entramado, donde juega un rol clave Juan Pazo, actual titular del ARCA y que llegó al gobierno para hacerse cargo de la Secretaría de Industria y Desarrollo, que después mutó a Planeamiento y Gestión para el Desarrollo Productivo. Todo bajo el auspicio de su amigo, “el mejor ministro de economía de la historia”, según Milei, Luis “Toto” Caputo.
En el mundo del campo nadie duda que Pazo es quien en realidad manda tanto en SENASA como en la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (SAGyP).
Eso desembocó en que a Cortese “lo obligaron a firmar cosas que no estaba convencido, y a eso se sumó la falta de financiamiento, y los recortes”.
La frutilla del postre
En medio de esas tensiones prevalecía el técnico y no asomaba el político. La última gran batalla se libró a partir de la decisión del Gobierno de permitir el ingreso de vacunas para la aftosa desde Brasil. Pueden llegar dosis a u$s 0,60 en vez de los u$S1,20 que se debe pagar la vacuna argentina que produce Biogénesis Bagó, quien llegó a intimar a Cortese por las regulaciones vigentes que la protegen del ingreso de otros jugadores de la industria.
El ahora exfuncionario estuvo lejos de patear el tablero y se limitó a seguir el juego burocrático que proponía Bagó, que exigió al funcionario información sobre las autorizaciones que se brindaron para el ingreso de 8300 dosis de la vacuna antiaftosa “Ourovac aftosa Biv”, que produce el laboratorio Ourofino Saúde Animal de Brasil y que son importadas a la Argentina por Tecnovax SA.
Así, mientras Biogénesis exigía el ajuste a todos los protocolos y pruebas previas antes de autorizar una nueva vacuna, el laboratorio brasileño exigía una autorización sin mayores dilaciones. Cortese no habló, solo ordenó hacer las pruebas. O sea, se ajustó a la burocracia en vez de meter motosierra.
Hace poco menos de dos semanas, el 16 de julio, el ministro de Desregulación Federico Sturzenegger, celebró la Resolución 525/25 del SENASA que firmó Cortese, y que permitió “la importación de vacunas de aftosa autorizadas para la venta en países del Mercosur, las que quedan automatizadas a partir de esta resolución. Con esto cumplimos un paso más en nuestra batalla para bajar el precio de la vacuna”.
El ministro escribió en su cuenta de X sobre “batallar sin cuartel para que los productores puedan tener esta vacuna al precio al cual la obtienen nuestros competidores (la mitad o menos de lo que pagan ahora). La libertad y la competencia son el camino que nos marca nuestro presidente”.
Y como “Stuze” sí es político, dijo cosas que Cortese nunca dijo: “Lo que me llama mucho la atención es que el productor piense que (el laboratorio) puede ganar esta batalla. Obviamente, tiene toda la estructura cooptada. Hay un convenio de cooperación entre Biogénesis Bagó y Senasa. Es como que dijéramos que Clarín tiene un convenio de cooperación con la Enacom”.
Tal vez alguien esperaba que Cortese hiciera volar por el aire ese convenio de cooperación.
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