Stella Zapata, la heredera que apuesta a la energía y a las plantas nativas
Es hija de Patricio Zapata, un lonco muy reconocido de la comunidad Millaqueo. En diálogo con +P, recuerda a su padre y cuenta dos extraordinarios proyectos en los que trabaja.
Stella Zapata viene de madre y padre pertenecientes a comunidades mapuches. Se crió en el seno de una familia luchadora que marcó un camino entre sus pares. Patricio Zapata, su papá, falleció el año pasado, pero lejos de irse dejó en Stella y en toda la comunidad un legado que no dudaron en continuar.
Stella estudió en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Comahue, y le quedaron unas materias que quiere retomar para lograr el titulo de Ingeniera Agrónoma; también está cursando la Tecnicatura en Planificación Ambiental, porque se dio cuenta que en sus trabajos necesitaba complementar herramientas.
Cuando le propongo primero empezar a hablar de ella misma, me marca: “bueno, ahí yo siempre cuento un poquito más porque no soy producto de mí misma sino de mi contexto”. “Mi mamá, Teresa Mariñanco, es de la comunidad Aigo, que está ubicada a unos 30 kilómetros de Aluminé”, señala en diálogo con +P.
“Cuando era muy jovencita todavía se viene a trabajar de empleada doméstica, primero en Aluminé y luego en Zapala. Cuando tenía 20 años conoce a mi papá”, cuenta.
Teresa venía de una mamá proveniente de Chile, que tenía comercio en Villa Pehuenia. Patricio se crió con crianceros y tuvo “una historia bastante sacrificada, que lo llevó a conocer mucho la provincia de Neuquén”, señala Stella. “Trabajó en los puestos, conoció a muchas familias que lo cobijaron en su niñez y en su adolescencia”, amplía.
Con la mamá de Stella, Patricio tuvo tres hijos y luego tuvo un segundo matrimonio y se fue a vivir en la Comunidad Millaqueo, cercana a la localidad de Zapala. “Ahí tengo cuatro hermanos más”, cuenta.
“Sus experiencias de alguna forma me ayudaron, pude ver a través de sus ojos. Yo vi que ellos se sacrificaron mucho y una de las claves de empoderarse que me transmitieron era el poder estudiar. Eso me iba a permitir fortalecerme y lograr posicionarme para poder defenderme de los embates de la vida”, acentúa.
De muy jóvenes la pareja se fue a vivir a Zapala, y allí consiguieron solucionar su problema habitacional y lograron tener su casa “luego de vivir en un colectivo y sacar agua de un aljibe”, recuerda su hija.
“Era una parejita muy joven, venían de áreas rurales donde habían crecido con sacrificio, criando animales dentro de la comunidad y se arriesgaron. Casi todos mis tíos se vinieron a vivir a la zona urbana, también”, repasa.
“Hoy en la comunidad quedan dos de mis tíos, el mayor y el menor; con esto de venir a progresar, hoy lo entiendo; pero ellos consiguieron tener su casa propia a costa de perder una vida en comunidad, que yo también la siento porque yo me fui más lejos y ahí lo veo. A mí me dan ganas de volver”, asegura.
Radicada hoy en Cipolletti, Stella añora esa vida colectiva. “La vida en comunidad es muy importante porque te ayuda mucho en el desarrollo personal y espiritual”, señala.
“Acá, en la ciudad, conocés gente, pero nunca terminas de tener esa vida en comunidad como la tenés en el campo”, afirma. Le gusta la amplitud de la vida en la naturaleza, el contacto con los animales, disfruta de esos días de volver a las raíces.
La sangre
“Mi abuela tiene 101 años, llegué a conocer hasta a mi bisabuela de 120. Conozco mi linaje y a mí eso me construye. Cuando vuelvo pregunto siempre más cosas, me gusta saber de ellas, porque hago un hilo conductor de por qué yo soy hoy así”, asegura Stella.
Afirma con esto que quiere saber lo que trae en su sangre. “Aparte hoy que tengo hijos chicos, también quiero transmitirles las cosas. A veces uno tiene que desconstruirse y volver a ser, ver qué es lo que me enriquece y lo quiero y lo que no”, indica.
La relación con su papá es su tesoro. El vínculo quedó fortalecido cuando Stella pudo ayudarlo en varios proyectos que Patricio pudo concretar en la comunidad, y que fueron presentados para obtener financiamiento externo. “Ahí lo empecé a ayudar con trámites y con los vínculos interinstitucionales. Eso me encantó, hoy en día conservo esa dinámica de enlace entre la comunidad y los organismos e instituciones. También encontré ahí una forma mía de vincularme con mi papá”, asegura.
¿Quién fue Patricio Zapata?
Toda la conversación con Stella, fue de risas y lágrimas. Es que aún está movilizada por haber despedido a Patricio, el ex Lonco de la comunidad. Le pido que resuma quién fue, para los que no lo conocieron.
“Primero fue el amor de mi vida”, dice con los ojos brillantes. “Cuando lo despedí le dije a la gente: yo los veo a todos ustedes y veo a mi papá. En cada uno de los rostros. Mi papá era un tesoro, tenía un carácter muy fuerte, pero era un oso mimoso y un hombre muy luchador.
Con los recursos que él tuvo en la vida y las oportunidades hizo muchísimo. Era autodidacta, leía mucho, tenía desarrollada la capacidad de leer rápidamente a una persona y era un mediador. También afrontó luchas personales muy grandes.
Muchos años representó a la comunidad, sabía articular sus necesidades, conocía a las instituciones y los diferentes actores sociales a nivel provincial y nacional. Él siempre entendió que era un eslabón de la cadena.
Uno de los logros más grandes es que la comunidad hoy tiene su título de propiedad”, afirma.
“Aprovechó todo el tiempo que pudo de su vida para cosechar muchos amigos y dejó un tendal de gente llorando con su partida. Fue un hombre muy hermoso que aprendió de la universidad de la vida”, remarca con dulzura y lágrimas inevitables.
Pasar por la universidad
Stella tiene 42 años y se define también como “una luchadora”. Cuando piensa en sus estudios, asegura que “hay que pasar por la Universidad es una etapa única, hermosa y muy constructiva a nivel profesional”.
“Agronomía es una carrera de grado que te da posibilidad de viajar mucho, de conocer muchos lugares, eso también te nutre y conocés muchos compañeros que después terminan siendo amigos y compañeros de trabajo. Nos mantenemos en contacto y vemos como todos crecemos y nos podemos reencontrar”, celebra.
Proyecto actual
Tras el fallecimiento de Patricio, uno de los proyectos que el referente dejo en proceso fue retomado por Stella. “La Comisión Directiva me propuso seguir traccionando el proyecto Antú y entonces trabajamos fuertemente todo el segundo cuatrimestre el año pasado y estamos trabajando porque se viene una etapa muy importante del desarrollo del mismo”.
“Es muy importante para mí porque hoy esta vinculación nueva me ha permitido estar 100% conectada con la comunidad y con mis hermanos. Estoy viajando cada 15 días”, señala.
Este desafío, que está en etapa de desarrollo avanzado y con 18 MW de potencia instalada, se trata del primer proyecto solar fotovoltaico de América Latina que incorpora a una comunidad indígena como socia accionista.
Está ubicado a 30 km de la ciudad de Zapala y su consorcio desarrollador está integrado por la firma Sustentar Energía, con experiencia de desarrollo de más de 4200 MW de energía renovable, la comunidad mapuche Millaqueo, dueña de la tierra, y Meliquina, una co-desarrolladora de proyectos enfocada en transición energética justa. Implica 18 MW de capacidad, usufructo de la tierra por 30 años y la factibilidad Técnica del EPEN.
Además, Stella está llevando adelante su propio emprendimiento junto a cuatro socios más. Se trata de “Vergel Patagonia” una empresa de servicios de que combina la recuperación de agua de efluentes para el riego de áreas forestales, la revegetación con plantas nativas, el embellecimiento de áreas y desmalezamiento en locaciones petroleras para promover la conservación del medio ambiente mientras se apoya el desarrollo de la industria.
Ella venía de trabajar unos años en producción hidropónica, con la que “ganamos dos veces un premio por las buenas prácticas agrícolas”, cuenta. Otro de los pasos que como su papá dio para aprender, superarse y seguir adelante.
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