plan estratégico

Aparecieron las medidas, pero sigue faltando el plan económico

Las expectativas están puestas en los anuncios que pueda dar Luis Caputo esta semana para completar el paquete que ya pusieron en marcha.

Para la mayor parte de los economistas, no había otra alternativa. Las medidas tomadas por el ministro Luis Caputo eran necesarias para dar fuertes señales de un cambio de rumbo y poder comenzar a alinear los precios relativos de la economía.

La administración Alberto Fernández-Cristina Fernández dejo un país arrasado con enormes problemas económicos y sociales. La herencia ha sido brutal, pero está claro que sólo con el ajuste como propone el Gobierno, el modelo no terminará de funcionar.

Las expectativas están puestas en los anuncios que pueda dar Luis Caputo esta semana para completar el paquete que ya pusieron en marcha. Es imprescindible presentar un plan económico que trascienda las recientes medidas de ajuste anunciadas la semana pasada.

Corregir las cuentas fiscales y la macro es importante, pero hay que dar un mensaje claro a la población apuntalando que, tras este nuevo sacrificio que se le exige, existe la esperanza de una mejora de bienestar en el mediano plazo.

Se necesita un programa que vaya mucho más allá de lo que hemos visto hasta ahora, un concepto mucho más amplio e integral, que coordinadamente ataque el frente fiscal, el monetario, salarial y productivo. Esto permitirá dar sustentabilidad a la propuesta político económica del Gobierno, y generar expectativas a toda la población, la que hoy sólo observa, atónita y sin poder de reacción, como su salario se desvanece con esta profunda corrida de precios.

Lo mismo que se le exigía a la anterior administración, hoy se le pide a Milei: un plan que permita a los argentinos entender que este enorme esfuerzo que deben hacer tiene algún tipo de gratificación en el mediano plazo.

La relevancia que adquiere la problemática de la desigualdad en los círculos políticos, tiene su correlato sociológico en el incremento de expectativas de equidad de la población, lo que exige desafíos considerables para esta nueva etapa de la democracia argentina.

Las expectativas de equidad definen lo que el pensador estadounidense John Rawls denomina “índice de bienes primarios”, es decir, el acceso a un conjunto de derechos, libertades, oportunidades, poderes, ingreso y riqueza, que en una sociedad determinada una persona puede razonablemente esperar. Este es, tal vez, el principal desacople que encontramos hoy entre los actores de la política y la mayor parte de la sociedad.

Los argentinos, en estos 40 años de democracia, hemos sufrido toda clase de padecimientos. El principal desafío del Gobierno actual es bajar la inflación y encauzar la economía, pero paralelamente debe comenzar a reducir los niveles de la pobreza y pobreza extrema en la infancia. ¿Es fácil lograr estos objetivo? No, todo lo contrario. Pero debe ser una obligación de esta nueva administración. La sociedad voto un cambio. Un cambio que le diera esperanza, sueños y expectativas. No votó sólo el ajuste por el ajuste en si mismo. Sin expectativa de equidad, todo puede desmoronarse. Y un primer paso esencial para no caer en una nueva frustración, es mostrar un plan económico sustentable que exija una nueva cuota de esfuerzo a toda la sociedad, pero garantice plazos razonables donde los argentinos podamos volver a tener esa expectativa de equidad que tan bien desarrolla en su literatura John Rawls.

En vista de estos panoramas, cabe preguntarse: ¿está en deuda la democracia con el país? Más bien somos los argentinos, con distinto grado de responsabilidad, los que estamos en deuda con la democracia.

Retenciones, volver a empezar…

El Gobierno volvió a buscar recursos en uno de los sectores más eficientes de la economía argentina: el campo. Retomó cazar en el zoológico, como tradicionalmente hace la política a la hora de buscar ingresos inmediatos a través de las retenciones a las exportaciones. Nada innovador para lo que se esperaba de la nueva gestión. Y las economías regionales son las que más sufren el impacto de este tributo. Sus características productivas, donde resalta la mano de obra intensiva y una estructura comercial basada en la consignación del producto (paga costos hoy de una caja de manzanas y cobra la venta de esa misma caja hasta 180 días después) la hace muy vulnerable, desde el punto de vista financiero. Y es sobre el sector productor primario que recae el 100% de la retención. En nuestro caso, sobre la manzana, la pera y la cereza, entre otros productos del norte de la Patagonia.

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Las exportaciones frutícolas, muy afectadas por las retenciones.

Las exportaciones frutícolas, muy afectadas por las retenciones.

La reciente devaluación, que llevó el peso de 360 a 800 pesos por dólar, sin lugar a dudas ayuda el sector exportador de las economías regionales. Sin embargo, hay que ver el impacto sobre los costos que tendrá esta nueva aceleración de precios. Las consultoras internacionales hablan de tasas de inflación de más del 60% para el período diciembre 2023 - febrero 2024.

No es un dato menor, y menos aún teniendo en cuenta que, en su discurso, el ministro Luis Caputo aseguró que la devaluación futura que tomará en cuenta la política monetaria será de 2% mensual.

Si tenemos una inflación de un poco más del 20% en diciembre, de un 20% en enero y de un 15% en febrero, en términos reales, el tipo de cambio está dando un valor en torno 500 pesos hacia fines de febrero, es decir, menos que el tipo de cambio exportador del programa de incentivos que teníamos hasta los primeros días de diciembre. El nuevo contexto, anima a que haya la famosa bicicleta financiera que consiste en empresas que cambian dólares, colocan a pesos a una tasa de interés del 120% y vuelven a comprar. Esto indudablemente está muy lejos de lo que puede ser un programa económico integral, productivo, salarial y sustentable en el tiempo para resolver los problemas estructurales de la Argentina.

El ajuste sobre Río Negro y Neuquén

La ola de ajustes que está inundando a todo el país, en poco tiempo más terminará por llegar a Río Negro y Neuquén. Las principales correcciones las deberá hacer el sector público. En Neuquén, se centrarán en los altos niveles de masa salarial que hoy está erogando la administración y en un recorte de la obra. Hay que ver aquí también el impactó que generará la devaluación en relación al acople que puedan tener las regalías con la deuda pública. Por lo pronto el stock de los pasivos del Estado Provincial neuquino, pesificados con fecha de corte al 30 de septiembre, alcanzaban los 396.000 millones de pesos. Pero tras la devaluación, en solo 24 horas esa deuda saltó a más de 600.000 millones de pesos. Seguramente mucho de estos fondos serán reprogramados, y también habrá que esperar una fuerte actualización sobre los tributos ya existentes y “algunos otros” que podrán aparecer para compensar los menores recursos que lleguen vía Nación, a través de la coparticipación y de partidas especiales.

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El gobernador de Neuquén deberá revisar las erogaciones presupuestarias para este año.

El gobernador de Neuquén deberá revisar las erogaciones presupuestarias para este año.

Río Negro, trabajará en esta misma lógica. Sin embargo, y a diferencia de Neuquén, al ajuste sobre la masa salarial debería ser algo más moderado, teniendo en cuenta que los sueldos provinciales están hoy muy retrasados cuando se los compara con el de los empleados públicos neuquinos. El tema de la deuda, seguramente tendrá similar tratamiento, lo mismo que la evolución que puedan presentar los tributos.

A ambas provincias les espera un año muy complicado, plagado de negociación con la administración central. Los gobernadores son conscientes de que el presidente Milei necesita del Congreso Nacional para sacar sus leyes clave. Y los diputados patagónicos pueden ser muy importantes a la hora de definir sus sanciones.

El martes, en la reunión del presidente Milei con los gobernadores, seguramente allí aparecerán las primeras definiciones.

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