Te contamos cómo llegó la quinoa a la Patagonia, un superalimento de clase mundial
El recorrido de las semillas encierra muchas historias. Desandando los orígenes y recorridos de la quinoa, una Ingeniera Agrónoma de INTA Zapala, nos cuenta su experiencia con la semilla y cómo llegó al norte de la Patagonia.
Hace unos cuantos años que Alejandra Gallardo, Ing. Agrónoma de INTA AER Zapala, sigue los inventarios de semillas en la provincia. Lo hace a través del espacio “sagrado” que son las Ferias de Intercambio de Semillas, lugar al que asisten productores de distintos puntos geográficos. Y este es el punto de partida para desandar el camino recorrido para que la quinoa, un superalimento de clase mundial, llegue al norte de la Patagonia.
“Conocimos la quinoa por la feria de intercambio de semillas. Hicimos un viaje, en 2011-2012, a Misiones y Chaco. Fue gente de toda la provincia y ahí conocimos a varios productores e interesados en el cultivo”, recuerda Alejandra.
Y continúa: “En 2013, hicimos la feria acá, en Zapala, y también nos encontramos con gente que viene de todos lados. Tuvimos un debate donde participó Helen Reyes, una señora de Varvarco, que es una maestra rural y eso me quedó grabado. Yo había conocido la quinoa por Helen”.
La pregunta disparadora
“Ella estaba viviendo en el norte y yo participo en una feria allá y la conozco. Luego ella viene a nuestra feria y la gente de acá y de varios otros lugares como del Alto Valle que también vienen comienzan a reflexionar o a cuestionarse ¿Cómo es que vamos a una feria nacional a ver cómo es la quinoa y traemos semillas de otro lugar cuando acá, en el norte neuquino, tenemos quinoa?”, agrega.
Luego de estos recuerdos, asegura que a través de estas ferias comenzó a hablarse más del cultivo. “Helen hoy está viviendo en San Martín de los Andes y sigue siendo maestra rural; yo tengo semillas de ella y hace un par de años, el INTA del norte comenzó a trabajar la quinoa, como investigación con el IPAF para dilucidar de dónde es el origen de la semilla”, cuenta.
“Según Helen, hay dos variedades (de ciclo largo y otro más corto). En Varvarco, hay una y la otra en Andacollo”, recuerda Alejandra y agrega que ella “no las sabía distinguir hasta que las empezamos a sembrar, nosotros estamos haciendo otra quinoa”.
“Aparentemente, el origen de la semilla no se sabe bien cuál es, pero Helen a través de la escuela empezó a trabajarla y a multiplicarla. En Varvarco, hay producción ya en escala”, asegura.
Complementariamente, recuerda que el equipo de Zapala “mediante un proyecto hace unos años compramos la trilladora, siempre pensando en este pseudo cereal que tiene tanto valor y como otra alternativa de producción para las tres agencias (Picún, Zapala y la del norte). La usamos, hicimos la primera prueba para un cultivo que habíamos hecho acá y después fue al norte”.
Inventario de semillas
En el marco de las ferias de semillas, Alejandra y sus compañeros trabajan el debate alrededor de la práctica, profundizando sobre qué significaba la semilla para la gente y el mismo espacio de feria. “Eso me interesa trabajar, a través de las ferias podés conocer los inventarios, saber dónde están las semillas y podés seguirlas”.
Estos intercambios (de semillas y saberes) abren nuevos horizontes. “Otro cultivo interesante eses el chícharo, una legumbre que contiene semillas en forma de muela. La vi en 2010 en una escuela rural de Los Molles y después en el norte, cuando empecé a ir a las ferias de Andacollo. Acá, en Zapala, se empezó a multiplicar y a dónde vas hay como una nostalgia con esa semilla. Por eso hacemos mucho hincapié en los registros”, afirma.
“Si vos vas a un lugar y se pierde una semilla, sabés en qué lugar está. Por ejemplo, en el caso de la quinoa, tenemos en Varvarco, pero también sabemos que está en Andacollo, en Chos Malal, en San Martín de los Andes, Junín, a través de las manos de productores que conocemos”, cuenta.
“En el caso del maíz blanco de Quili Malal, sabemos que está ahí, hay otra compañera que lo está multiplicando en Mariano Moreno, también está en el Alto Valle. A mí me interesa ese seguimiento de dónde se van las semillas y esta posibilidad de multiplicarlas y no perderlas. Es un trabajo de hormiga”, asegura.
“Se da re bien en la zona”
“A nosotros nos falta más escala, pero estamos en ese proceso, también estamos buscando interesados que la quieran hacer porque hay demanda y es un cultivo súper noble que se da re bien en nuestra zona”, afirma.
“El año pasado se hizo una capacitación en la Universidad del Comahue (UNCo) y también averigüé con un compañero que, en Roca, hay dos máquinas que son las que te terminan de limpiar el producto para que se pueda comercializar posteriormente. Nosotros tenemos la trilladora y le falta el venteo para sacar el resto de basura que queda como polvo, restos de hojas, pero las productoras acá, por ejemplo, lo hacen ella, al tener poca escala”, relata Alejandra.
Un manojo de virtudes
“Se da re bien en la zona”, nos dice y es una gran noticia porque este superalimento es una fuente rica en proteínas, calcio, hierro y aminoácidos esenciales, y supera a muchos cereales en términos de nutrientes, de acuerdo con el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España.
MedlinePlus, un recurso de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., resalta que este grano contiene una mezcla poderosa de antioxidantes, vitaminas y minerales que mejoran la salud en general y contribuyen a la prevención de enfermedades cardiovasculares.
Además, reduce los niveles de colesterol y mejora la circulación sanguínea, factores esenciales para evitar coágulos peligrosos en el sistema circulatorio.
Investigaciones apuntan que, no solo ofrece nutrientes esenciales, sino que también actúa como un protector contra enfermedades cerebrales como la trombosis. Su incorporación en la alimentación diaria contribuye a mantener una salud cardiovascular óptima y a prevenir la formación de coágulos, favoreciendo un estilo de vida más saludable.
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